El reto de capacitarse y competir

Capacitarse es la palabra clave que caracterizó toda una década. ¿No fue acaso la capacitación una de las piezas que impulsó, en el comienzo de 2000, el gran posicionamiento de la actividad inmobiliaria, que, como bien define Estela Reca, directora del Instituto de Capacitación de la Cámara Inmobiliaria Argentina, genera gran interés en la economía tanto como los índices bursátiles?

¿Y no fue todo un suceso el gran salto que dio la maestría en Desarrollos Inmobiliarios de la UB, que dirige Fernando Burone, o la especialización en Negocios de Real Estate, que tiene al frente a Gustavo Llambías en la Universidad de San Andrés; la que dirige Herman Faingebaum en la Torcuato Di Tella, o la MDI, a cargo de Juan Carlos Franchesini?

Es verdad: la capacitación fue un reto que parecía muy lejano, pero que creció notablemente y reunió tanto en los claustros universitarios como en la institución terciaria que depende de la CIA cantidad de alumnos, llegados incluso de otras carreras, que han encontrado en el Real Estate un camino interesante para explotar, descubrir y generar fuentes de trabajo.

Este esfuerzo educativo está dando sus frutos y continuará creciendo, apoyado además en la garantía de contar con una flamante entidad como el Colegio Unico de Corredores Inmobiliarios de la Ciudad de Buenos Aires (Cucicba), que exige matricular a los profesionales del sector inmobiliario para encarar seriamente su trabajo cotidiano.

Capacitarse también significa superar un peldaño tras otro, ampliar el horizonte del conocimiento más profundo y minucioso e integrar toda la información apropiada de esta actividad a otros temas acaso más sofisticados que exigen constante actualización y la concurrencia a cursos, seminarios y otros formatos de especialización.

Esto es parte de la formación de los profesionales, pero queda otra que también enriquece, como la participación en congresos locales e internacionales, donde es posible acercarse a figuras o líderes del Real Estate que aportan su experiencia en el largo y complejo devenir de este mercado que mueve millones de dólares en el mundo y otros tantos millones en mano de obra y generación de puestos de trabajo.

Hoy, sin el conocimiento es imposible competir, ganar espacio y escalar posiciones. Pero no hay que olvidar ofrecer todo ese bagaje con ética y honestidad -también intelectual- al servicio de una sociedad que espera idoneidad y calidad personal.