Di Tella en los medios
Revista G7
6/04/11

Leopoldo Estol: Modos de ver y de pensar

A pesar de su juventud, ya lleva diez años exponiendo sus instalaciones en reconocidos museos. Ahora cambió de rumbo y prepara ua muestra distitnta con dibujos, en el Centro Cultural Recoleta.

Está por cumplir 30 años. Aunque eso no le genera angustia, dice: "¡No puedo creer que ya lleve diez años haciendo muestras!". Sus obras se exhibieron en espacios como la galería Ruth Benzacar o los centros culturales Recoleta y Borges. El Mamba, el Malba y el Museo de Arte Contemporáneo de Rosario adquirieron algunos de sus trabajos. Estudió Historia del Arte, se formó con Pablo Siquier y Jorge Macchi y participó en la Beca Kuitca. También se desempeñó como curador, publicó críticas en medios prestigiosos e incluso trabajó en Canal Á. Hoy asiste a Siquier durante sus clínicas de obra en la Universidad Torcuato Di Tella. Pronto inaugurará una exposición individual en el Centro Cultural Recoleta con un aspecto desconocido de su obra: los dibujos. Por ahora, aunque quizá sólo sea un momento, dejó de lado el ímpetu por acumular cosas de la vida cotidiana para armar instalaciones.

Estol asegura que es optimista ("cuando tomo mate, sobre todo") y cree que el arte es un espacio donde se pueden propiciar cambios a nivel "micro" (en los lazos personales, en las formas de percepción, en la experiencia colectiva). Dice que "vivir del arte no significa vender obras", que "vivir del arte" entraña una propuesta más integral, más profunda.

¿Por qué decidiste volcarte al dibujo? La técnica del dibujo me gusta. Ahora quiero hacer cosas que puedan conservarse. Me interesan los dibujos que no terminan de ser figurativos porque le permiten al espectador encontrar distintas cosas. No me gusta quitarle a la gente la libertad de ver. Pienso el dibujo como una fuerza intuitiva a la que, si le ponés voluntad, le das cuerpo.

¿Qué diferencias encontrás entre esta exposición y tus trabajos anteriores?
Mis muestras siempre fueron más conceptuales. Jugaban con el orden de los objetos. En el arte conceptual, se prioriza el desarrollo teórico, se busca crear una atmósfera, se piensan cosas vinculadas a la relación de la obra con los espectadores. Eso estuvo bien para empezar. Ahora, después de diez años, me cayó otra ficha. El dibujo me lleva a hacer algo con más referencias al arte. Cuando uno piensa en arte, piensa en alguien como Picasso: mostrar un gesto y bancarse ese gesto.

¿Cómo te llevás con el ambiente artístico? Podría hacerle muchas críticas, pero debo admitir que es una compañía para el artista. Muchos piensan que el mundo del arte argentino es el de Buenos Aires. Se olvidan de espacios como Tucumán. Allá pasan cosas muy interesantes. La escena rosarina también es increíble, con buena formación y muchos artistas jóvenes. Fuera de eso, existe un arte íntimo que uno encuentra en alguien que va cantando por la vereda; ese arte tiene unas condiciones de existencia muy inestables.

¿Las artes visuales deben hablar de la realidad social? El arte no es transparente, sino opaco. Entonces, la mirada debe detenerse, hacer interpretaciones, lecturas. Eso caracteriza, sobre todo, a las artes visuales y torna difícil que el "gran público" se acerque. Esa opacidad puede generar fastidio porque no es inmediata. En algunos casos, las obras te proponen que te detengas a pensar qué pasa ahí, aunque te dé dolor de cabeza, en vez de rechazarlo de entrada.

¿Te sentís parte de una generación de artistas? Sí. Formar parte de una generación significa que otros te pasan bien la pelota, que te dan oportunidades. En una generación hay personas con las que te querés encontrar y personas con las que no te sentís cómodo. Hay que soportar los malentendidos y los desacuerdos para formar parte de una generación, pero también encontrás compañía ahí. Cuando soy optimista, creo que se pueden hacer cosas en el arte que lleven a la sociedad a pensar de otra manera, que convoquen a detenerse un momento para mirar de otro modo.

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