Albertina Carri y Alejo Moguillansky, en un encuentro sobre cine y política en la Di Tella
Los cineastas argentinos abrieron el primer encuentro del ciclo Política y Cultura en la mencionada universidad
"Somos una generación medio bisagra", le asegura Carri al moderador de la charla, el crítico Gonzalo Aguilar. Bisagra, fundamentalmente, entre dos modos de visualizar, realizar y producir cine. La que conocieron en sus tiempos de formación, cuando aprender cine también era ser fiel seguidor de cineclubes, ciclos y estrenos en enormes salas cinematográficas, y prepararse para filmar películas destinadas a ese circuito. A ese mundo pertenecían cuando, siendo aún muy jóvenes, entre 2000 y 2003, asistieron al lento exilio del público de las grandes pantallas hacia la intimidad de las películas vistas online, las series, la multiplicidad de los formatos digitales o, en el caso del cine independiente, a la exhibición en algún museo. Y es a estos nuevos tránsitos, tanto como a los nuevos "cuerpos de los espectadores" (mucho menos dispuestos a vieja y sagrada inmersión en la sala a oscuras) a los que buscan interpelar, hoy, Carri y Moguillansky, dos hacedores de imágenes inclasificables, hambrientas de experimentación y decididamente alérgicas a cualquier cliché. Imágenes políticas sin necesidad de enunciarse como tales.
Memoria y materia
En El loro y el cine, Moguillansky articuló la mirada cinematográfica con el universo de la danza; en El escarabajo de oro, trabajó con la materialidad del registro documental; en todas, insistió con un objetivo: "No ser un burócrata del argumento". En las compañías de danza y teatro, en su modo de "llegar ciegos a un ensayo" encontró el motor para la búsqueda cinematográfica y la realización de "películas huérfanas del sistema de subsidios". En eso, más que en la literalidad discursiva, él encuentra un potencial político para sus trabajos. "Soy argentino, soy político -sonríe-. Creo que las formas pueden ser algo político, no sólo los argumentos. Ahí hay una batalla para dar".
Que estallen los moldes
Para Carri, directora de Asterisco, Festival Internacional de cine LGBTIQ, lo político también pasa por poner en escena "otros cuerpos, otros goces". En esta línea, trabaja en su última película: Las hijas del fuego, film de sexo explícito, historia de "chicas que viajan y tienen sexo", que aún está en proceso de realización y cuya directora aún no tiene decidido a través de qué vías se exhibirá: viralización en redes, presentación en salas de cine condicionado o salas del Incaa. "La película es política en su relato y en su producción -comenta-. Se va haciendo por fuera de los canales convencionales, a medida que pasa el tiempo, reescribiéndose a partir de los recursos con que se van contando". No es su primera aproximación al registro pornográfico: Barbie también puede estar triste fue una experimentación con este género, y Pets, un film realizado con material de archivo de películas de sexo explícito de los años 70 y sonido de una película porno soft. Con todo, Carri asegura no estar demasiado de acuerdo con las corrientes feministas que proponen una "apropiación de la pornografía". "Habría que desarticular la idea de propiedad -dice-; habría que encontrar un acercamiento más amoroso".
Respecto de Moguillansky, actualmente trabaja en La vendedora de fósforos, película que nace durante la filmación, hace unos años, de una ópera en el Colón. "La había venido a dirigir un alemán, un veterano de las vanguardias, alguien que todavía hablaba de arte burgués y arte revolucionario -relata-. Pero resulta que llega a Buenos Aires y se encuentra con una orquesta que está en huelga". Allí, en el melómano alemán devoto de las vanguardias lidiando con un grupo de músicos que en el Sur del mundo lo recibían con una medida de fuerza, Moguillansky vio la película. Hace dos años que viene trabajando en ella. "Es un film ensayístico -describe-. Lo filmo con regularidad nula; me parece interesante el proceso: un trabajo como por capas". La vendedora de fósforos tiene que ver con el modo de producción que, a su entender, mejor puede garantizar una imagen capaz de hincarle los dientes -ese gesto político- a lo contemporáneo: "No saber a priori la película que querés".
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