Di Tella en los medios
El Economista
26/05/16

“Es posible diversificar nuestras exportaciones”

Entrevista David Kohn, PhD en Economía y profesor de la UTDT

En diálogo con El Economista, David Kohn descarta, tal como vienen mostrando las estadísticas, un boom exportador luego de la devaluación. “Los datos muestran que las exportaciones no reaccionan inmediatamente a las devaluaciones grandes sino que les lleva entre dos y tres años ajustar al nuevo nivel del tipo de cambio”, explica. ¿Puede llegar a exportar US$ 100.000 millones nuestro país? “Sí, pero recién en 2018”, dice. Asimismo, habla del escaso dinamismo del comercio mundial y sobre uno de los desafíos estructurales recurrentes del país: diversificar la canasta exportadora y los mercados de destino de nuestras ventas externas.

En los últimos años, era común escuchar que la debacle exportadora argentina respondía, esencialmente, al hecho de que el tipo de cambio estaba atrasado y, por ende, el país era caro en dólares. Tras el salto cambiario de diciembre, los datos del primer trimestre muestran que las exportaciones crecieron muy levemente.
¿Por qué?
Aún con la fuerte devaluación de 40% en diciembre, el tipo de cambio real multilateral está hoy más apreciado que durante los años 2012 y 2013 y 40% más apreciado que su valor promedio durante el período de gran crecimiento de las exportaciones entre 2003 y 2007.
Por otro lado, los datos muestran que las exportaciones no reaccionan inmediatamente a las devaluaciones grandes, sino que les lleva entre dos y tres años ajustar al nuevo nivel del tipo de cambio.
Esto sucede porque las inversiones necesarias para incrementar la producción llevan tiempo y porque los exportadores enfrentan costos hundidos importantes al incursionar en nuevos mercados, y es agravado por el deterioro en el acceso al crédito que suele acompañar a las devaluaciones. Por lo tanto, es necesario que las firmas perciban que se trata de un cambio persistente en el tipo de cambio real y que no será rápidamente erosionado por la inflación. A largo plazo, si queremos salarios altos y un tipo de cambio competitivo, son necesarias políticas dirigidas a aumentar la productividad en el sector de bienes comercializables internacionalmente.

Luego de llegar a un pico de casi US$ 85.000 M en 2011, las exportaciones argentinas comenzaron a caer y, en 2015, apenas superaron los US$ 55.000 M. ¿Cuándo volveremos a los niveles de 2011 y es posible en el futuro cercano llegar a los US$ 100.000 M?
 La caída en las exportaciones desde el 2011 puede explicarse por la desaceleración de China y la consiguiente caída en los precios de los productos primarios, la recesión en Brasil, y políticas domésticas, como el atraso cambiario y la instauración del cepo cambiario, que limitaron el acceso a insumos importados y disminuyeron la rentabilidad de las exportaciones Para entender cuánto tiempo nos llevaría volver al nivel de exportaciones de 2011 es posible estudiar las experiencias de grandes devaluaciones en países emergentes durante los últimos treinta años.
Usando estos datos, en una de mis investigaciones encontramos que una devaluación real de 40%, si se mantiene en el tiempo, es acompañada por un aumento promedio de las exportaciones de aproximadamente 55% en el tercer año posterior a la devaluación. Es decir, las exportaciones argentinas alcanzarían el valor de 2011 recién para el año 2018. Alcanzar la cifra de US$ 100.000 millones sería cuestión de tiempo, si se mantiene el crecimiento de la economía y se evita la apreciación del tipo de cambio real. Estos hitos podrían alcanzarse antes si el contexto externo mejora, se facilita el acceso a insumos importados, o se logra un mayor acceso al crédito para las empresas luego de la salida del default.

Uno de los hechos que destacan los especialistas en comercio internacional es que los flujos comerciales nunca recuperaron el dinamismo previo a la gran recesión de 2008-2009. ¿Qué pasa?
Efectivamente, el comercio internacional como proporción del producto mundial se estancó a partir del 2008, luego de duplicar su participación en el producto mundial desde mediados de los ‘80. Hoy las exportaciones globales representan 30% del producto mundial. El crecimiento excepcional de las últimas décadas respondió en parte a la integración de China y de las economías del Este europeo al comercio mundial, y a la rápida expansión de la fragmentación internacional de la producción. El efecto de estos factores de transición puede estar llegando a su fin y el comercio mundial podría haber alcanzado su pico. Pero el estancamiento reciente se explica, también, por factores cíclicos: el colapso del crédito, la caída de la inversión a nivel mundial –intensiva en bienes importados–, y la débil recuperación de la demanda agregada en países de la Unión Europea y en China, que provocaron una menor demanda de bienes importados y, por lo tanto, un menor crecimiento de los flujos comerciales.

Se suele escuchar que el país debe diversificar su canasta exportadora y sus destinos de exportación.
¿Lo ve posible y por dónde habría que arrancar?
Sí, veo posible una diversificación en el futuro, tal como lo lograron otros países agroexportadores como Canadá, Australia o Nueva Zelanda, pero se trata de un proceso de largo plazo. A nivel agregado, la mejor manera de incentivar el desarrollo de industrias de alto valor agregado que permitan diversificar las exportaciones es mediante estabilidad macroeconómica, políticas consistentes de mediano y largo plazos, y una gradual apertura económica que permita el acceso a insumos de mejor calidad. A nivel micro, la evidencia muestra que firmas que han logrado exportar anteriormente tienen una mayor probabilidad de hacerlo en el futuro.
Es decir, el conocimiento previo del mercado exportador permite a las empresas adoptar las técnicas necesarias para mejorar la calidad de los productos y competir en el exterior, estableciendo relaciones comerciales duraderas. Así, las políticas focalizadas a nivel industrial para disminuir las barreras de entrada a los mercados externos, tales como facilitar el acceso a información sobre la demanda externa, permitir un mayor acceso al crédito y premiar a los exportadores pioneros, son fundamentales tanto para que nuevas empresas comiencen a exportar como para exportar a nuevos destinos.

¿Puede Argentina tener, como hicieron muchos países asiáticos, un modelo de crecimiento export-led o no es posible?
Más allá de las políticas específicas de fomento de las exportaciones mencionadas antes, hay factores macroeconómicos que restringen el crecimiento de la producción y las exportaciones en Argentina.
En los últimos treinta años, el ahorro interno en Argentina ha superado en contadas ocasiones el 20% de su producto, muy lejos de las tasas de ahorro de más del 30% de China y varios países del sudeste asiático. Con tan bajas tasas de ahorro no tenemos ni el nivel de inversión ni el financiamiento necesarios para generar un crecimiento sostenible del producto y de las exportaciones –intensivas en crédito–, y somos vulnerables a los vaivenes del financiamiento externo. Un caso más próximo a nosotros es el de Chile: desde mediados de los ‘80, casi duplicó la participación de sus exportaciones en el producto, siguiendo una política gradual de apertura económica, política fiscal disciplinada, política monetaria de Metas de Inflación, y dejando flotar el tipo de cambio. Es importante tener en cuenta que la participación de las exportaciones argentinas en el producto bruto es menor que la de al menos ciento ochenta países de diferentes tamaños y está muy lejos del promedio mundial, lo que nos da espacio para ser optimistas sobre el crecimiento de las exportaciones, aún dentro de este contexto internacional negativo.

"Una devaluación real de 40% genera un aumento promedio de 55% en las exportaciones luego de tres años"

"La apertura económica, que permite el acceso a insumos de mejor calidad, es clave para diversificar la canasta"


*Por 
Por Alejandro Radonjic 

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