Entre el silencio y el grito

CLAUDIA ROMERO

Las escuelas tomadas son unaimagen del fracaso escolar, que nosuele computarse estadísticamentecomo la deserción o la repitencia,pero no es por eso menos grave.Hay en el devenir de esta edición detomas de escuelas una conflictividadcompleja. Existen deficiencias en lainfraestructura de algunas escuelas,principal motivo explícito de las to-mas, que evidencian una ineficientegestión del gobierno para atender lomás básico.Hay también elementos de unacultura de la protesta, donde los re-clamos concretos se transforman enconsignas cada vez más abstractas,más inasibles y por lo tanto más di-fíciles de resolver. Una escuela estátomada porque se le caen los techos,pero otra, por solidaridad con loscompañeros de la escuela del techoque se cae, y otra, por solidaridadcon los solidarios compañeros que sesolidarizan con los de la escuela deltecho caído. Otros jóvenes decidenque tomarán la escuela para defenderla escuela pública y otros tomaránsu escuela pública para repudiar ala "derecha"... y así crece el consig-nismo y se alejan las soluciones. Hayademás un trasfondo político en laciudad que parece ser un viento queaviva todos los fuegos.Algunos padres y docentes acom-pañan estos ejercicios con deleiteromántico, asumiéndolos comonecesario entrenamiento para lavida cívica adulta. Si uno va a vi-vir en una ciudad sitiada por lospiquetes, atravesada por las patotas,estas actividades de asalto al espa-cio público resultan aprendizajespertinentes. Pero no son buenosaprendizajes para fortalecer unaauténtica ciudadanía democrática.Hay una mayoría de alumnos y depadres que, en silencio y en formapasiva, dejan hacer.Los jóvenes transitan su escola-ridad entre el silencio y el grito. Loverdaderamente difícil es articularvoces, palabras que generen efectos;eso es la educación y cuando eso noestá, eso es el fracaso.

La autora es directora del áreade Educación de la UniversidadTorcuato Di Tella ( UTDT )