El porqué del triunfo de la Presidenta

El abrumador triunfo de Cristina Fernández es el resultado de tendencias electorales, méritos propios y problemas ajenos. 

De no haber ocurrido la derrota en las elecciones legislativas y de medio término de 2009, es probable que nos preguntáramos simplemente por qué no iba a ganar. ¿Cómo pudo el Gobierno revertir la situación?

En una comparación temporal, el gobierno de Cristina se encuentra en la posición exactamente opuesta al de Raúl Alfonsín en 1997: después de la arrasadora ola alfonsinista en los comicios legislativos de 1995, dos años después el radicalismo se enfrentó a una debacle electoral frente al peronismo en el momento en que se decidían gobiernos provinciales. ¿Por qué este recuerdo?

El peronismo ha tenido más fuerza en elecciones de cargos ejecutivos que en las realizadas para el Congreso porque tiene más capacidad para presentarse como una alternativa de gobierno. Sólo si tomamos los últimos años, vemos que en las legislativas de 2005 el Frente para la Victoria no llegó al 30 por ciento, mientras que en las presidenciales de 2007 superó el 45 por ciento. ¿Fue entonces el resultado de 2009 un susto injustificado que no se repetiría de elegirse cargos ejecutivos?

Si bien no se puede ofrecer un sí rotundo como respuesta, parece que el electorado es menos proclive a favorecer a la oposición cuando lo que está en juego es el propio gobierno.

El mérito propio, entonces, es haber logrado convencer a la mayoría de los argentinos de que realmente se lo ejercía. Y los problemas ajenos están relacionados con la incapacidad que ha mostrado la oposición de convencer a los electores de poder realizar esa tarea. Si es así, los votos del Frente para la Victoria probablemente hubieran sido aún más si las primarias no hubieran ya develado que el domingo no estaba en juego quién llegaba al Poder Ejecutivo.