Di Tella en los medios
Ámbito Financiero
11/01/9

La UTDT lanza este año un nuevo proyecto educativo para sistematizar el talento

<P>País de artistas pero sin escuelas para el arte</P>

Teniendo en cuenta la cantidad de artistas talentosos que en esta última década surgieron en la Argentina, resulta difícil aceptar que nuestro país no tenga todavía un lugar de enseñanza con las características especiales que demanda el arte contemporáneo.
Este año, sin embargo, la Universidad Torcuato Di Tella contribuirá a llenar el vacío en esta materia: estrenará un exhaustivo proyecto educativo en el nuevo y amplio edificio que se levanta frente a la cancha de River. El nuevo Programa de Artistas, a cargo de la curadora Inés Katzestein, se iniciará el 2 de febrero y el 25 de marzo con reuniones informativas. «Se trata de un programa intenso, que incluye un lugar donde hablar concentradamente sobre la obra, un lugar donde escuchar teoría y otro para conocer la historia, además de un lugar donde ejercitarte con cosas que nunca se hicieron», señala Katzestein.

El proyecto comenzó a gestarse a fines de los años 90, cuando con el propósito de recuperar la tradición artística del Instituto Di Tella, la Universidad planeó la creación del Departamento de Arte. La interlocutora elegida fue Katzestein, quien, mientras cursaba en el Bard Collage de Nueva York una maestría en Estudios Curatoriales, investigó los métodos de enseñanza de otras universidades para adaptarlas a las peculiaridades argentinas.

Entretanto, en 2006, Katzestein fue la curadora del envío argentino a la Bienal de Venecia donde presentó la obra de Guillermo Kuitca, quien a partir de 1990 inauguró varios programas educativos donde se formaron muchos de los artistas que hoy están en el candelero. Ahora, Katzestein espera que Kuitca se integre a la Universidad en 2010 con su reconocida beca, y si bien no puede asegurarlo, esta semana se firmaría el convenio.

Mientras las sucesivas becas de Kuitca fueron gratuitas gracias al patrocinio, el Programa de la Torcuato Di Tella cuenta con un pequeño grupo de donantes que le permitió bajar la cuota mensual a 300 pesos. En un diálogo con este diario, Katzestein cuenta en qué consiste el nuevo programa educativo y a quiénes eligió para llevarlo adelante.

Periodista: ¿Cómo se gestó este proyecto?
Inés Katzestein: En 2006, cuando trabajaba como curadora en el Malba, la Universidad me pidió formalmente el proyecto. Comencé por investigar la educación artística en la Argentina, y el resultado fue que las academias no han logrado actualizar su currícula.

P: De hecho, la Escuela de Bellas Artes Manuel Belgrano fue tomada a fines de 2008 por los estudiantes, como un gesto de protesta.

I.K: Sí. Pero más allá de la cuestión institucional, es claro que la idea del arte contemporáneo, es decir, de un arte comprometido con su tiempo, no ha penetrado en las escuelas públicas. A través de la investigación que hice se ve que la educación formal está en una situación muy crítica, y que ha surgido una escena alternativa con proyectos educativos que sí son interesantes. Además de las becas de Kuitca, que fueron muy importantes, están las clínicas en los talleres de artistas como Pablo Siquier, Diana Aizenberg, Ernesto Ballesteros, Jorge Macchi, Tulio de Sagástizábal o Mónica Girón, que son buenos profesores y tienen alumnos notables. Pero falta un lugar que brinde una formación integral al artista. Mi propuesta fue crear una licenciatura, que lleva mucho tiempo de diseño y burocracia formal, y a corto plazo iniciar un programa con nivel de posgrado para artistas jóvenes y una maestría para curadores y críticos de arte contemporáneo. Porque otro de los datos que surgieron de la investigación es que si bien hay una carrera de historia del arte cada vez mejor en la UBA, la gente que surge de allí trabaja sin la formación específica del curador.

P: Hace unos años, en la Fundación Proa y el Fondo de las Artes, los curadores del Museo Guggenheim dictaron unas clases
.
I.K.: Sí, un curso.

P: Esta propuesta es más ambiciosa.

I.K.: No pretende revolucionarlo todo. Es ambiciosa en el sentido de que no replica modelos preexistentes. Creo que la Argentina es un lugar particular, que el arte atraviesa una de crisis de sus ideas, que es el momento de redefinir cómo se enseña y de diseñar programas para nuestra coyuntura y la del arte en general.
Rasgos

P: ¿Cuáles son los rasgos distintivos del Programa?

I.K.: Lo que distingue este Programa es algo que no existe en la Argentina, el cruce de distintos saberes, esto lo vuelve realmente distinto. En primer lugar está el seminario anual de análisis de obras con Jorge Macchi. Es una clínica con reuniones semanales donde los 20 artistas que ingresen este año presentarán sus obras, las analizarán y discutirán críticamente. También hay un ciclo anual de lecciones sin disciplina, clases que van desde John Cage hasta el anarquismo, temas, que, creo, pueden ser inspiradores para los artistas. Luego hay dos cursos teóricos obligatorios que se seleccionan entre una oferta de cuatro: el de fotografía de Valeria González, el de arte contemporáneo que vendrá a dictar Reinaldo Laddaga, el de ensayo de Graciela Speranza y el de arte argentino.

P.: ¿Qué comprenden los talleres?

I.K.: La parte experimental, con la idea de que los artistas dejen de lado su producción e incorporen la de otro artista que los lleve a hacer determinados ejercicios. Hoy se cuestiona el dominio de la técnica, no hace falta que dibujes bien, y estos talleres tratarán de recuperar lo que le transmite un artista al otro sin entablar necesariamente un diálogo verbal como el de la clínica. Son talleres para aprender haciendo, y como la oferta debe ser variada, va a cambiar todos los años. Ahora invité a Mónica Girón, porque admiro la intensidad que transmite a su obra. Le pedí que realice ejercicios para que cualquier artista, incluso un conceptual que va a pegar papeles, aprenda a transmitirle fuerza a su trabajo. Girón tendrá un taller basado en procedimientos, trabajará el dibujo, cerámica y otras técnicas para la realización e interpretación de formas. A Diego Bianchi lo invité para hacer otro taller de procedimientos, pero le pedí que trabajara sobre recolección e improvisación. La idea se basa, en parte, en el proyecto Penske de Gabriel Orozco, que recorría los volquetes de la basura de Nueva York y hacía su obra in situ, con lo que sacaba de allí.

P: Se acerca al estilo de Bianchi
.
I.K.: Si. Me interesa capturar la inmediatez que él tiene con los materiales. Bianchi creó un proyecto que se llama «taller anteproyecto», donde el énfasis estará puesto en la inmediatez del proceso creativo en vez de la proyección de ideas. Después, Andrés Di Tella tendrá un taller de documentalismo y no sólo para cineastas, sino también para artistas que trabajan con el material documental. Por último, el taller de Ediciones de Fernanda Laguna y Cecilia Szalkowicz, es algo práctico, y ellas decidieron que van a trabajar en la edición de todo tipo de arte, hasta de una performance. Entre estos cuatro talleres los 20 artistas tienen que elegir dos. Creo que es una buena combinación.

P: Es un abordaje muy diverso. ¿Pero cuál será el costo?

I.K.: Lo interesante del programa es que tiene una doble entrada. Como entre los cuatro cursos y los cuatro talleres los artistas eligen sólo dos, van a quedar varias vacantes libres. Tenemos entonces un programa muy cerrado de 20 artistas, pero algunas de sus instancias incluyen otros que vienen de afuera. Esta doble entrada permitirá cruces generacionales. Supongamos que un artista maduro como Juan José Cambre, piense que algo puede aprender e ingrese al taller de Girón. Pero el tema de los aranceles es un problema.

P: ¿Y cuál es el programa para los críticos de arte?

I.K.: Este módulo, que no es necesariamente para los artistas, incluye un taller de escritura con María Gainza y el curso de crítica de Graciela Speranza.

P: ¿Todos los profesores cambiarán cada año?

I.K.: La idea es que varíen bastante. El seminario que dicta Macchi, estará en 2010 a cargo de Pablo Siquier.
Kuitca

P: A Kuitca los artistas le reconocen un ojo privilegiado para penetrar la obra y orientarlos, y también que se ocupó de su inserción en los circuitos académicos y de mercado. ¿Pensaron en alguien que reúna estas condiciones?

I.K.: Creo que Kuitca nunca se ocupó de insertar a los artistas en el mercado, aunque es cierto que dejó el espacio abierto para que esto ocurriera. Lo grave que está pasando en el mundo es que el mercado tiene tanta avidez por los nuevos artistas, que los busca en las universidades. El resultado es que las obras de las muestras de fin de año se venden en las galerías. El artista deja el curso, se va a la galería y el proceso de aprendizaje queda tergiversado. Hay varias respuestas a esta pregunta. Por un lado, pienso en la formación de artistas bastante jóvenes; mientras por otro, dejo esta cuestión al arbitrio del profesor.

P.: ¿Lo invitaron a Kuitca?

I.K.: Estamos en tratativas para realizar en 2010 una versión de la beca Kuitca. El Programa sería la etapa formativa, mientras la beca sería una etapa posterior donde participarían algunos de estos 20 artistas y otros de afuera.

P.: ¿Por qué se fue del Malba?

I.K.: Necesitaba crecer.

P: ¿El trabajo en el Malba, donde realizó escasas curaduría, le resultó frustrante?

I.K.: No. Trabajé mucho y con gente muy talentosa. Curé la muestra de David Lamelas, en parte la de Fabián Macacchio, programé casi todo el espacio contemporáneo e invité a muchos artistas.

Entrevista de Ana Martínez Quijano

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