Di Tella en los medios
Página/12
28/03/16

La doctrina de Troilo

El pasado reciente de la relación bilateral y los intereses geopolíticos de Estados Unidos

Hace tres años, en noviembre de 2013, publiqué en El País (España) una nota en la que indicaba que aunque el Secretario de Estado John Kerry había señalado el fin de la Doctrina Monroe, eso no significaba el repliegue de Estados Unidos frente a América Latina. Dije entonces que era aconsejable empezar a contemplar el despliegue de la “Doctrina Troilo” en referencia al proverbial Nocturno a mi barrio, en el que Aníbal Troilo dice y se pregunta: “Alguien dijo una vez que yo me fui de mi barrio. ¿Cuándo? ¿Pero cuándo? Si siempre estoy llegando”. Creo que como dice el tango, Washington nunca se ha ido del barrio, siempre regresa y siempre intenta asegurar su proyección de poder en Latinoamérica.

En términos de inversión, comercio, asistencia socioeconómica, ayuda militar y policial, y venta de armamentos, así como en el tema de los flujos migratorios, remesas de nacionales a sus lugares de origen, penetración tecnológica, y planes antidrogas, Estados Unidos sigue siendo la contraparte más importante para la mayoría de los países de la región. A su turno, asuntos político-diplomáticos recientes como la normalización de las relaciones con Cuba, el respaldo al proceso de paz en Colombia, la actitud paciente frente a la delicada situación de Venezuela y la promesa de desclasificación de documentos sobre la dictadura en Argentina, han puesto de presente que Washington procura reconstruir, al menos en América Latina, su práctica del soft power (poder blando).

En ese contexto, cabe destacar que de los 53 países (los miembros de la ONU son 193) que hasta el momento ha visitado Barack Obama en sus dos mandatos, once son de la región: el 20,7 por ciento de sus viajes han sido a países latinoamericanos. La nación más visitada ha sido México, a donde ha ido cinco veces y con el cual tiene la agenda bilateral más densa, variada, compleja y contradictoria del continente. Ha ido a tres países de Centroamérica (Costa Rica, El Salvador, Panamá), a tres del Caribe (Cuba, Jamaica y Trinidad y Tobago) y a cuatro de Sudamérica (Argentina, Brasil, Colombia y Chile).

El redespliegue de Estados Unidos en el área es calculado, balanceado y ambicioso: no se trata solo de reafirmar su influencia en su característico mare nostrum, la amplia Cuenca del Caribe, que constituye, a su vez, su principal perímetro de defensa.

Sin duda hay motivos geopolíticos que explican el renovado interés en el área. Existen razones de orden doméstico, como las urgencias para asegurar y/o recuperar mercados para las exportaciones estadounidenses, así como el peso demográfico y electoral interno de los latinoamericanos. Existen también razones de orden internacional como la creciente gravitación de diverso tipo y propósito de actores extra-regionales como China, Rusia, India e Irán.

La novedad es que lo anterior coincide con tres fenómenos que reflejan un escenario muy diferente al de comienzos del siglo XX. Por una parte, y debido a cuestiones de naturaleza interna que concentran la mayor atención de los respectivos gobiernos, México ha ido perdiendo cierta influencia en América Central y Brasil ha ido bajando su perfil en América del Sur.

Por otra parte, hay un importante realineamiento de fuerzas políticas en la región con un debilitamiento del denominado progresismo latinoamericano.

Y por último, pese a los avances materiales de los últimos años, se avizora un estancamiento del crecimiento en toda la región y con ello un potencial aumento de la inestabilidad en cada país.

En ese contexto, al menos en el corto plazo, la reafirmación de la “Doctrina Troilo” parece más posible. La visita de Obama a la Argentina debe ser leída en esa clave.

(*) Director del Departamento de Ciencia Política y Estudios Internacionales, Torcuato Di Tella.