Di Tella en los medios
Estrategas
8/05/15

“Hay amortiguadores para que la crisis actual no sea apocalíptica con las anteriores”

El tamaño del mercado doméstico y el desendeudamiento del sector privado, son amortiguadores que evitan que la crisis se descontrole. Kosacoff piensa que la mejor noticia económica de 2015 es que no haya grandes sorpresas. Cepo cambiario, alta inflación, holdouts, crecimiento, bajo la óptica del ex director de la oficina local de la CEPAL.

El economista y profesor de la materia Organización Industrial de la Universidad de Buenos Aires y de la Universidad Torcuato Di Tella, Bernardo Kosacoff, abre sus puertas a Estrategas para hablar del pasado, presente y futuro de la Argentina. Kosacoff, quien fue director de la oficina de Buenos Aires de la Comisión Económica para América Latina (CEPAL Naciones Unidas), analiza el periodo que se fue y los desafíos que se vienen, en términos económicos y con una mirada industrial.

¿Podría hacer un resumen del periodo kirchnerista en términos económicos?

Si uno lo ve estrictamente en términos de la estructura productiva, desde el 2002 en adelante se distinguen tres etapas. Durante la primera, desde el 2002 hasta la crisis del 2008, la Argentina tuvo un notable proceso de recuperación con generación de empleo, acompañado de un crecimiento de las exportaciones que abarcaba algunos sectores nuevos con mayor valor agregado. Aparecieron otros sectores como las exportaciones de servicios, que daban pequeños indicios de un posible cambio en el patrón de especialización. Había solvencia en los números fiscales y un proceso inflacionario absolutamente controlado. Del 2008 al 2011, la Argentina logró sobrevivir a la crisis del campo y la crisis internacional en forma más o menos razonable. Se siguió creciendo aunque a un ritmo más lento, la creación de empleo siguió más pausadamente y apareció una inflación que comenzaba a perturbar el funcionamiento de la economía generando distorsiones en los precios relativos, asociados a deterioros en términos fiscales y del sector externo.

¿Y qué pasó de 2011 para adelante?

La tercera etapa, a finales de 2011, se caracterizó por la aparición de nuevos dilemas para el manejo de la política económica gracias a la restricción externa. Este fenómeno tuvo varias fuentes de explicación: la aparición del déficit energético, la dolarización de las carteras, la fuerte salida de capitales y el tema estructural más clave, que se arrastra de la convertibilidad: la dependencia de insumos, partes y bienes de capital importados para la ampliación del aparato productivo. El 2011 fue un excelente año de la economía argentina; la industria creció cerca del 7%, y tuvimos la tasa de inversión más alta de los últimos años. Cada punto que crecía la industria, aumentaban cinco puntos las importaciones de bienes que requería la industria. Lo mismo con la inversión y la importación de bienes de capital. El problema real es que no pudimos lograr modificar nuestra oferta productiva ni generar nuevos sectores industriales. En vez de ir por este camino, se eligió sostener la demanda y en ese contexto se implementó el cepo cambiario y la administración de comercio, que dio resultados muy distintos a los esperados. Desde 2011, la economía argentina no generó empleo en el sector formal, se frenó el proceso de inversiones en particular de las transnacionales y se aceleró el proceso inflacionario. Comenzaron a complicarse los números fiscales y el manejo monetario. 

Sin embargo, existen dos amortiguadores muy fuertes que hacen que la crisis actual no tenga las características de apocalipsis de las otras. El tamaño del mercado doméstico, que por las etapas posteriores se ha duplicado lo cual hace que a pesar de que hace cuatro años que no se crece, sigamos estando por encima de los promedios históricos. El otro elemento que genera una contención muy importante y permite la administración de la política económica es el proceso de desendeudamiento del sector privado, que durante toda esta etapa ha logrado rentabilidades importantes que le permitieron sanearse financieramente y han colocado diversificación de inversiones en el mercado doméstico, generando un fondo anti cíclico. Nuestro sistema financiero es pobre, pero patrimonialmente está muy sano hoy y con ganancias espectaculares. Esto genera un buen escenario, pero el desafío a largo plazo es cómo volvemos a invertir, a generar empleo, cómo se financian los gastos de I y D. El tema central pasa por la educación.

INFLACION 

¿Cuáles son las causas de inflación en la Argentina y cuál es su opinión acerca de la política anti-inflacionaria del gobierno en los últimos años?

Parece que el gobierno se conforma con tener una inflación que no está bien medida, pero que todo el mundo sabe que supera cómodamente el 20%. La inflación no tiene  un único determinante: hubo un componente asociado a la suba de los precios (inflación importada); otra parte tiene que ver con los sistemas de formación de precios en mercados oligopólicos, con empresas con fuerte capacidad de fijación de precios. Aparecen además manejos de la política monetaria y fiscal que son influyentes en términos del ritmo inflacionario. Lo que es claro es que una pequeña inflación es manejable, pero una grande y persistente en el tiempo como la nuestra erosiona las fuentes de crecimiento y los procesos de mayor inclusión social. La nueva administración tiene como desafío central generar una estrategia integral de resolver el problema de la inflación, con un ataque simultáneo a todos estos aspectos.

¿Puede una devaluación ayudar a mejorar esta situación?

No, la devaluación puede apuntar más a la corrección de precios relativos. Hoy el problema central que tiene la Argentina es de crecimiento de la productividad, de falta de procesos de inversión, de gastos en investigación y en educación. Fenómenos que uno puede llamar más de "competitividad".El desafío es tener políticas de desarrollo productivo, que durante estos años estuvo muy bien planteado en términos de los objetivos del gobierno, pero que no han funcionado en la implementación real.

¿Cuál es su opinión respecto al cepo cambiario como regulador de reservas? Todos los países del mundo tienen instrumentos para tratar de administrar desbalances comerciales, y estoy de acuerdo con ello. A mi juicio, no se administró bien en la Argentina, aparecieron aspectos de asignación de las divisas y gastos que uno no entiende y hay mucho para corregir. Esto no significa que no se deban administrar los movimientos internacionales de capitales ni que haya que tener aspectos regulatorios. La Argentina tiene ahora una situación de bajo endeudamiento y posiblemente en una siguiente administración pueda llegar a haber algún ingreso de capitales más significativo.Esto es muy bueno, siempre y cuando no se cometan los errores del pasado: que estos financiamientos se usen para incrementar en forma irracional gastos públicos y privados que no estén asociados a la generación de nueva riqueza. 
 
CEPO CAMBIARIO 

Ante las declaraciones de uno de los precandidatos a presidente sobre la posibilidad de levantar el cepo cambiario, ¿Qué consecuencias entiende que puede originarle a nuestro país? ¿Qué política alternativa recomendaría?

Todo va a depender de los mecanismos de financiamiento que existen. Por poner un ejemplo, ahora deben existir más de diez mil millones de dólares de ganancias de las transnacionales que se fueron acumulando durante estos años de restricción, autorizadas a repatriar a sus casas matrices. Es una magnitud de dinero muy fuerte que hay que negociar. Lo más razonable sería hacer un bono disponible en el mediano plazo. Yo creo que hay que ser muy pragmático y hay que hacer permanentemente una evaluación en término de los impactos que va a tener esta apertura del mercado de capitales. 

La negociación con los holdouts, ¿sigue siendo una amenaza para el acceso al financiamiento externo?

No, este año es muy claro que es difícil que haya algún avance, así que es un tema que queda para la próxima administración. La negociación está muy difícil, y los plazos se han agotado. Es un tema manejable, que quizás por no haberlo resuelto en su momento cuando era más fácil, se generó un problema mucho mayor. La Argentina debería haber tenido una política más agresiva de autocompra de los bonos, y negociar antes de que salgan los fallos. Eso hubiera tenido un ahorro notable. 

A su entender, ¿qué impacto social y económico tendrá la re estatización de los ferrocarriles argentinos?

Uno de los errores dramáticos de la Argentina fue el deterioro de todo el sistema ferroviario que ya había comenzado antes del proceso de privatizaciones. Es visible la importancia que tiene en términos sociales para el transporte público, pero también para el transporte de cargas. La Argentina tiene un incremento de costos logísticos que es un factor de competitividad muchas veces mayor que los atrasos cambiarios, entonces tener una política ferroviaria adecuada parece ser un elemento central para ordenar el contexto económico y social de la Argentina. 

¿Cuál es su opinión sobre el reclamo del aumento del mínimo no imponible de impuesto a las ganancias? 

Entodos los países los sueldos más altos tienen un impuesto en términos de los ingresos que se generan. Acá hay un problema serio por falta de actualización de las escalas, por lo que el impuesto termina abarcando a sectores que están ajenos a lo que es una política de impacto progresivo. Sobre todo porque salarios de 15.000 pesos afectados pagan ganancias, bienes personales e IVA.

SIN SORPRESAS 

En este año de elecciones, ¿qué piensa que debemos esperar los argentinos en materia económica?

La mejor noticia que tenemos en este momento siendo un año de elecciones, es que no se deben esperar grandes sorpresas. De alguna forma hay un control de la situación coyuntural, aunque han quedado pendientes la resolución de temas estructurales. Quizá pensando más en el largo plazo, el desafío está en generar el conjunto de incentivos para que la Argentina recupere las fuentes de crecimiento con la generación de empleo formal, un incremento de las exportaciones con mayor valor agregado y la profundización del proceso de inversiones. 

Por Natalí Risso