Di Tella en los medios
iProfesional
30/04/15

Más posgrados pero mayor deserción: mitad de alumnos abandona antes del título

Alrededor de un 50% de los que llegan al final de estos programas, se dan de baja sin entregar su tesis o, en el mejor de los casos, la postergan. Qué metodologías aplican universidades para fomentar la "persistencia" y retener a los estudiantes

El incremento en la oferta de carreras de posgrado es un fenómeno que en los últimos años se registra en todos los países de la región. La Argentina, pese a ser uno de los pocos del "vecindario" en los que es obligatorio que estos programas atraviesen un proceso de evaluación de calidad, no ha sido la excepción. 

De acuerdo a los últimos datos de la Comisión Nacional de Evaluación y Acreditación Universitaria (CONEAU), hay ya 2744 posgrados acreditados en todo el país, incluyendo aquellos que se dictan en instituciones privadas y públicas. Del total, 485 son doctorados, 908 maestrías y 1351 especializaciones.

Respecto del anuario que la misma institución publicó en 2014, en el último año se agregaron al panorama local 276 programas para profesionales.

Vale la pena aclarar que este crecimiento recibió un fuerte impulso en los últimos años de parte del gobierno nacional, sobre todo en áreas técnicas o consideradas prioritarias para el desarrollo del país, a través de políticas como el incremento de universidades públicas o el apoyo de la Fundación YPF a la profesionalización en materia de hidrocarburos.

Sin embargo, pese a que el tema parece estar en la agenda tanto de la gestión pública como de las casas de altos estudios, poco se sabe de las tasas de graduación de los alumnos al nivel de posgrado. No hay en la Argentina estadísticas oficiales en base a las cuales diseñar políticas públicas, por ejemplo, para reducir el abandono.
"Está clarísimo que la retención es un problema real y no una percepción", dijo a este medio Rebeca Anijovich, directora del Profesorado Universitario de la Escuela de Educación de San Andrés. "Todas las universidades están trabajando en este tema", agregó maría Belén Mendé, rectora de la universidad Siglo 21.

Por su parte, los docentes tratan de contener a los estudiantes de posgrado basándose en sus años de experiencia, y se guían por estándares internacionales. El consenso entre las fuentes consultadas es que alrededor del 50% de los alumnos de posgrado dejan la carrera sin terminar, o en el mejor de los casos, postergan la graduación.
"Claro que las universidades 'Ivy League' como Harvard o Stanford tienen tasas mucho mayores de graduación, pero el promedio a nivel internacional es del 50%", dijo Marcelo Rabossi, profesor e investigador del Área de Educación de la Universidad Torcuato Di Tella ( UTDT ).

Más allá de estas cifras tentativas, en lo que coinciden todos los profesionales es en el momento en el que se produce la deserción, en la gran mayoría de los casos. "El estudiante de grado deja cuando no entiende el sistema universitario. El de posgrado deja cuando llega la tesis", resumió Mendé. Es decir, el abandono se produce una vez que tanto la entidad académica como el alumno han invertido tiempo y esfuerzo en su formación. 

A destiempo

Claro que existen casos en los que la imposibilidad de maniobrar entre las obligaciones laborales, la vida personal y los estudios, llevan a que los profesionales no completen su trabajo final y obtengan la certificación por la capacitación que recibieron.

También puede suceder, es cierto, que el alumno se quede sin la fuente de financiamiento que le permitía pagar por el posgrado, o que en verdad le interesen más las herramientas aprendidas durante la cursada y el networking que el título propiamente dicho.

Sin embargo, Rabossi asegura que "los motivos personales y económicos no explican la baja tasa de graduación" en este nivel académico. Y "el título sigue teniendo valor, sobre todo para las empresas que los incluyen en sus propios programas de desempeño, para los head hunters, etc.", completó Mendé.

¿Por qué los casos de deserción o de dilatación de la graduación por motivos ajenos al trabajo final suelen ser la excepción a la regla? Los motivos son múltiples.

Ya antes de iniciar la cursada, "cuando el aspirante a un posgrado carece de la suficiente información sobre las demandas del programa y no es cabalmente consciente del compromiso personal que se requiere, aumentan fuertemente las posibilidades de deserción en el camino", declaró detalló María Elisa Herren de David, rectora emérita de la Universidad Kennedy.

"El caso más común es el del estudiante que logra completar los cursos requeridos, repitiendo las experiencias del grado, pero que a la hora de producir trabajos finales, abandona, generalmente aduciendo la falta de tiempo para realizarlos", completó.

"La tesis es un trabajo más libre. El alumno depende de su esfuerzo y de su habilidad para armar esa estructura que durante la cursada lleva el docente. Es imprescindible la autodisciplina y fijarse metas", coincidió el docente de UTDT . Destacó también que como el "deadline" en las tesis es más holgado que otras tareas que desarrollan los profesionales, se suele postergar indefinidamente su ejecución.

Mendé tiene una perspectiva distinta. En su opinión, no se habla de deserción sino de dilatación de la graduación, porque los alumnos "se egresan, pero siempre y cuando la universidad persista en acompañarlos y en la gestión".
Por eso en Siglo 21 prefieren hablar de "persistencia" en lugar de abandono. "Es un cambio de mirada para transformar algo negativo en un proceso positivo, que se pregunta por qué un alumno debería persistir en un programa hasta llegar a la meta", consignó la rectora.
Anijovich, en una línea similar, declaró que en San Andrés "la mayoría de los tesistas pide una prórroga para completar el trabajo final porque no llegan a terminarlo, pero una vez que la obtienen, cumplen con el plazo".
La escasez de tiempo es un factor común entre los tesistas de posgrado, pero no es el único problema. Rabossi sugiere que "muchos estudiantes no tienen las competencias académicas necesarias. Las universidades asumen que todos los alumnos que llegan a esa instancia las tienen".

Sin embargo, completó Herren de David, los tesistas "puede carecer de formación metodológica de base - deficiencia de nuestro sistema educativo - conocimiento de idiomas y disciplina de estudio, aspectos todos que requerirán del estudiante mayor esfuerzo y dedicación para alcanzar los niveles requeridos".
Como contraparte, describió el docente de Di Tella, otros "plantean proyectos de tesis definidamente ambiciosos para alguien qué está trabajando y no en áreas de investigación".

Por último, añadió que "si no se logra la empatía entre tesista y tutor, se termina desgastando la relación y se produce el abandono".

Sobre este punto, Anijovich destacó que los tutores suelen ser muy expertos en su tema de estudio, pero no necesariamente están capacitados o tienen el tiempo adecuado para acompañar al alumno en este proceso. Recordó que este mentoreo es una actividad no rentada para los profesores. "Como contraparte, la tarea principal del tesista tampoco es dedicarse a su investigación o trabajo. Por eso, para ambos siempre hay algo más urgente", describió.

Redes de acompañamiento

En ausencia de estadísticas oficiales o planes macro a nivel país, cada universidad está desarrollando su propia estrategia de retención.

Para la rectora emérita de la Universidad Kennedy, el trabajo contra la deserción empieza incluso antes de que el estudiante ingrese al aula. Asegura que hay que "brindar buena y completa información inicial sobre el programa y sus requisitos, y hacer una clara distinción entre el rol del alumno de posgrado y la experiencia de grado".

Al nivel del diseño de los programas, Herren de David asegura que es fundamental "centrar la actividad en y por el estudiante para entrenar y estimularlo a desarrollar disciplina intelectual, pensamiento propio, producción científica, rigor metodológico, voluntad y esfuerzo de trabajo".

Rabossi descarta de plano aquellas estrategias que impliquen multiplicar el número de graduados "alivianando las condiciones de egreso", como los criterios de evaluación de tesinas.

"En Di Tella estamos luchando permanentemente con esto. Hacemos talleres metodológicos o de escritura de tesis, reuniones sistémicas con los alumnos, además de charlas uno a uno. Con esto hemos logrado aumentar la tasa de graduación alrededor de un 20% en los últimos años", declaró el docente del área de Educación de Di Tella.

En Siglo 21, recordó Mendé, hace cuatro años comenzaron a trabajar en la persistencia, en todos los niveles que ofrece la universidad. "Por un lado hacemos un anclaje para que el proceso que hagan los alumnos en las materias finales sean la base de su investigación o sus proyectos profesionales de maestría. A esto se suma un trabajo de un conjunto de profesores y asesores expertos en metodología que trabajan con ellos en el último período", explicó la rectora.

Los resultados han sido muy positivos. Al nivel de grado se logró incrementar la tasa de graduación del 56% al 80%, mientras que en el posgrado "terminamos teniendo una tasa de persistencia mayor. Los alumnos pueden graduarse en dos años y medio o tres años de la maestría, cuando antes tardaban tres y medio, y hasta cuatro", agregó.
En la Escuela de Educación de San Andrés, implementaron un fuerte cambio: en lugar de que cada tutor trate con tesistas particulares, se realizan además reuniones con grupos temáticamente agrupados, donde cada alumno lleva su trabajo pero mantiene con los demás ese compromiso de reunirse, comparte sus avances, consejos sobre bibliografía, etc.

Los encuentros son bimensuales, pero los grupos, siempre dirigidos por docentes, quedan en contacto durante todo ese tiempo. "Es un sistema de acompañamiento que nos ayuda a alimentar la temática que están investigando. Se genera una red de contención. Nadie trabaja en soledad", aseguró la directora del área.

Este sistema lleva sólo dos años de desarrollo, pero el principal resultado que nota la docente es que "ya no se ven tesistas sin hacer nada por meses".

Sin embargo, los alumnos no pueden ser el único foco en estas estrategias de retención. "Las instituciones académicas pueden colaborar mucho en este aspecto mejorando la calidad de los tutores entre los cuales pueden elegir, así sea capacitándolos como permitiéndoles tener mayor dedicación a sus actividades docentes", sugirió la catedrática de la Kennedy.

"Hay que admitir que es un alivio cuando un alumno elige como tutor un profesor de dedicación exclusiva, porque siempre nos encuentran", afirmó Rabossi, quien integra el comité de evaluación de tesis de Di Tella. "Hacemos un seguimiento del tema con los directores de tesis, pero los tutores deben tener interés y disponibilidad", resumió.

Por Paula Krizanovic