Di Tella en los medios
La Nación
7/03/15

Investigar, otra manera de formarse

Tener un buen rendimiento académico, dedicación al trabajo, grandes dosis de curiosidad y ser un poquito obsesivo son algunas de las características que hacen a un buen investigador. En las universidades hay muchos de ellos; jóvenes que se proyectan a futuro trabajando como investigadores y deciden dar sus primeros pasos en los laboratorios de sus casas de estudio.

Las investigaciones que se realizan en los claustros abarcan diversas áreas del saber –desde la reestructuración de la deuda soberana hasta la generación y el almacenamiento de hidrógeno, y del cine y el cambio social en la última década a tecnologías para administración de medicamentos– y no sólo generan producciones con repercusión local e internacional, sino un espacio estimulante y a la vez exigente para la capacitación de los alumnos.
“Cada departamento o escuela propone y organiza su agenda de investigación. Los profesores eligen libremente las áreas de investigación a las cuales quieren dedicarse. La universidad no fija prioridades de investigación”, señala Catalina Smulovitz, vicerrectora de la Universidad Torcuato Di Tella ( UTDT ).

Actualmente se investiga sobre drones en Iberoamérica, régimen internacional sobre las drogas, reestructuración de la deuda soberana, inclusión social y productividad, modelos de democracia en el mundo y derecho tributario internacional, entre otros temas. En esa casa de estudios, hay 70 profesores investigadores con dedicación exclusiva y cuyos trabajos son publicados en revistas nacionales y extranjeras. Más del 90% obtuvieron sus doctorados en universidades extranjeras. Muchos profesores trabajan en conjunto con profesores de universidad e instituciones extranjeras, como Harvard, Princeton, Notre Dame, Los Andes, Banco Interamericano de Desarrollo (BID), Norwegian Peacebuilding Resource Centre (NOREF). En muchos casos hay una elección conjunta de los temas, que se deciden por afinidad de los equipos de investigación. Los estudiantes participan como asistentes de investigaciones en aquellos proyectos que están relacionados con sus carreras.

“El interés de los alumnos de grado debe estar centrado en el estudio de su carrera y estas actividades aportan a su formación”, dice Marcelo Risk, director de la carrera de Bioingeniería del Instituto Tecnológico de Buenos Aires (ITBA). Es el caso de Fernando Cavallero, alumno de la licenciatura de Administración de la Universidad de La Matanza (Unlam), quien se empleó en la Secretaría de Investigación de la casa de estudios. “Estoy dando los primeros pasos en la investigación. Trabajo en un proyecto en el que buscamos reflejar, de manera metódica y bajo aspectos del método científico, cómo se desarrolla una investigación. Es decir, vemos cómo se gestiona la información. Eso me sirve en lo personal también porque me ordena al realizar mis actividades”, indica el joven y dice que al finalizar su carrera planea seguir trabajando como investigador.

Estas actividades ayudan a los estudiantes a desarrollar técnicas, estar actualizados permanentemente, profundizar en un tema en particular, mejorar la red de contactos en la universidad y colaborar en investigaciones publicadas. También pueden interactuar con organismos del exterior, ya que muchos trabajos se realizan en conjunto.
“Incluso si luego no se dedican a la investigación, aprender a investigar es algo que abre la cabeza , contribuye a ser creativo y riguroso a la vez, y permite a los estudiantes un trato más cercano con los profesores”, comenta Federico Vasen, becario posdoctoral en el Instituto de Estudios sobre la Ciencia y la Tecnología de la Universidad de Quilmes, y profesor adjunto de Introducción a la Ingeniería y Filosofía de la Ciencia y la Técnica en la Facultad de Ingeniería de la Universidad Católica Argentina. También doctorados y becas.

Vasen explica que los graduados que quieren dedicarse de lleno a la investigación deben realizar estudios de doctorado. “El doctorado es como una licencia de conducir para investigar. Un doctor es alguien que ha demostrado que tiene la habilidad para planificar una investigación, llevarla a cabo e interpretar sus resultados. El doctorado se realiza en una universidad bajo la supervisión de un investigador más experimentado. A diferencia de las becas para estudiantes de grado, que tienen una baja dedicación horaria semanal porque se supone que los becarios están simultáneamente cursando sus carreras, la dedicación para cursar un doctorado debería ser full time. Por ello, las becas para doctorado constituyen un sueldo completo. El Conicet es el organismo principal que otorga becas, aunque también las universidades y otras instituciones como la Comisión de Energía Atómica (CNEA), que dan las propias. Se calcula que en la Argentina hacer un doctorado lleva cinco años”, explica. Una beca doctoral ronda entre los 9000 y 12.000 pesos según la provincia, conforme datos publicados en la Web del Conicet con actualización a agosto de 2014.

En el Conicet, la Carrera del Investigador Científico y Tecnológico (CICyT) está compuesta por cinco categorías que representan diversas disciplinas como de ciencias agrarias, ingeniería y de materiales, ciencias biológicas y de la salud, ciencias exactas y naturales, y ciencias sociales y humanidades. Sus graduados realizan tareas en la red institucional del organismo, instituciones de educación superior, institutos, centros de investigación y empresas en la Argentina. El sueldo neto promedio de un investigador asistente (que es la primera categoría en la carrera) es de $ 14.395.

Para ingresar a la carrera hay que estar atento a diversos tipos de convocatoria. Cada año, el Conicet hace un llamado abierto y general para cubrir cargos en la carrera. Los postulantes deben acreditar haber obtenido un título de posgrado o formación equivalente otorgado por universidades argentinas o extranjeras, presentar una relación detallada de sus antecedentes, estudios realizados, investigaciones que haya llevado a cabo y orientación que se propone dar a las mismas en el futuro, así como el plan de trabajo para el período inmediato de un año. Además tienen que indicar el lugar donde desarrollará sus actividades y presentar la conformidad de la institución en que trabajará. Es que los becarios no trabajan necesariamente en el mismo Conicet. Muchos eligen universidades y por eso en los pasillos de las casas de estudio, los jóvenes universitarios que hacen ayudantías suelen cruzarse con los profesionales de la investigación.

En las aulas ITBA se mezclan investigadores del Conicet con alumnos que participan del Concurso de Iniciación a la Investigación y el Desarrollo del instituto. Inteligencia computacional, tratamiento de imágenes y videos, tratamiento avanzado de aguas, geodinámica de cuencas y sistemas petroleros y aplicación de nanopartículas en la formulación de fluidos de perforación son algunos temas tratados.

También en la Universidad Nacional de Tres de Febrero (Untref) interactúan investigadores en proceso de formación con los más avanzados. Allí hay 120 investigadores con dedicación exclusiva y 11 del Conicet con lugar de trabajo en esta casa de estudios. Además hay 280 investigadores con dedicación menor. “Se trabaja por áreas, no por departamentos –explica Pablo Jacovkis, secretario de Investigación y Desarrollo de Untref–. Se comenzó con las más relacionadas con ciencias sociales y humanidades, y se está tratando de dar un fuerte impulso a la investigación tecnológica y a temas con impacto en la sociedad.”

Desde 2006, en la Universidad Nacional de La Matanza (Unlam) también existe una iniciativa para que los jóvenes se acerquen a la investigación. Se trata del Programa de Becarios de Investigación por el que alumnos avanzados y graduados se pueden incorporar a los trabajos en curso en los departamentos académicos. Las temáticas estudiadas son varias, como educación superior; ciudadanía, derecho y democracia.
 

Por Marilina Esquivel




Publicado en: Suplemento Universidades
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