Di Tella en los medios
Diario Perfil
10/07/11

Motivos e ideas

Por Manuel Mora y Araujo, Profesor de la Universidad Torcuato Di Tella.

El análisis del voto en términos de dimensiones ideológicas "clásicas" –izquierda-derecha, por ejemplo– va perdiendo crecientemente vigencia. Sin duda, hay fuerzas políticas cuya identidad se sostiene todavía en algunos de esos términos.

Pero eso sucede, sobre todo, en la mente de los dirigentes; sus propios votantes a menudo los votan por otras razones, y por eso las corrientes del voto tienden a alejarse de esos dirigentes que no alcanzan a establecer un diálogo sustantivo con quienes podrían votarlos.
Cuando eso sucede, algunos dirigentes optan por la fidelidad a sus principios de identidad ideológica; pasan a representar ideas en lugar de representar a ciudadanos.

La elección en la Ciudad de Buenos Aires este domingo ha sido bañada, de tanto en tanto, por esos conceptos. Ante todo, porque desde ya hay algunas candidaturas que se ofrecen en términos duramente ideológicos. Tienen pocos votos; más bien se diría que hacen más ruido que los votos que consiguen, pero persisten fieles a las ideas que quieren representar. Más allá de esos casos minoritarios, el baño de análisis ideológico es más frecuente en los comentaristas y críticos de la política que en los candidatos. No es raro leer en algún comentario periodístico que, por ejemplo, si Filmus llega a la segunda vuelta va a obtener votos que en la primera vuelta fueron a Solanas porque los aproxima la afinidad ideológica. Desde esas perspectivas parece inconcebible que votos que fueron a Solanas se vuelquen después a Macri. Y lo contrario ocurriría si fuese Solanas quien llega al ballottage.

Sin embargo, eso que ideológicamente parece inconsistente es lo que, según los fríos números, puede suceder; que votos de Solanas en la primera vuelta terminen en Macri en la segunda. Del mismo modo, algunos votos que fueron a Estenssoro o a López Murphy en la primera vuelta podrían ir a Filmus en la segunda. En estos votantes, por caso, predomina el "anti macrismo" antes que cualquier consideración ideológica, del mismo modo que en otros votantes (por caso, los de Solanas) predomina el "anti kirchnerismo" y no las preferencias de izquierda.

Los estudiosos norteamericanos Sniderman, Brody y Tetlock, en su libro Reasoning and choice, analizan el fenómeno que denominan "razonamiento ideológico". Una de sus conclusiones es que algunos norteamericanos se definen a sí mismos como de "izquierda" o de "derecha" (liberal o conservative, en la jerga de su país); pero otros (muchos otros) no se sienten ni lo uno ni lo otro y, más interesante, algunos son un poco de las dos cosas. Esos votantes, ironizan los autores, no saben que si uno es un poquito más de derecha tiene que ser un poquito menos de izquierda, y al revés.

La imaginación política argentina se anticipó a esos análisis. Hace más de sesenta años, Perón inventó una dimensión que cortó al electorado por otro lado: peronismo, que podía cobijar tanto a populistas como a corporativistas, a conservadores, nacionalistas acérrimos y marxistas convencidos; y enfrente de eso la Unión Democrática, que incluía a radicales, conservadores y comunistas, todos mezclados. A juzgar por cuanto duró, fue un invento político genial, hasta el punto que al día de hoy uno de los grupos aparentemente más ideológicamente de izquierda del gobierno de Cristina de Kirchner adoptó como nombre propio el del legendario dirigente conservador Cámpora, sumado a las filas de Perón en la primera hora y ungido décadas más tarde presidente (provisional, en los planes del general) acompañado por otro conspicuo conservador de los primeros tiempos, Solano Lima, quien no se había sumado al peronismo originario, pero lo abrazó años después. Con aquella fórmula de Perón los peronistas siguen cosechando victorias electorales de tiempo en tiempo, hasta el día de hoy.

Lo que sucederá en las urnas este domingo en la Ciudad Autónoma tendrá poco y nada que ver con las ideologías de origen decimonónico ni con sus remedos folclóricos de este siglo. Tendrá más que ver con que mucha gente quiere votar a quien está en el Gobierno –como vemos que está sucediendo en casi todos los distritos donde se ha votado hasta ahora este año–, alguna gente quiere votar para introducir sangre nueva en la política y en las administraciones, alguna está enojada con el Gobierno local; otra está enojada con el Gobierno nacional y alguna gente está indignada con casi todos y con casi todo el mundo y hasta ultimísimo momento no sabrá a quién votar o si votar en blanco o si quedarse en su casa.

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