Di Tella en los medios
El Litoral
6/12/14

“La crisis del secundario es grave”

CLAUDIA ROMERO ANALIZA LA SITUACIÓN DE LA EDUCACIÓN ARGENTINA. La experta de la Universidad Torcuato Di Tella se explayó sobre los problemas del nivel medio y propuso algunas claves para mejorarlo. Entre ellas, un currículum más integrado por áreas, con menos materias y algunas optativas.

“Solamente el 43 % de los chicos que termina la escuela secundaria en el país, lo hace en tiempo y forma”. “Apenas entre el 30 y 35 % de los alumnos aprueba todas las materias dentro del año escolar”. “La acumulación de materias lleva a la repitencia y ésta, a su vez, a la deserción”. Con estos datos precisos, la doctora en Educación, Claudia Romero, refuerza su tesitura de que el nivel medio está en una “crisis grave”.

Romero es directora del área de Educación de la Escuela de Gobierno de la Universidad Torcuato Di Tella y doctora en Educación por la Universidad Complutense de Madrid. Posee una vasta experiencia en el trabajo con instituciones educativas públicas y privadas y dirigió diversos proyectos de mejora escolar, sobre todo en escuelas que atienden a sectores de alta vulnerabilidad social.

Con un tono de voz calmo y argumentos sin rodeos, esta especialista sostiene que en las salas de profesores todavía se escucha la frase de que “tal o cual chico no tendría que estar en la secundaria”. Y advierte que “mientras eso ocurra, mientras ideológicamente ese tipo de visiones estén adentro de la escuela, será muy difícil lograr la escolarización plena de este nivel, que es obligatorio a partir de la Ley de Educación Nacional de 2006”.

Su palabra está respaldada por diversos estudios de los procesos de mejora de las escuelas secundarias, que plasmó en uno de sus libros. Romero estuvo el martes pasado en la ciudad de Santa Fe, invitada por la Fundación Dos Siglos, para disertar en la Bolsa de Comercio sobre “La agenda educativa argentina: lo urgente y lo importante”. Antes, concedió una entrevista a El Litoral.

—¿Es tan grave la crisis del secundario?

—La crisis del secundario es grave. Solamente entre el 30 y el 35 % de los chicos termina las clases habiendo aprobado todas las materias del año. Es decir, lo que se supone en términos teóricos que un chico tiene que aprender en un año, solamente un tercio de ellos lo logra. El resto se lleva materias. Antes esto era algo mal visto y hoy es casi natural. ¿Cuál es el problema? Que después los chicos acumulan materias, no se presentan a examen o no alcanzan, y esto lleva a la repitencia y luego a la deserción, por lo que solamente el 43 % se gradúa en tiempo y forma de la secundaria. Es un fenómeno que hay que atacar ya: los chicos tienen que aprender durante el año, en la escuela, en el trabajo con sus profesores. Este es un desafío tanto para los alumnos como para los docentes.

Propuestas para mejorar

—¿Cuáles son las claves para mejorar el secundario?

—Hay un primer punto que es ideológico: entender que es un nivel para todos los chicos. La escuela secundaria no fue creada como la primaria, pensada por Sarmiento como una escuela universal. El secundario nació con otro código genético, con otro ADN. Fue creado para los sectores medios, para formar la burocracia del Estado, a los maestros y a los técnicos. Pero en 2006, la Ley de Educación Nacional convirtió a la secundaria en obligatoria. Es un punto de inflexión en la historia de la educación y nos obliga a cambiar la visión que tenemos de la escuela media. Los primeros que tienen que entender que todos los chicos tienen derecho a aprender y a terminar su secundaria, son sus profesores. Incluso antes que sus padres. Porque a veces sus padres jamás fueron al secundario, y entonces dicen: “A mi hijo no le da la cabeza para estudiar”. Es obligación de los profesores quebrar esa idea y decirles que el chico tiene que seguir yendo y esforzarse.

-—Se habla mucho del secundario carente de sentido...

—El problema del secundario es mundial. No hemos encontrado la fórmula de llegar al chico de una manera totalmente eficiente. Pero sí hay una tendencia a un currículum con menos materias, más integrado, con áreas en vez de asignaturas individuales. Tenemos un currículum del siglo XIX. Es un despropósito seguir pensando que a jóvenes que están hiperconectados tecnológicamente, que acceden a cualquier información con un click, que tienen modalidades de socialización muy distintas, les va a seguir interesando la propuesta de estar 6 horas diarias sentados, viendo 10 ó 12 materiales semanales, sin ninguna relación entre sí.

Segundo, debería haber una buena proporción de materias y contenidos optativos, de buena calidad, y que los jóvenes puedan hacer algún tipo de elección, porque eso los compromete. Dejar de pensar que todo el mundo tiene que saber de todo porque así es como llegamos a que nadie aprende nada, con que el 60 % no aprueba materias, y con la falta de sentido general del secundario. Las investigaciones nos están empezando a mostrar claramente que las escuelas que tienen un currículum más focalizado (técnicas, artísticas, con alguna especialización u orientación), donde el chico sabe que está aprendiendo algo concreto, son más exitosas. Entonces tendríamos que ir hacia un currículum de esa naturaleza: más integrado, con menos materias y con un porcentaje de ellas, optativo.

Docentes, a la universidad

—La formación docente en la Argentina ¿es deficiente?

—Sí, en general, la formación docente es deficiente. Nuestros profesores estudian menos, porque tenemos carreras con la mitad de horas que en otros países. Algunos estudios en Capital Federal están señalando que hay docentes de matemática que no saben su disciplina. También hay un déficit en la didáctica. Un buen docente es alguien que tendría que saber enseñar el mismo contenido de tres o cuatro maneras diferentes, y eso no está ocurriendo. Otra clave para mejorar el secundario es modificar la evaluación. Empezar a trabajar por proyectos, con evaluaciones integradas, con bibliografías que también trabajen de esa manera, en vez de los manuales que le han hecho tanto mal a la secundaria y es hora de desterrarlos. Para esto, tengo que tener un docente que quiera evaluar distinto.

—¿Los docentes se deberían formar en la universidad, como en Finlandia, que es el paradigma de calidad educativa?

—En la Argentina tenemos alrededor de 1.400 institutos de profesorados, distribuidos a lo largo de todo el país. Es un número imposible de evaluar y de garantizar la calidad. México, que tiene un sistema educativo tres veces más grande que la Argentina, tiene apenas 400 profesorados en todo el país. Ahí te das cuenta de la desproporción. Lo que pasa es que en muchos pueblos del interior, el instituto de profesorado es una institución pequeña, a veces privada, con pocos alumnos. No tiene evaluación externa y los futuros maestros se forman estudiando de fotocopias. Es muy difícil que en instituciones chicas y aisladas, los estudiantes de magisterio estén expuestos a mejores materiales, a buenos libros, a revistas de investigación. Creo que hay que pensar la formación de docentes en instituciones más grandes; y esos lugares deberían ser las universidades. Aquí hay una tensión: ¿Vamos a respetar la tradición de la formación docente en los profesorados o nos vamos a animar a cambiar por instituciones más grandes? Luego, si los alumnos del interior quisieran estudiar docencia en la universidad, se debería seleccionar a los mejores candidatos y darles becas. Esa sería una política educativa en serio.

Presupuesto “poco inteligente”

—¿Un mayor financiamiento garantiza una mejor educación?

—La verdad es que no, porque no se ha tenido el coraje de gastar mejor, tomando decisiones estructurales en el sistema. Tiene que haber más recursos en educación pero no pueden ser absorbidos solamente por los salarios, que es lo que ocurrió. Es cierto que los salarios docentes estaban muy retrasados. Pero en Brasil, por ejemplo, los sueldos docentes en los últimos 10 años han mejorado igual que en Argentina y, junto con eso, se fueron introduciendo cambios y mejoras en la carrera docente, en los sistemas de evaluación, que hacen que esa mayor inversión resulte más eficiente. Habría que poder diferenciar, reconocer e incentivar al docente que trabaja muy bien, que va todos los días a trabajar, del que no lo hace. A las escuelas que trabajan en equipo y se responsabilizan de sus resultados, de aquellas que no trabajan tan bien. Entonces, los recursos se empezarían a redireccionar de otra manera. Hoy, el reconocimiento docente es solamente por antigüedad y eso desalienta la búsqueda de nuevos desafíos y profesionalización. El presupuesto educativo es poco inteligente: no se lo piensa contra metas y objetivos, como sucede con otros presupuestos, sino que se ocupa el 90 ó 100 % en salarios.

20-IMG_7852.jpg

Foto: Pablo Aguirre

Claudia Romero, en su exposición, también fue crítica con la calidad de la formación docente. “Hay profesores que no conocen su disciplina” dijo.

Pisa ¿sí o no?

—El ministro Sileoni objeta los exámenes internacionales como Pisa porque no contemplan, por ejemplo, la inclusión educativa. ¿Sirven este tipo de evaluaciones comparativas?

—Desde el punto de vista técnico, Pisa es un buen instrumento, está bien calibrado y bajo la supervisión de profesionales. Ahora, desde el punto de vista político, los resultados a veces se usan para fines que no son demasiado interesantes como armar rankings o generar comparaciones raras.

Nuestros chicos no tienen nada que ver con los de Shanghai. Pero hay un punto interesante, que es la comparación con nosotros mismos, y ahí no tenemos demasiados argumentos. Lo mismo en la comparación con países de la región. Por ejemplo, con Chile o México que al mismo tiempo que aumentaron sus tasas de matriculación, mejoraron los puntajes de las pruebas. Esto quiere decir que se puede incluir con calidad.