Di Tella en los medios
Clarín
14/07/17

Empresarios, preocupados más por las elecciones que por sus negocios

Por Silvia Naishtat

Ernesto Schargrodsky, rector de la Universidad Di Tella, sostiene que “la política económica hay que juzgarla en función de su sustentabilidad política”

María Eugenia Vidal tuvo que convencer al presidente del Banco Provincia, Juan Curuchet, para que tomara una de las medidas más audaces en años: la rebaja del 50% para las compras con tarjeta. Curuchet, uno de los fundadores de la juventud universitaria del ya desparecido partido de Alvaro Alsogaray, se resistía. “Es populismo”, criticaban en su entorno. La gobernadora explicó que las utilidades de un banco público también se miden por su acción social. Uno de sus colaboradores tenía a mano el mapa que elaboró la consultora Elypsis de Eduardo Levy Yeyati, uno de los asesores del Gobierno que advierte sobre las carencias del conurbano. Y se lanzaron. El revuelo que provocó la medida, que aprovecharon docentes, policías y el resto de los empleados públicos bonaerenses, fue un indicio de que en esta campaña, al menos en Provincia, el oficialismo pondrá toda la carne en el asador. Es curioso. También Federico Sturzenegger, en una reunión con la banca comercial, reprochó tardanza con los créditos UVA, que dinamizan la construcción. En esos préstamos, la banca pública lleva la delantera. Sturzenegger se quejó airadamente por la falta de entusiasmo en ofrecer plazos fijos también ajustados por UVA, que, a criterio del presidente del Central. ayudará a fortalecer el ahorro en pesos. Desde el Central se juegan a que la inflación aflojará hacia las elecciones.

Pero puede haber sorpresa. Es que en octubre se realiza otra revisión del precio de los combustibles. Y ya se sabe, Juan José Aranguren es de los que cumplen a rajatabla los acuerdos. Lo hizo en abril, cuando el gasoil bajó 2,6% y este mes, cuando subió 6% y generó fuertes quejas de los aliados del campo. ¿Retrasarán el aumento? Cuentan que Mauricio Macri siempre se inclina por el razonamiento de su ministro de Energía. Después de todo, es el único que exhibe la prometida lluvia de inversiones tras los US$ 6.500 millones logrados para obras en energía. Esta semana comienzan a ingresar 1,2 millones de paneles solares para el Norte y hay cuatro grupos decididos a fabricarlos en el país. Otro imán es el litio, con ocho firmas instalándose para llevar la producción en tres años a 200.000 toneladas. Es la mitad de lo que se produce en todo el mundo.

¿Ayudarán esas noticias en el resultado electoral? Como el Gobierno, muchos empresarios están más pendientes de las elecciones que de sus negocios. Algunos muestran cierto desencanto con la Casa Rosada, al deslizar que se trata de gente “que nunca rompió un plato, que llegó a la función pública con muchos masters y poca calle”. Eso sí, elogian “ese ejemplo de sencillez y de cercanía con la gente” que encarna Vidal. Y agregan: “Un Gobierno no es una ONG, necesita transformaciones irreversibles y tomar más riesgo”. Piden ir más rápido. ¿Lo harán tras las elecciones? En Jefatura de Gabinete trabajan en el reordenamiento del Estado y niegan que se trate de un ajuste. Aseguran que la economía crece al ritmo anualizado del 4% y afirman que cumplirán con la meta de reducción del déficit sin tocar el gasto social. “Con 20 puntos, la inversión social es lo que más creció en el Presupuesto”, sostienen y señalan que se sigue subsidiando el 50% de las tarifas de aquellos que pueden pagar y que si se considera a la tarifa social, escala al 60%. Son graduales.

Ernesto Schargrodsky, rector de la Torcuato Di Tella, sostiene que “por su debilidad política en el Congreso y la resistencia de la oposición y los sindicatos a cualquier intento de reducción del déficit, la política económica hay que juzgarla en función de su sustentabilidad política. Dadas las restricciones, optaron por el gradualismo y creo que es lo más razonable”.

En Wall Street celebran que el ministro Caputo tenga los vencimientos cubiertos hasta el primer trimestre de 2018. Allá avisan que si el mundo estornuda, Argentina tendrá problemas. Hay, sin embargo, apetito por las empresas argentinas que se están preparando para desembarcar en Wall Street. Un caso es Irsa, con una nueva emisión de acciones, después de años, reestructurando el grupo en finanzas, campos y propiedades comerciales. Ese clima notó, precisamente, Daniel Novegil, CEO de Ternium, en el Investor Day que realizó en el Guggenheim de Nueva York. “Soy optimista sobre la recuperación económica, pero la industria sufre por carga impositiva y costo argentino ( logística, transporte, almacenamiento y conflictividad laboral).

Falta reducir el gasto para bajar el déficit y recurrir a menos financiamiento”, sentenció. Daniel Funes de Rioja cuenta que en Frankfurt, donde participó como representante del sector privado del G 20, nadie le preguntó qué va a pasar con las elecciones, sino por proyectos. Y resaltó que las inversiones en alimentación, que se derrumbaron a US$600 millones en 2015, en los primeros seis meses de este año superan US$ 1.250 millones. Una buena señal. “No hay inversión si no hay rentabilidad”, contradice Miguel Bein que observa esa rentabilidad buscada en muy pocos sectores (gas, litio y el campo). El economista cree que viene una buena cosecha gracias a la mejora de los precios. Claro que con una cosecha ya no nos salvamos. Miguel Acevedo, titular de la UIA, reconoce una mejora “amarreta” en la economía. Pero José Urtubey rezonga por la alta tasa de interés.

Uno de los analistas políticos más agudos, observa al Gobierno en medio de presiones, la que le pide una transformación económica y la que exige otro ambiente moral, con una justicia más activa en las causas de corrupción. “Le están cobrando la consigna ‘cambiemos’; le reprochan falta de voluntad, pero el Gobierno no tiene cómo”. Este pensador recordó que “si Alfonsín tenía como objetivo entregar su mandato a otro civil, Macri debería mirar a 2019, con una hoja de ruta y plantearse entregar el sillón a alguien de su misma filosofía”. ¿Falta la hoja de ruta?