Di Tella en los medios
La Nación
3/06/7

Cifras de la delincuencia

<DIV>La realidad, juez inapelable, desmiente las opiniones de los funcionarios oficiales para quienes la creciente y gravísima inseguridad delictiva no es un problema esencial, sino una magnificación de los medios informativos. Hay cifras concretas que los contradicen. Cabe inferir que mientras no se admita que, adrede o en forma involuntaria, desde las esferas del poder se está incurriendo en un exceso de optimismo, no estarán dadas las mejores condiciones para atacar de raíz tan endémica situación.</DIV>

Instituciones de probada capacidad y reconocida honestidad intelectual se han preocupado por elaborar estadísticas de hechos delictivos, utilizando para ello los más avanzados recursos científicos y criterios rigurosamente académicos. Es el caso del Laboratorio de Investigaciones sobre Crímenes, Instituciones y Política, de la Universidad Torcuato Di Tella, que mediante consultas efectuadas en la ciudad de Buenos Aires y su conurbano, Córdoba, Mendoza, Tucumán y Rosario ha llegado a conclusiones pasmosas, sobre todo si son aplicadas a los criterios obstinados en sostener que los temores de nuestra sociedad, conculcada por la delincuencia y sus actos aberrantes, son desmedidos.

Ese "Informe de victimización" da cuenta de que, durante 2006, cuatro de cada diez hogares encuestados padecieron alguna clase de actos delictivos, de los cuales sólo son denunciados, por lo general, aquellos cometidos con violencia física extrema. En este sentido, las casas son más vulnerables que los departamentos.

Respecto de la victimización, el distrito porteño marcha a la cabeza, con el 38,8 por ciento, seguida por el conurbano bonaerense, con el 34 por ciento.
Entretanto, el 70 por ciento de los robos -apoderamientos que implican, según el Código Penal vigente, violencia en las cosas o en las personas- es cometido en la vía pública. De ellos, el 51 por ciento implica el uso de un arma de fuego, aunque -magro consuelo- en el 82 por ciento de esos casos no hubo que lamentar muertos o heridos; en cambio, el 4 por ciento de las víctimas recibió heridas de gravedad.

Siguen los datos. La edad promedio de los ladrones violentos es 23 años; el 90 por ciento de ellos son hombres, y 3600 pesos es el promedio del botín obtenido por los delincuentes en los casos de robo de vivienda sin violencia sobre las personas. Los robos son mucho más frecuentes en las casas que en los departamentos y, dato curioso, si el inmueble asaltado posee seguro de protección del hogar el hecho es denunciado por el 77 por ciento de los perjudicados, mientras que entre quienes no lo poseen sólo el 44 por ciento de los afectados ha hecho la correspondiente denuncia.

Analizado en forma somera, el informe es altamente revelador. Tanto más todavía por el hecho conocido de que muchos delitos no son comunicados a las autoridades policiales, ya sea por temor o por el convencimiento de que no tiene ninguna utilidad hacerlo y es una pérdida de tiempo.
El valor de este informe privado es enorme.

Pone en su debido lugar las peregrinas afirmaciones que, al minimizar los efectos de la oleada delictiva, remedan la política del avestruz que, según una difundida leyenda, cuando se siente amenazado esconde la cabeza dentro del primer agujero a su alcance.

Trabajos como el aquí citado explican los porqués de los temores que embargan a la sociedad respecto de un fenómeno social, la delincuencia, ante el cual se siente desprotegida. Puede, entonces, que estas cifras de la delincuencia también pudiesen servir para que el Estado se abocase de una vez por todas a analizar, despojándose de prejuicios políticos y trasnochados garantismos, las causas de la actividad delictiva y cuáles podrían ser los recursos más idóneos para enfrentarla con éxito.
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