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24/05/23

Claudia Romero: "Hoy la política no tiene propuestas serias para mejorar la educación"

Claudia Romero, profesora de las Especializaciones y Maestrías del Área de Educación de la Escuela de Gobierno, fue entrevistada en MDZ sobre el estado de la educación en Argentina.

Por Ángeles Reig



Argentina atraviesa un año electoral cargado de dificultades de todo tipo: económicas, sociales y políticas. Quienes aspiran a triunfar en las urnas o a ocupar cargos, inundan los medios y las redes sociales con promesas y propuestas. La educación no queda afuera de esa agenda, al contrario, todos los políticos, estén o no en ejercicio, se llenan la boca hablando de su importancia. Sin embargo, según Claudia Romero, Doctora en Educación, “en el fondo no hay propuestas serias. Se habla de la educación porque hay que tener una agenda educativa si uno quiere ser presidente o gobernador, pero sólo tienen dos o tres ideas para el discurso. Si uno les pregunta cuál es el plan, el cómo o en cuanto tiempo, ahí no hay nada”.

MDZ conversó con ella sobre el libro que acaba de publicar La Trastienda de la Educación, en el que recopila el trabajo de importantes referentes del mundo educativo: especialistas, exministros y diputados.

“En el libro se produce algo que es bastante infrecuente”, comenta, “que es la reunión de voces que vienen por un lado de la academia, pero por el otro de la política, de la gestión, tanto en el poder ejecutivo, como ex ministros, pero también del legislativo. Es muy interesante porque junta algo que en general no está junto. Son voces distintas que tienen intencionalidades distintas. La academia está buscando una verdad o comprobar ciertas hipótesis, trabaja con otros tiempos. Quien está tomando decisiones de políticas públicas tiene tiempos más acotados. Eso también hace que muchas veces solo se preocupe del corto plazo, porque para qué va a trabajar en algo que los frutos van a ser dentro de 20 años si solamente va a estar cuatro y de alguna manera, en ese tiempo tiene que poder mostrar resultados”.

- La educación hoy no está pudiendo resolver cuestiones básicas como la lectoescritura. ¿Por dónde debería empezar quién quisiera cambiar las cosas?
- Los estudios que analizan los sistemas educativos que más han mejorado, no los mejores, sino los que más han mejorado: a lo mejor salieron de un nivel malo y llegaron a uno bueno, o de un nivel regular y llegaron a uno bueno, y otros estaban bien y ahora son excelentes. Lo que nos interesa mirar, y esto es lo que estudiamos, es cómo son esos procesos de mejora. Hay un patrón común.  Hay varios estudios que tienen cierta evidencia que sirve muy bien para alimentar las políticas públicas y que se podría resumir en dos hallazgos.
El primero es que, mirando los países que han logrado mejorar en los últimos 20 años, lo que uno ve es que las diferencias pueden verse en un promedio de seis años. Eso algo muy importante para la educación, ese hallazgo es fundamental, porque veníamos con el discurso de que los cambios en educación llevan mucho tiempo y, por lo tanto, nadie, ningún un gobierno, terminaba siendo evaluado o tenía que rendir cuentas por el tema educativo. Pero hoy sabemos que la aguja puede empezar a moverse entre los 6 y los 8 años, siempre y cuando, y ahí está la segunda condición, se lleven adelante un conjunto de políticas que también trabajaron los países que mejoraron: mejores marcos legales; formación docente de excelencia, que es el primer factor que se asocia con la mejora; cambiar los currículums, la tendencia es ir hacia currículums más acotados con posibilidades de elección, sobre todo en la secundaria. Está probado que en la medida en que los alumnos puedan tomar una orientación dentro del currículum, esto genera mucho más compromiso y es mucho más eficaz en cuanto a aprendizajes. El cuarto punto, tiene que ver con el liderazgo. Está demostrado que la calidad de los equipos directivos es el segundo factor asociado a la calidad de los aprendizajes de los alumnos. Este es un punto de vista que se desconoce.

- Volviendo sobre el primer factor, el marco legal, ¿qué pensás sobre el nuestro? ¿Es bueno?
- Yo diría que la Ley de Educación Nacional es un buen marco, aunque hay un par de cuestiones que habría que reformular. Una de ellas es el tema de la evaluación, cómo está pensada la evaluación del sistema educativo, me parece que todo ese capítulo hay que revisarlo y cambiarlo. Pero, en términos generales, es una ley que está en línea con los cambios legales que hizo toda América Latina, y es una ley a la que todavía le queda mucho por cumplir. Sigue vigente en el sentido de que hay cosas pendientes que todavía no se cumplen. Pero también los marcos legales son, por ejemplo, los estatutos docentes. Lamentablemente, vemos que, en realidad, esos estatutos, son más lo que impiden que lo que favorecen una educación de excelencia o una docencia de excelencia. Los estatutos son materia de mejora. Hay que hacer mucha mejora apuntando a la profesionalización de los docentes a generar condiciones profesionales de trabajo.
El otro marco legal que yo creo que hay que revisar tiene que ver con el tema del financiamiento de la educación. Hubo una ley de financiamiento que ahora no está vigente, creo que más allá de que haya o no una ley de financiamiento, hay que pensar de nuevo cómo se hace, cómo hacer para que sea más equitativo y para que educación no se vea impactada por las fluctuaciones del presupuesto nacional. Nosotros deberíamos tener formas de proteger la inversión en educación, como se hace en otros países. Esa garantía de seguir invirtiendo la misma cantidad en educación es la que nos va a permitir tener un futuro. Dicho de otro modo, uno tiene la cuota de la escuela de su hijo y no dice este mes la pago, este que no la pago, se recorta otra cosa. Necesitamos proteger esa inversión educativa.



LA TRASTIENDA DE LA EDUCACIÓN, EL ÚLTIMO LIBRO RECOPILADO POR CLAUDIA ROMERO.

- En segundo lugar, mencionaste la carrera docente, ¿qué significa una carrera docente de excelencia?
- La formación y la excelencia docente son el primer factor que se asocia con los resultados de aprendizajes. Excelencia docente quiere decir por lo menos tres cosas: mejorar el acceso, que los mejores quieran ser docentes, mejorar la formación, que la formación sea de excelencia, y una carrera docente que sea desafiante. La cuestión docente, implica tener muchas políticas al mismo tiempo. La primera de todas es garantizar un nivel salarial competitivo, que atraiga a aquellos sectores que dejaron de elegir la docencia y que puedan volver a mirarla como una carrera profesional interesante, con perspectivas de crecimiento, etc. La segunda es la formación, hay que generar una garantía de calidad de los institutos de formación docente, de la hoy nadie se ocupa. Tercero el crecimiento profesional, hoy muy ligado a los estatutos: qué carrera les vamos a ofrecer, hoy el crecimiento se mide sólo en términos temporales. Además, no hay una evaluación docente, no hay una un sistema de premios y castigos, de incentivos para que un docente quiera mejorar, da igual, y eso también desincentiva a los mejores. El docente que hace más esfuerzo, que va todos los días a la escuela, que no falta nunca, al final del mes, va a cobrar lo mismo que el que usó todas las faltas que el estatuto le permite. Necesitamos pasar a un sistema de formación y de carrera muy centrado en la meritocracia y con fuertes incentivos para querer mejorar.

- Volvamos a los equipos directivos, ¿por qué su papel incide tan directamente en los aprendizajes de los chicos?
- Este punto es clave, es estratégico. Sin embargo, es algo que la política desconoce, incluso los propios directivos a veces no son conscientes de esto. Está mostrado que el liderazgo de un directivo es, como dije, el segundo factor, después de los buenos docentes, para mejorar cualquier sistema educativo. O sea, es más importante un buen director para la cantidad de lengua, matemática y ciencia que aprende un alumno, que tener una computadora por alumno, que tener libros en el aula o que tener una escuela con infraestructura maravillosa. Todo eso es muy importante y hay que tenerlo, por supuesto, pero el factor director pesa.

- ¿Y por qué pesa tanto?
- Porque el director, o el equipo de conducción, tiene un papel central en la generación de lo que se llama el clima escolar, que es lo que afecta a las prácticas de enseñanza y éstas afectan al aprendizaje. O sea, el factor director es un factor indirecto, él no trabaja directamente enseñando, sino que genera las condiciones para que la enseñanza pueda llevarse adelante. Pero, además, el director es un dirigente social. La escuela no es sólo una institución que ofrece un servicio pedagógico. Hoy, en todos los sectores, la escuela es una institución importante dentro de la sociedad y debe seguir siéndolo. Entonces, ese líder que es el director, tiene un liderazgo pedagógico hacia adentro, pero también tiene un liderazgo social.
El gobierno de la educación es una gobernanza multinivel. Desde el gobierno nacional, el provincial, el municipal, hasta llegar al directivo que es el primer nivel de gobierno de la educación. Y un cambio funciona si uno logra alinear todos esos niveles que responden a lógicas distintas, a diferentes tipos de incentivos y con actores distintos.
Y lo que la literatura académica enseña es que todas las buenas escuelas, o sea las escuelas que han obtenido buenos resultados, son escuelas que tienen o han tenido en el corto plazo, una buena dirección. ¿Y qué significa una buena dirección? Tener una visión de adónde vamos, conocer la comunidad, tener información, y manejarse y tomar decisiones con información de su territorio, de sus alumnos y sus docentes. O sea, gestionar con evidencias.

- ¿Cómo es la formación de directores en Argentina? ¿Los preparamos para que puedan ejercer este liderazgo?
- Mirá, hicimos un estudio sobre los directores en Argentina, y lo que vimos es que el tiempo de un director se va, en un 50%, en cuestiones administrativas porque hay un sistema burocrático que le rompe las espaldas. Y el otro 50% lo utiliza en lo que llamamos liderazgo interactivo con no docentes, o sea, con otros miembros de la comunidad, con alumnos, con padres, con vecinos, porque en realidad lo que está haciendo es apagando incendios. El director tiene que lidiar con temas edilicios, e incluso intervenir en problemas disciplinarios, en problemas de convivencia con los alumnos, etc.
Sin embargo, el director debe tener una mirada muy importante sobre la cuestión pedagógica de la escuela, o sea, sobre la enseñanza. Hoy los directores no tienen tiempo para ese seguimiento, y es ahí donde el trabajo docente empieza como a perder potencia, porque no se siente ni acompañado, ni mirado, ni supervisado en el trabajo que hace. En realidad, el centro del tiempo y de la agenda de un director debería ser favorecer todo lo posible las mejores condiciones para que los docentes puedan hacer bien su tarea: observar las clases, mirar las planificaciones, diseñar procesos de capacitación para sus docentes. Es enorme el ámbito de trabajo de un director en el aspecto pedagógico y, con esto contesto a tu pregunta, en Argentina directamente no hay formación para directores. Porque un curso de ascenso es un trámite de cómo se ingresa al cargo. Pero tampoco se ha diseñado una carrera que resulte estimulante. En general duran muy poco tiempo en el cargo porque se jubilan muy jóvenes y para muchos llegar a director es llegar al sueldo más alto para jubilarse.

- Da la sensación que es muy difícil cambiar las cosas en educación, ¿vos qué mirada tenés al respecto?
- A veces se piensa que ya todo el mundo sabe lo que hay que hacer y que se trata de tener la decisión de hacerlo. Yo creo que existen ciertos consensos, ciertos acuerdos, ciertas prioridades, y esos acuerdos están, por ejemplo, en la Ley de Educación que es un gran acuerdo que tiene prioridades, solo que no se cumplen.
Este acuerdo que representa una ley dice, por ejemplo, que la secundaria es obligatoria, que todos los chicos deberían terminar la secundaria. También que la jornada extendida tiene que ser universal, el nivel inicial tiene que ser universal, como también que el 6% del PBI debe destinarse a educación. Son todos grandes acuerdos que pueden ser abiertos y discutidos, pero mientras están en una ley constituyen acuerdos importantes. Pero pareciera que, al mismo tiempo, nos pusimos todos de acuerdo en no cumplir ese acuerdo, o por lo menos, si no se cumple ese acuerdo, no hay consecuencias.
¿Por qué se preocuparía un gobernador en lograr que todos los chicos tengan sala de cuatro y cinco años, de universalizar el nivel inicial? Si no tiene una demanda en la sociedad, por ejemplo, que muchas veces no la no la tiene. ¿Por qué lo haría? ¿Por qué gastaría recursos públicos en algo que tiene un costo enorme y que los resultados se van a ver mucho más adelante y él no los va a capitalizar?
La pregunta es cuál es el incentivo que tiene hoy la política para llevar adelante la política educativa que figura en los grandes acuerdos como la ley. Entonces, este es un punto del ovillo de la de la educación.
Hay que hacer un diagnóstico en ese sentido y analizar cuál debería ser el sistema de incentivos o desincentivos para ocuparse de la educación. Hoy no tenemos buenos diagnósticos que permitan salir a hacer políticas educativas focalizadas e inteligentes, sobre todo porque no tenemos los recursos suficientes y hay que saber muy bien dónde y cómo gastar. Si hoy viniera un político que tuviera intenciones de mejorar preguntara dónde conviene poner los recursos, hay que saber contestar a eso, hay que tener estudiado el territorio, hay que saber también lo que ha pasado y lo que pasa en el mundo. Hay evidencias de cuáles son las políticas que tienen mayor impacto, mayor tasa de retorno. Una es la educación inicial, la primera infancia, eso lo sabemos, y, sin embargo, no logramos avanzar lo suficiente, hay un tercio de chicos que no tiene acceso a nivel inicial.

El libro La Trastienda de la Educación, políticas educativas en escena, recopila trabajos de: Inés Aguerrondo, Brenda Austin, Claudia Balagué, Jaime Correas, Alejandro Estévez, Jorge Gorostiaga, Walter Grahovac, Carina Lion, Claudia Romero y Claudio Suasnábar.