Di Tella en los medios
Diario Perfil
1/07/7

"Kirchner no entiende la dinámica de los mercados"

<DIV><SPAN class=ControlNota_copete id=datosNota_lblCopete>Riordan Roett: Politólogo egresado de Columbia, se especializa en el estudio de la evolución económica mundial. Aquí pone el foco en la Argentina, critica al Presidente y a Felisa Miceli y rescata a Lavagna. También aplaude al mexicano Calderón, al brasileño Lula y al uruguayo Vázquez. Analiza el impacto chino.</SPAN></DIV>

Rodrigo Lloret

—A un año y medio del anuncio del Gobierno argentino sobre la cancelación de la deuda con el FMI, ¿cuál es el balance que puede hacerse de esa decisión?
—En aquel momento (Roberto) Lavagna manejó muy bien los intereses de la Argentina, pero ahora se necesita otra cosa, y para que el país sea un participante global de los mercados financieros, tiene que revisar y repensar ese acuerdo. En algún momento, no creo que sea este año, pero será más adelante, Argentina tendría que volver al sistema internacional de crédito. Yo creo que el próximo gobierno deberá abrir nuevamente las negociaciones sobre la deuda para renegociar con la gente que no participó del canje.
—El presidente Néstor Kirchner dijo varias veces que Argentina no abrirá ese canje. ¿Usted cree que se hará?
—Las reglas del juego han cambiado totalmente y todos los países, especialmente la Argentina en estos momentos, necesitan acceso a los mercados internacionales, y para que eso se produzca es necesario cerrar totalmente el círculo de la deuda. En un principio, Lavagna fue muy duro y tuvo un gran éxito, por eso sólo recogió aplausos, porque esa decisión le permitió estabilizar la economía y hacer que el país empezara a crecer. Pero hoy la situación es distinta.
—Hace mucha referencia a Lavagna, ¿cree que su rol fue más importante que el de Kirchner?
—Totalmente, no tengo dudas de eso. Desde el punto de vista de la banca internacional, el éxito fue para Lavagna. Kirchner no entiende la dinámica de los mercados financieros, en cambio Lavagna es un hombre competente, que ya se había destacado antes de este gobierno, y cuya experiencia le permitió entender muy bien cuál era el problema y cómo atacarlo. Fue un jugador muy importante en todo este proceso. Claro que tuvo que tener el respaldo del Presidente, pero Lavagna fue un negociador fantástico para defender los intereses de este país. Lo importante para Argentina es contar con gente capacitada y que entienda el sistema financiero, que cambia constantemente.
—¿Considera que algún funcionario actual tiene esa capacidad que destaca en Lavagna?
—El presidente del Banco Central (Martín) Redrado es un hombre muy inteligente pero, por lo que entendemos, le falta mucho espacio para manejar la economía argentina. Es un funcionario respetable, pero no tiene capacidad de decisión. Por otro lado, yo participé de la reunión anual del Banco Mundial que el año pasado se hizo en Singapur, y allí pude conocer a la ministra (Felisa) Miceli y tengo que decirle que no me impresionó mucho por sus comentarios. Ella no tiene el nivel de los ministros de Economía de Chile o Brasil.
—La posición oficial argentina sostiene que la negociación con el FMI fue trascendental para cambiar las reglas del juego entre los acreedores y los organismos de crédito. ¿Coincide con esa posición?
—La verdad es que hay una fuerte crisis en Washington sobre el rol del FMI, y también un poco sobre el papel del Banco Mundial. Hoy todo el mundo está pensando cómo redefinir el sistema internacional de los organismos de crédito. Incluso, el español (Rodrigo) Rato, el director del FMI, también está pensando cuál debería ser la nueva función de esa institución en el futuro. En ese contexto, encontramos en América latina diferentes posturas sobre el FMI, además de una ola de resentimiento contra el Consenso de Washington. Por empezar, Hugo Chávez quiere crear un Banco del Sur para reemplazar el Banco Mundial, no sé si va a funcionar, pero es un pensamiento revolucionario en la historia financiera. El presidente venezolano fue el que empezó sus ataques a los organismos internacionales, después vino (Evo) Morales, que no quiere hablar con los representantes del FMI, y luego llegó (Rafael) Correa que, directamente, expulsó a los funcionarios. Kirchner está en medio de todo ese fenómeno y Argentina aparece como un actor de peso, pero no es el más importante.
—A partir de que América del Sur representa un claro ejemplo del fracaso de las recetas del Fondo Monetario, ¿considera injustificadas las reacciones de estos gobiernos?
—No hay dudas de que las políticas del FMI fueron demasiado rígidas para muchos países, sobre todo para los que sufrieron las crisis de Asia en el ’97, Rusia en el ’98 y Brasil en el ’99. Por otra parte, en muchos seminarios y encuentros hemos revisado el Consenso de Washington y entendemos que no fue exitoso en transferir dinero para los más sectores más necesitados de América latina. No funcionaba bien para los intereses sociales de estos países, porque no pudo atacar la pobreza. Por eso, muchos presidentes encontraron la solución sacando a sus países del Fondo y buscando un camino alternativo. Pero yo creo que el modelo debe ser el de Lula (Da Silva) en Brasil, Tabaré Vazquez en Uruguay o (Felipe) Calderón en México. Ellos entienden los problemas y las soluciones internacionales, porque comprenden cómo funcionan las cosas en el sistema financiero internacional. Lula aprendió, porque no sabía mucho cuando llegó al gobierno. Tabaré está muy bien rodeado por gente que sabe y es muy cuidadosa, como su ministro de Economía (Danilo) Astori. Mientras que en México, por suerte, se fue (Vicente) Fox, porque la verdad es que no sabía nada de nada.
—¿Qué piensa de la propuesta de Chávez de impulsar el socialismo del siglo XXI?
—Yo tengo en mi oficina un muñeco de Chávez, que me regaló uno de mis estudiantes, y lo curioso es que debajo dice: "Hecho en China". Para mí, es una combinación fantástica del presidente venezolano y sus contactos con la economía china. Chávez es un fenómeno histórico, no hemos tenido una figura así desde Fidel Castro. Pero Fidel nunca tuvo dinero y Chávez cuenta con muchos recursos. Es muy carismático, tiene petróleo y un muy fuerte discurso contra (George) Bush, que está redefiniendo el diálogo entre los países de izquierda de América latina y los organismos internacionales.
—¿Cómo cree que está llevando la economía de Venezuela?
—Es terrible, Chávez no puede manejar nada. Lo único que lo mantiene en el poder es el petróleo. Puede hacer cualquier cosa, y decir cualquier cosa, porque tiene petróleo que ofrecer.
—Volviendo al FMI, ¿cuál debería ser su nuevo rol en el sistema internacional?
—Debería haber más flexibilidad y también más espacio en la mesa de decisión para países como India, México, Brasil y otros más de los llamados emergentes. Además, habría que repensar esa regla que dice que un estadounidense tiene que ser presidente del Banco Mundial y un europeo el director del Fondo. Esto va a cambiar, y en algún momento vamos a tener a un chino al frente del FMI, o a un brasileño o a un coreano al frente del Banco.
—Usted también fue asesor del Foro Económico de Davos, ¿cómo observaron allí el surgimiento del Foro Social de Porto Alegre?
—Fue algo interesante y curioso. Fue un fenómeno muy colorido, pero sin poder, y si no tiene poder, en Davos no tiene importancia. Fue notable comprobar que Lula, aunque participara de los dos Foros, sabía que el Foro Económico Mundial era el más importante. El presidente de Brasil y sus asesores tenían que estar en Porto Alegre para cuidar las apariencias, pero eran muy conscientes de que lo más significativo estaba en Davos. Yo estuve diez años en esos encuentros, durante la década del 90, y recuerdo a muchos presidentes latinoamericanos que llegaban a esa reunión totalmente maravillados, para ellos era como si estuvieran en Hollywood. No puedo olvidarme de (Carlos) Salinas de Gortari, (Carlos) Menem o (Alberto) Fujimori, todos ellos buscaban tener un lugar importante porque querían explicarnos sus éxitos.
—Es curioso que los tres presidentes que nombra, al término de sus mandatos, tuvieron que enfrentar en la Justicia denuncias de corrupción, ¿es sólo una coincidencia?
—No, yo creo que no. La única manera de manejar la década del 90 fue con corrupción, poco interés en el área social y mucha injusticia. Para ellos fue un boom en términos de su reputación, porque pensaban que habían cambiado a sus países y que eso era un triunfo que les daba prestigio. Pero eran invitados a muchos seminarios cuando ya se conocían las denuncias que tenían que enfrentar. Todavía no hemos escrito la historia de los 90, pero estos tres presidentes en particular fueron hombres de poder en un sistema autoritario y con poco respeto a las instituciones.
—¿Qué es lo que más recuerda de Menem?
—Menem adoraba las luces de Davos, y también le gustaban las fiestas sociales que allí se hacían. No se perdía ninguna. Fue un personaje muy particular.
—El gobierno menemista tuvo una gran responsabilidad en la crisis argentina de 2001, ¿cuál es la parte que le toca a la banca internacional que usted asesora?
—Los bancos internacionales han repensado su estrategia durante los 90 y en varios libros se comprueba que el Fondo Monetario tenía fragmentado su pensamiento sobre Argentina. Fueron años muy complicados entre Washington y Buenos Aires. Nosotros pensamos que el FMI no entendía el proceso político argentino. Hubo un caso que fue muy claro, me refiero al viaje que (Fernando) De la Rúa hizo a Santiago de Chile para asistir a la reunión del BID. El entonces presidente fue y mostró a su nuevo ministro de Economía, (Ricardo) López Murphy, y anunció a todo el mundo cuál sería su plan económico, pero volvió a la Argentina y ya no tenía ministro. Pobre De la Rúa, no entendía nada. Ahí apareció Domingo Cavallo que, para entonces, ya parecía un loco, un mesiánico que pensaba que sólo él tenía todas las respuestas. Fue terrible, era muy obstinado y no quería salir de la convertibilidad porque había sido su propia invención.
—¿Por qué los bancos internacionales no ofrecieron un respaldo mayor a los ahorristas argentinos que depositaron allí sus dólares?
—En las crisis hay fuerzas importantes que protegen a la banca mundial, y siempre hay alguien que protege esos intereses. En el contexto de la Argentina, la situación no fue muy diferente y las instituciones internacionales favorecieron a los bancos internacionales.
—Si tuviera que medirla en porcentajes, ¿cuál fue la responsabilidad de los organismos y la banca internacional en la crisis argentina?
—Podríamos decir que fue de un 50 por ciento.

«»«»«»«»«»«»«»«»«»«»«»«»«»«»«»«»«»«»«»«»«»«»«»«»«»«»«»

Currículum vitae
* Riordan Roett es doctor en Ciencia Política de la Universidad de Columbia de Nueva York.

* Es profesor y director del Area de Estudios del hemisferio occidental y del Programa de Estudios Latinoamericanos en la Escuela Paul H. Nitze de Estudios Internacionales Avanzados, de la Universidad John Hopkins.
* De 1983 a 1995 fue consultor del Chase Manhattan Bank, y de 1989 a 1997 fue miembro académico del Foro Económico Mundial y participó de las reuniones anuales en Davos, Suiza.

* Es miembro de las juntas directivas de varios fondos de inversión y consultor del Consejo Nacional de Inteligencia de la CIA.
* En diciembre de 2000 recibió del gobierno brasileño la Orden de Rio Branco, con el rango de comandante.

* Ha publicado docenas de libros y artículos sobre economía internacional.

* Vino a la Argentina invitado por la Universidad Torcuato Di Tella para participar en un seminario.
«»«»«»«»«»«»«»«»«»«»«»«»«»«»«»«»«»«»«»«»«»«»«»«»«»«»«»

Dinastías de gobierno negativas
—¿No observa cierta hipocresía en los países industrializados que hablan de libre comercio cuando se refieren a servicios, pero se olvidan del libre comercio cuando defienden los subsidios agrícolas?
—Es totalmente hipócrita, pero la política siempre apunta al corto plazo para ganar la próxima elección. Pero ésa es una posición que no puede justificarse, y que sólo se entiende porque se basa en la política doméstica de países como Alemania, Francia o EE.UU., donde esos grupos representan lobbies muy poderosos. En mi país, las tarifas agrícolas favorecen a los estados en los que siempre ganan los republicanos.
—¿Y no es una paradoja que el ex presidente del Banco Mundial, Paul Wolfowitz, haya ordenado el aumento a su novia, cuando ese organismo pide austeridad a los países emergentes?
—Ese fue un golpe muy merecido para la Casa Blanca y la política neoconservadora que encarna Wolfowitz, uno de los organizadores de la guerra en Irak, que increíblemente llegó a dirigir el banco. Su designación no tenía sentido para nadie, salvo para George Bush, que necesitaba encontrarle un lugar cuando salió del Pentágono. Para ellos, los temas multilaterales no tienen importancia. Por eso, esperemos que gane algún demócrata en las próximas elecciones presidenciales.
—Usted está asesorando a Barack Obama, ¿por qué podría ganarle a Hillary Clinton la interna del Partido Demócrata?
—No tengo dudas de que lo hará, porque es muy inteligente y EE.UU. necesita algo nuevo, una persona más joven, con una perspectiva diferente. Muchos que antes trabajaban con Bill Clinton ahora están asesorando a Obama. Además, no es bueno vivir de dinastías, y ya tuvimos a un Clinton durante ocho años en la Casa Blanca.
—¿Qué pasará con los demócratas si Al Gore finalmente se decide a competir por la presidencia?
—Pensamos que si las internas se dividen entre Obama, Hillary y (John) Edwards, entonces se sumaría Al Gore como candidato del consenso. Nosotros creemos que si ése es el escenario, Obama puede ser su candidato a vicepresidente. Esa sería una fórmula imbatible.
—Dice que no le gustan las dinastías, ¿qué piensa de la posibilidad de que Cristina Kirchner sea presidenta?
—Es lo mismo. Salvo en Inglaterra, donde la dinastía es muy simpática pero no gobierna, en el resto del mundo no son positivas. No importa si son Bush, Clinton o Kirchner, siempre es interesante permitir cambios en las personalidades, las figuras y las familias que detentan el poder en un país.

«»«»«»«»«»«»«»«»«»«»«»«»«»«»«»«»«»«»«»«»«»«»«»«»«»«»«»

La gran incógnita de China
—En su último "paper" ha investigado la relación entre China y las economías de Estados Unidos y América latina. ¿Coincide con la postura que sostiene que Occidente sólo se preocupa por ver cómo hacer negocios con los chinos, sin prestarle atención a su sistema totalitario?
—China es la gran incógnita de nuestra era. Es un país que tiene que manejar un sistema político autoritario y una economía liberal. Ningún país sabe, tampoco China, cómo se puede mantener este balance tan dinámico, entre un mercado que funciona muy bien y la falta de instituciones democráticas. Hablo mucho con mis colegas sobre la diferencia entre Shanghai y el interior de China, y uno observa que entre la costa y el campo hay cien años de diferencia. Yo estuve en Shanghai el año pasado y puedo decir que es algo fantástico, mucho crecimiento y desarrollo. La manera de ser de los chinos de esa ciudad es totalmente internacional, con sus trajes y su tecnología, pero los chinos del interior están viviendo en una época medieval.
—¿Cree que Occidente debería asumir una posición más crítica con China?
—Creo que sí, pero es difícil. Hace poco tiempo hubo una reunión en Washington entre funcionarios de Estados Unidos y China. Tuvieron una agenda muy complicada, y cuando los estadounidenses dijeron a los chinos que tenían que abrir un poco más la economía y el sistema político, la respuesta fue muy dura. Ellos van a hacerlo cuando y como quieran hacerlo. China es el gran socio para el balance comercial de gran parte del mundo.

(Ministerio de Economía y Producción - Presidencia de la Nación - Poder Ejecutivo - Noticias internacionales - Ricardo López Murphy - Fernando de la Rúa - Carlos Menem - PJ - Actividad Económica)
Publicado en:
Link: