La única manera de incluir es a través del aprendizaje

Hace un tiempo presencié una escena que no olvido, fue en una escuela primaria muy pobre del partido de San Fernando. Una madre le dice a la maestra que está preocupada porque su hijo de quinto grado no sabe leer. La maestra con tono comprensivo le dijo que no se preocupe que el chico igual iba a pasar de grado. La madre replicó: “Haga como quiera, páselo o hágalo repetir, pero por favor le pido que aprenda a leer”.

Los cambios de la Provincia pretenden responder a la necesidad de inclusión educativa. Pero es en una versión simplista de la inclusión, en lo que llamaría la inclusión populista. Hace poco ya había implementado la prohibición de repetir primer grado, como si prohibir repetir fuera sinónimo de obligar a aprender.

Esa madre no pedía que su hijo no sea aplazado, que no repita, pedía que aprenda, suplicaba un derecho, el derecho de su hijo a la educación. Y recibió una invitación a la inclusión populista, ese juego de las apariencias. El relato por sobre la realidad: si no hay aplazos ni repitencia simulamos que todos aprendieron y todos contentos.

La inclusión auténtica es la que se produce cuando los chicos van a la escuela, tienen clases todos los días, los maestros enseñan, los chicos aprenden y lo que aprenden es relevante. Esa inclusión auténtica requiere políticas muy activas no sólo educativas, sino sociales.

Las investigaciones muestran que 3 años de buena enseñanza compensan aprendizajes y equiparan a los sectores carenciados con los medios. La única manera de incluir es a través del aprendizaje. Esa es la función de la escuela, producir aprendizajes. Ni comedores, ni escuelas-clubes, ni guarderías. Escuelas que cuiden, que alimenten, y que sobre todo garanticen aprendizajes.

(*) Directora Educación Univ. Di Tella