Plan
Demolición previa a la construcción de la Avenida 9 de Julio, ca. 1936. Vista hacia el sur, con el edificio del Ministerio de Obras Públicas al fondo. Archivo General de la Nación. Ilustración del trabajo de la alumna Catalina Lascano.
Estudiar Historia Hoy
La historia de la arquitectura estudia la evolución de la dinámica disciplinar, el devenir de las fuerzas materiales y las bases conceptuales en que se funda la lógica formal de sus objetos, y las vicisitudes que atraviesa su inserción en la cultura a lo largo del tiempo. En relación simbiótica con la teoría, la historia agudiza la capacidad de auto-observación de la disciplina, aumentando su sensibilidad frente a los cambios y construyendo simultáneamente su dimensión autónoma.
Sin embargo, la historia de la arquitectura cobra genuina relevancia cuando no se limita a la reproducción de los discursos y estructuras de conocimiento existentes. Con cada nueva generación la arquitectura forja una subjetividad particular resolviendo las contradicciones entre las contingencias de su época y la herencia recibida, y a partir de allí debe repensar y trascender su coyuntura. Por eso, el estudio de la historia es sinónimo de su reescritura.
El siglo XXI ha demarcado ya un territorio de preocupaciones que demandan justamente ese esfuerzo. La modernidad no equivale ya a la realización del sujeto y la instrumentación de una arquitectura inspirada en una forma de libertad que otorga a este una posición preeminente en el diagrama de la naturaleza. Ahora vemos a la modernidad como una aceleración radical de la globalización y una confusión creciente de las categorías de lo humano y lo animal, lo natural y lo artificial, lo creado y lo nacido.
Estudiar y escribir la historia hoy, implica releer el canon de la arquitectura occidental -de Vitruvio a Koolhaas- e interpretarlo desde una sensibilidad ambiental, geológica, animalista, cibernética, robótica. Pero también implica construir nuevos cánones, dirigiendo la mirada hacia objetos que la tradición humanista excluyó del repertorio disciplinar. Significa reconciliar las nociones de orden y estabilidad con los impulsos maquínicos que anidan en la arquitectura desde la antigüedad y teorizar los potenciales contenidos en lo trivial y utilitario: desde un cobertizo de almacenamiento hasta una granja de servidores.
La historia de la arquitectura y su estudio demandan hoy una paradójica convergencia entre amplitud de miras y agudeza de la observación. Si el proyecto puede entenderse como la actualización de tendencias virtuales, el rol de la historia es recargar creativamente el reservorio de potenciales que nutren a la disciplina. Sin el enorme acervo de ideas que la historia sostiene y renueva, y sin las capacidades reflexivas y autocríticas que ayuda a cultivar, el proyecto no podría constituirse como una fértil práctica cultural. Estudiar (reescribir) historia es contribuir a la generación del círculo virtuoso que empuja el desarrollo de la arquitectura como la configuración deliberada de la vida material.