En los medios

Clarín
21/09/22

Escuela secundaria: una estructura vaciada de sentido y una estafa que hipoteca el porvenir

Claudia Romero, profesora de las Especializaciones y Maestrías del Área de Educación de la Escuela de Gobierno, escribió sobre la importancia de la escuela secundaria y su estado actual.

Por Claudia Romero


Clases en una secundaria del Gran Mendoza. Los Andes.


La educación secundaria es clave para el desarrollo del país. Es la principal política pública de inclusión social de los jóvenes a través del aprendizaje. La Ley Nacional de Educación del 2006, sancionó su obligatoriedad y le asignó tres finalidades: la formación para la ciudadanía, la continuidad de estudios superiores y el mundo del trabajo. No sólo es un derecho individual, es un pasaporte hacia el futuro de la Argentina.

Nuestra secundaria transita desde su origen elitista en el siglo XIX hacia una universalidad que aún es retórica. Hoy casi todos los jóvenes acceden, pero menos del 20% egresan con niveles satisfactorios en matemática y comprensión lectora. La mayoría de ellos son pobres, cientos de miles viven en familias que desconocen el trabajo formal y la educación incumple la promesa de revertir lo que la cuna les niega. Aún graduados, pero sin competencias cognitivas básicas y habilidades socioemocionales como la responsabilidad y la autonomía, no podrán sostener estudios superiores ni acceder a un trabajo.

Las políticas educativas ponen parches y andamios que protegen una estructura tradicional vaciada de sentido. Sin reformas integrales y profundas del curriculum, la formación docente y la organización escolar, el pasaporte hacia el futuro se convierte en certificado de una estafa educativa que hipoteca el porvenir.

En la sociedad del conocimiento la principal restricción al crecimiento es la falta de recursos humanos calificados. El “Caso Toyota” es paradigmático: la empresa no lograba cubrir puestos de operarios porque, aunque los candidatos tuvieran el secundario completo, no podían comprender un texto. Un estudio de 2021 de la Cámara de la Pequeña y Mediana Empresa (CAME) en 11 provincias, muestra que 9 de cada 10 empresas requieren capacidades que la escuela no genera y la mayoría estaría dispuesta a colaborar con el sistema educativo para desarrollarlas. Es una buena noticia, así funciona en los países que crecen.

Los jóvenes miran con tristeza cómo se escurren sus oportunidades. En una encuesta reciente realizada por el Ministerio de Educación de CABA en el último año de secundaria, más del 80% piensa que el país estará peor o igual en los próximos 5 años. Jóvenes atrapados en un país que ve crecer la frustración y el resentimiento. Esas “pasiones tristes”, como las llama Françoise Dubet, son la base de los populismos y las salidas autoritarias. Es urgente desactivar esta bomba y revertir la catástrofe de vivir sin horizonte.