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25/06/2021

¿Qué hacer con los estudiantes excluidos en la pandemia?

En el cuarto bloque de la IV Conferencia Anual del CEPE, titulado Control de daños: ¿Qué hacer con los estudiantes excluidos? Experiencias de la región, se presentaron Ricardo Cuenca, Ministro de Educación de Perú; Leandro Folgar, director del Plan Ceibal y Ministro de Educación y Cultura de Uruguay; Raimundo Larraín, jefe de la Dirección de Educación General, del Ministerio de Educación de Chile, y Nicolás Trotta, Ministro de Educación de la Argentina. El panel fue moderado por Claudia Romero, profesora de los posgrados en Educación e investigadora del Cepe, UTDT. Mirá la charla


RICARDO CUENCA

“En el marco de la pandemia, la exclusión es una expresión coyuntural de un problema estructural”, dijo Cuenca, y precisó que la exclusión no pertenece “al orden natural de las cosas, sino que es una consecuencia de decisiones que se toman”. 

“Hay varias razones que explican la exclusión en Perú. Hubo razones sociales: dinámicas familiares que se vieron alteradas por la pandemia y situaciones de salud mental. También hubo razones económicas: por la pandemia aumentó el 10% la pobreza urbana en el país. Y problemas de conectividad: en 45% de los centros poblados rurales tienen conexión a internet, por lo que una modalidad virtual para las clases resultaba complejo”, detalló.

“Hay un conjunto de razones para la exclusión que son propiamente educativas. Ha sido difícil para los sistemas educativos flexibilizar una actuación sobre la base de una inflexibilidad que ha caracterizado a los sistemas educativos en general”, dijo Cuenca, y explicó que sobre esa base se trabajó en una estrategia de retorno que incluyó “ir buscar a los estudiantes, y generar confianza y alternativas”.

“Hay que pensar que el sistema educativo debe modificarse para atender, y no adaptarse pensando que esto es un periodo particular”, alertó.


LEANDRO FOLGAR

“En Uruguay la penetración de internet para estudiantes y docentes es bastante buena por una política de inversión. Y cuando enfrentamos el primer cierre nos encontramos con la posibilidad de alcanzar a muchos estudiantes por ese medio. La política principal para evitar exclusión tuvo que ver con no multiplicar los mensajes y evitar los golpes mortales para el sistema educativo: la pérdida de vínculo entre los estudiantes y los docentes”, dijo Folgar. Sin embargo, admitió que se verificó un aprovechamiento desigual de las herramientas y “ahí empezó a esbozarse la primera cara de la exclusión”. 

“Ceibal había hecho un despliegue de conectividad pensado en centros educativos abiertos, pero con los centros cerrados la conectividad de los hogares variaba mucho”, describió Folgar, y explicó que a partir de ello “se integró un software de videoconferencia, y removiendo la mayor cantidad de obstáculos en relación a la conectividad aprovechamos mejor las herramientas”. Eso permitió que las pruebas estandarizadas “dieran en matemática y lengua que no había habido grandes pérdidas”.

“Durante el cierre de 2021 comprobamos que en relación a 2020 hubo un 25% más de acceso, uso y recurrencia en el uso en estos medios”, detalló Folgar, y consideró que ello “significa que hubo un mayor índice de cobertura y de asiduidad”. Aunque admitió que “aún hay una disparidad con respecto a las situaciones de los hogares con más desamparo en el acompañamiento educativo”.

“Ahora estamos volviendo a abrir centros educativos con planes sobre cómo hacer el acompañamiento y el reintegro al sistema. Hay que dar la certeza de que existe la posibilidad de reintegrarse y seguir con los aprendizajes”, terminó.

RAIMUNDO LARRAIN

“Antes de la pandemia en Chile había 186.000 chicos y jóvenes fuera del sistema escolar, sobre tres millones de estudiantes. Y nuestras proyecciones indicaban que, por el cierre de las clases, ese número podía aumentar un 46%”, alertó Larraín, y precisó que “el año pasado tuvimos un 7% de los estudiantes con participación nula, es decir que no intervinieron de ninguna clase, y un 17,3% con un grado bajo de participación. En tanto que entre los estudiantes más grandes, un 6,6% trabajó para apoyar la situación económica de su hogar”.

“Pusimos en marcha una alerta nacional de alerta temprana, un instrumento que permite a los directores escolares identificar a los estudiantes en mayor riesgo de desertar del sistema, lo cual permite diseñar acciones focalizadas. Se trata de un algoritmo que reúne más de 200 variables socioeconómicas y socioeducativas. Se detectaron 57.000 estudiantes en riesgo”, explicó.

“También implementamos una herramienta de gestión de contactos. Todas las escuelas que reciben subvención deben reportar su asistencia mensual al ministerio. Así se pudo “trakear y monitorear cuánto estaban participando los estudiantes de las actividades a distancia”. 

Por último, se implementó una estrategia dirigida a los padres que no habían matriculado a sus hijos. “A esos padres les enviamos mensajes de texto con mensajes motivacionales invitando a matriculares, y información de vacantes disponibles cerca de sus hogares”, dijo Larraín. 


NICOLÁS TROTTA

“La tragedia que transita América Latina es previa a la pandemia: es la desigualdad, que fue iluminada por la pandemia. Ahí debe estar la reflexión más profunda del rol de la escuela, y de los estados para garantizar que la escuela se constituya como la principal herramienta de la ruptura de la herencia intergeneracional de pobreza y exclusión”, describió.

“Nosotros recibimos el impacto de la pandemia en un proceso de una marcada recesión económica y, al mismo tiempo, de una retracción de la inversión del Estado en términos educativos: Argentina, entre 2015 y 2019 sufrió una caída del 33% en la inversión educativa en cabeza del estado Nacional”, calculó Trotta. 

“Argentina venía transitando una política expansiva en la brecha de la política digital, que incluía un programa como Conectar Igualdad, que distribuyó más de cinco millones de computadoras entre 2010 y 2015, que se desarticuló entre 2015 y 2019”, dijo.

Trotta explicó que con la pandemia se presentó la necesidad de desarrollar dos cuestiones centrales: “El desafío de la continuidad educativa y pedagógica en el marco de una profunda desigualdad, y el proceso de regreso seguro a la presencialidad”. Y agregó que ello implicó el “desarrollo de una agenda analógica, porque se había suspendido un programa como Conectar Igualdad”. Esa agenda incluyó la distribución de más de 50 millones de cuadernillos, la producción de más de 3.000 horas de TV y radio, y el desarrollo de la plataforma educativa Juan Manso, describió Trotta.

“Hoy tenemos presencialidad en casi el 70% de las escuelas”, calculó el ministro, y explicó que ahora “se trabaja en la Evaluación Nacional de la Continuidad Pedagógica para tomar conocimiento en detalle de cómo se generó la continuidad educativa y qué estudiantes quedaron con menor nivel de vinculación”. Trotta precisó que ese trabajo arrojó que hay casi un 10% de los estudiantes con “nivel nulo o bajo de contacto con la escuela en el marco de la no presencialidad, alrededor de un millón de estudiantes”.

“En 2021 logramos el crecimiento de la inversión educativa interanual más importante en nuestra historia”, dijo.