Di Tella en los medios
Clarín
12/08/13

La insurgencia de las clases emergentes

Por Por Mariano Turzi. Profesor de Relaciones Internacionales y Director del Programa Asia Pacífico.

Por Mariano Turzi. Profesor de Relaciones Internacionales y Director del Programa Asia Pacífico.

¿Estamos en la "era del disenso global"? ¿Por qué millones de personas se indignan en España, ocupan Wall Street en EE.UU., demandan en Plaza Tahrir, chocan contra las políticas gubernamentales en el Parque Gezi, incendian autobuses en San Pablo, se incendian en Túnez, descargan su furia virtual en China? ¿Tiene algo en común esta ola de movilizaciones? La clase media global sumará 1200 millones de personas en los próximos siete años.

Es decir, que en 2.020 habrá alcanzado los 3.200 millones, un aumento de 78% respecto del 2009. Tiene poca memoria de sacrificios pasados (guerras, hambrunas), mayor educación y conciencia de derechos. Gracias a la prosperidad reciente de los mercados emergentes y a programas estatales de transferencia de ingresos, también sus aspiraciones -de representación y de consumo- son mayores. El poder será contestado con mayor frecuencia e intensidad. Ignorarlo no será posible; reprimirlo, contraproducente.

Las demandas son diversas y difusas. Y los dispa- radores son diferentes. No es posible anticiparlas, ya que las protestas surgen de manera aleatoria en tiempo y lugar. Tampoco puede preverse la extensión o el efecto cascada que generarán: si se aplacarán con el reclamo puntual o si impugnarán al sistema político todo. Pero esos son los síntomas.
La causa tiene un denominador común, que ya anticipó Samuel Huntington en 1968: el desfase entre transformaciones sociales y desarrollo institucional. Cuando el ritmo de la movilización socioeconómica y la participación política es elevado y el de la organización e institucionalización política bajo, se genera inestabilidad y desorden. En la primera frase de su libro "El Orden Político en las Sociedades en Cambio" lo dice: "La diferencia política más importante entre los países no es su forma de gobierno sino su grado de gobierno".

Sin instituciones para garantizar los cambios socioeconómicos, las demandas de libertad, ex- presión, asociación y representación pueden hacer colapsar el sistema.

Resalta la esencial necesidad de tener gobierno; autogobierno si es posible, buen gobierno si se es afortunado; pero en cualquier caso la clave es que haya orden o gobierno. Garantizar el orden no es una imposición reaccionaria sobre derechos y libertades. Se puede tener orden sin libertad, pero no se puede tener libertad sin orden.
Así como en el campo económico, también en el político los emergentes están dejando atrás el pa- radigma tradicional "democracia o autoritarismo".

Combinan elementos de ambos y ensayan modelos heterodoxos, híbridos, nuevos y propios para responder a los desafíos de la gobernanza. Si en el pasado democracia y dictadura fueron funcionales a los designios imperiales "del Norte", hoy el riesgo es justificar la arbitrariedad sólo por ser "del Sur".

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