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18/03/18

Putin superpoderoso, pero después de este mandato, ¿qué?

Juan Negri, profesor de Ciencia Política de la Universidad Torcuato Di Tella, advierte que "puede haber una guerra por la sucesión".

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Con la obtención de un cuarto mandato en las elecciones de este domingo, Vladimir Putin, al frente de su país y desafiando a Occidente desde hace casi 18 años, se consolida aún más como una figura gravitante en el escenario mundial que busca reivindicar a la Rusia potencia, al tiempo que se abre la gran incógnita sobre su sucesión tras 2024.

Putin, el más longevo factor de poder en Rusia desde Stalin, asumió por primera vez como presidente en 2000 y, aun cuando fue primer ministro en el gobierno de Dmitri Medvedev, entre 2008 y 2012, su monopolio sobre la escena política en Rusia en lo que va de este siglo ha sido total.

Aunque ya anticipó que no planea reformar la Constitución para que lo habilite a un tercer mandato seguido, todo en él es incierto. ¿Qué pasará en 2024? ¿Quién podría sucederlo? ¿Está incubando algún delfín?

"Es muy incierto lo que hará Putin; incluso dudo que él lo sepa todavía", dijo

Alexander Kliment, especialista en Rusia, editor del sitio sobre geopolítica Signa y consultor de la usina de pensamiento Eurasia Group. "Su estilo es dejar decisiones críticas hasta el último minuto; es reacio a cambiar la Constitución porque crearía una impresión

negativa en el exterior y, si nombra un sucesor, tiene que ser alguien que proteja sus intereses luego de dejar el poder", agregó Kliment en declaraciones a Télam.

Juan Negri, profesor en Ciencias Políticas de la Universidad Torcuato Di Tella y de la Universidad de San Martín, advierte que "puede haber una guerra por la sucesión".

"No es irreal suponer que sectores de su propia coalición empiecen a plantear sucesores, y muchas veces en estos regímenes, la oposición y las fricciones vienen del propio interior", añadió.

Si bien, según analistas, en Rusia el gobierno controla los resortes del poder y los medios de comunicación, reprime a críticos u opositores y persigue minorías, Putin es genuinamente popular, con encuestas que lo ubican con 60 o 70 por ciento de imagen favorable.

Uno de sus logros centrales fue haber reposicionado a Rusia dentro de la geopolítica mundial como potencia. "Después de la caída de la URSS, Rusia había quedado a un costado del orden mundial, y Putin apunta a redimensionar su país dentro de ese orden", dijo el profesor Martín Baña, quien comparó al presidente con dos de los más grandes líderes rusos, el zar Pedro el Grande y el dictador Joseph Stalin.

"Hay una serie de continuidades, como la idea geopolítica de recomponer el imperio, y Putin es heredero de esa tradición en política exterior", agregó Baña, titular de la Cátedra de Historia de Rusia de la UBA.

La popularidad de Putin comenzó con el caótico fin del gobierno de Boris Yeltsin, el primer presidente tras caída de la Unión Soviética, quien cedió su cargo al actual mandatario a fines de 1999 al renunciar en medio de un colapso económico y de enormes problemas sociales y políticos. Por el contrario, los expertos remarcan que Putin se asocia con cierto bienestar económico, y su discurso nacionalista funciona muy bien y devuelve el orgullo a los rusos, pese a ser visto también como autoritario, poco amigo de las libertades civiles y las minorías.

Además, puso énfasis en la construcción de su figura como líder nato, ubicuo y

masculino: Putin piloteando un submarino o un avión, nadando en agua heladas o montando un caballo con el torso desnudo, abrazando su identidad euroasiática, defendiendo la territorialidad y desafiando a Occidente en Siria.

Y aprovecha esa síntesis entre la gloria imperial zarista y la pulsión soviética con la derrota a los nazis y la carrera espacial, confrontado particularmente a Estados Unidos.

"Quien no extraña a la Unión Soviética no tiene corazón, y quien quiere volver a ella no tiene cerebro", es su frase insignia, y nunca se deshizo de su carné comunista.

"Putin es producto de una larga historia rusa; tiene la misma curiosa mezcla de mesianismo e inseguridad que definió el papel de Rusia durante siglos; cree en el destino de gran potencia imperial y lleva consigo parte del pasado soviético, pero no quiere recuperar la Unión Soviética; sus amigos y muchos ciudadanos se hicieron demasiado ricos en un mundo capitalista", opinó Kliment.

Para Baña, Putin se refiere a "un Occidente en decadencia y una Rusia como el único país que puede mostrar el camino a seguir", y Estados Unidos es una "suerte de enemigo que le permite reforzar su discurso nacionalista y disimular cierta crisis social y económica de salarios bajos, inflación e inestabilidad".

Y a la Rusia con ínfulas de superpotencia, le calzó de perlas Donald Trump en la vereda opuesta. "Es un personaje que socava las bases de la democracia y genera inestabilidad en su país, y eso disminuye al gran competidor; Trump es funcional, es el caballo de Troya", dijo Negri sobre este "estratega" mundial.

"Lo que les gusta a los rusos de Trump es que ya no parece querer que Estados Unidos juegue el papel de hegemonía; y, por supuesto, esa hegemonía vuelve loco a Putin y a la mayoría de los rusos", agregó Kliment.

A partir del lunes, no cambiarán muchas cosas. Los analistas coinciden: seguirán las tensiones entre Moscú y Occidente, en Ucrania, Siria y más allá, con acusaciones cruzadas de injerencia electoral.

La gran incógnita es qué va a pasar con la sucesión de un líder recargado hasta 2024.