Di Tella en los medios
La Nación
8/06/16

Torcuato Di Tella: heredero de un imperio y peronista de izquierda

Por Nicolás Cassese

Torcuato Di Tella siempre quiso dedicarse a los libros y a la vida contemplativa, pero su periplo estuvo repleto de aventuras.

Fue el hijo rebelde de uno de los industriales más poderosos de la Argentina, ingeniero por imposición familiar, joven viajero, uno de los primeros intelectuales en pensar el peronismo desde la izquierda, preso por error el 24 de marzo de 1976, secretario de Cultura y embajador en Roma del kirchnerismo, además de locuaz e irreverente hasta sus últimos días.

Di Tella tenía 86 años y murió ayer, a las 5.47 de la madrugada. Estaba internado en la clínica Mater Dei y sufría cáncer de páncreas. Lo velaron en la Universidad Torcuato Di Tella -"la homónima", como la llamaba él- y el entierro será hoy en el cementerio de la Chacarita. Con Torcuato se acaba una de las dinastías industriales más poderosas del país. Lo sobreviven su mujer -Tamara- y sus cuatro hijos -Víctor, Andrés, Sebastián y Carolina-, pero no así el imperio industrial que comandó su padre, también llamado Torcuato, símbolo de una Argentina que alguna vez fue próspera.

Torcuato padre, que emigró a la Argentina desde su aldea natal en el sudeste de Nápoles con 13 años, terminó al frente de SIAM, el sello detrás de los electrodomésticos de la primera mitad del siglo XX. Torcuato Salvador Francisco Nicolás, su primer hijo, nació el 29 de diciembre de 1929. Un año y medio después lo siguió su hermano, Guido José Mario.

Los Di Tella se criaron en una casona de Belgrano. Los domingos su padre los llevaba a la fábrica de SIAM, en Avellaneda. Torcuato padre era un hombre severo y con un plan: que sus hijos lo sucediesen en la conducción de sus empresas. Como hermano mayor, Torcuato era el elegido, pero a él le gustaban los libros. Trató de resistir su destino de ingeniero, pero fracasó.

Para escaparse del mandato familiar, Torcuato eligió viajar. Primero a la Universidad de Columbia, en Nueva York, a hacer un máster en Sociología. Allí se dejó cautivar por Kamala Apparao, una india de ojos oscuros y carácter fuerte con la que emprendió un viaje iniciático. Como experiencia sociológica, Torcuato cosechó zanahorias en un kibbutz de Israel. "La única vez que trabajé", solía bromear. Duró poco. Desatendiendo los consejos familiares, Torcuato siguió a su novia a la India y se casaron en 1954, sin ningún Di Tella entre los invitados. Fue el inicio de un matrimonio complejo e itinerante.

El auge

Para inicios de los 60, Torcuato, Kamala y sus dos hijos se encontraban en Buenos Aires para vivir la década del gran auge del apellido Di Tella. Era la marca detrás del auto elegido por los taxistas de Buenos Aires, el SIAM Di Tella 1500, y sinónimo de arte de vanguardia gracias al instituto con el mismo nombre. El motor detrás del centro de arte y de la empresa era Guido. Torcuato acompañaba. "Es una forma de acelerar el socialismo, que tarde o temprano nos quitará todo", decía Torcuato para explicar las donaciones familiares que sostenían el Instituto Di Tella.

El socialismo nunca llegó, pero los 
Di Tella casi se quedan sin nada a inicios de los 70. La violencia política acabó con el universo pop del instituto de arte y las malas decisiones gerenciales hundieron el imperio industrial. Febriles gestiones de Guido lograron transferir la empresa quebrada al Estado, salvando así la fortuna familiar. Al final, ninguno de los dos hijos pudo sostener el mandato del padre y quedaron libres para ejercer su gran vocación: la política y la educación. Su gran legado es la Torcuato Di Tella.

La mañana del golpe del 24 de marzo de 1976, Torcuato caminó desde su departamento de soltero -estaba recién separado de Kamala- hasta la casa de su hermano. Lo recibieron los militares que habían ido a secuestrar a Guido. Se llevaron a ambos. Pasaron ese día en el buque de guerra 33 Orientales. Una gestión de Martínez de Hoz, amigo de Guido, logró que los liberaran. A Torcuato, el peronismo lo agarraría en su versión de izquierda: fue secretario de Cultura y embajador en Roma del kirchnerismo. Allí lo acompañó su segunda mujer, Tamara Chichilnisky.

Inmigrantes a principios del siglo XX, industriales prósperos en los 40 y quebrados en los 70, peronistas (de izquierda y de derecha), presos políticos, exiliados, mecenas del arte de vanguardia y el apellido detrás de una universidad de prestigio, en los 
Di Tella se cifra parte de la historia del último siglo en la Argentina.