Di Tella en los medios
Universia
16/07/15

El bullying también es cosa de grandes

Por Claudia Romero

Universia entrevistó a la Doctora en Educación, y Directora del Área de Educación de la Universidad Torcuato Di Tella, para conocer su opinión acerca de el Mobbing.

El bullying, nombre con que se conocen las prácticas de acoso, hostigamiento, tormento o violencia que generalmente se despliegan en el ámbito escolar entre estudiantes tiene su correlato en el mundo adulto bajo el nombre de mobbing o acoso laboral.

En ambos casos el acoso se realiza de manera sistemática y durante un período prolongado de tiempo. Es decir, no se trata de episodios únicos, aislados, repentinos de maltrato o violencia sino que los define la repetición y duración de la práctica y es precisamente eso lo que produce el daño. El objetivo que de manera explícita o implícita se persigue es la humillación, el descrédito y en definitiva la exclusión de la víctima porque es visto como diferente o amenazante.

A diferencia de la familia, la escuela es un ámbito de relaciones públicas y en ese sentido comparte muchas de las características del mundo laboral, es más es el lugar en el que en cierto modo las personas “aprenden” a vincularse a través de una tarea, de un trabajo. Y por eso es tan importante iluminar estos fenómenos que, si bien no son nuevos, se han ido convirtiendo en verdaderos obstáculos para la convivencia e incluso la producción dentro de una organización.

En Argentina el bullying es un problema grave. Según datos del Observatorio de la Universidad Católica Argentina (UCA), 1 de cada 4 chicos dicen tenerle miedo a un compañero en la escuela. El acoso escolar es una conducta aprendida que se inspira en múltiples prácticas sociales de hostigamiento, de burla, de discriminación presentes en la vida cotidiana y en los medios. Prevenir el acoso laboral es algo que comienza en la escuela, generando un ámbito protegido en el que se trabaje activamente en la producción de relaciones de respeto e inhibiendo las manifestaciones de acoso. Pero para el ámbito educativo tanto el acosador como el acosado y también los espectadores (ya que normalmente el acoso requiere de sujetos que pasivamente asistan a escenas de acoso) deberían ser considerados como víctimas, porque todos están enredados en el acoso. Incluso los adultos que trabajan en la escuela. Nada más dañino que el mobbing entre docentes, entre el personal de la escuela. Sólo así es posible desaprender esas prácticas y construir en su lugar sentimientos de empatía y respeto por el otro. La escuela es el lugar privilegiado para aprender a vivir juntos, es una de sus funciones primordiales. Un chico que aprende a relacionarse sin exclusiones en la escuela, que desarrolla sensibilidad para detectar situaciones de acoso y herramientas para neutralizarlas es el mejor antídoto contra el acoso laboral. Una vez más, la educación es la cura y el camino de la prevención.