Di Tella en los medios
La Capital de Rosario
23/08/14

Un biólogo molecular asegura que "hay que dejar la queja y animarse al cambio"

Estanislao Bachrach es científico y llena teatros explicando el funcionamiento cerebral del cual enseña a "sacarle el jugo". Su libro "Ágilmente" es uno de los más vendidos.

La mayoría de la gente no está conforme con su trabajo, ni con muchos otros aspectos de su vida, pero tampoco está demasiado dispuesta a hacer cambios que le permitan pasarla mejor. Es que la costumbre, la comodidad y el miedo a lo nuevo paralizan. Y la inacción aburre, desgasta, pero sobre todo perpetúa. ¿Cómo empezar a ejercer esas pequeñas variaciones que hagan más atractivo cada día? ¿Se puede evitar llegar agotado a las seis de la tarde? ¿Y aprender a soportar al jefe? ¿Y tolerar las cosas que no nos gustan? Estanislao Bachrach, que no es terapeuta, ni counselor ni maestro de yoga sino científico, asegura que es posible, y que la llave está en nuestro cerebro.

Doctor en Biología Molecular de la UBA y de la Universidad de Montpellier en Francia. Profesor de Liderazgo e Innovación de la Universidad Torcuato Di Tella. Conferencista multipremiado y autor del best seller Agilmente (el libro de no ficción más vendido en la Argentina), Bachrach ofrecerá una charla esta noche en el Teatro El Círculo donde piensa revelar muchos de los misterios del funcionamiento cerebral. Lo más importante es que —asegura— los descubrimientos científicos pueden llevarse a la práctica cotidiana con resultados efectivos.

En un país donde crece la tendencia a "cientifizar" la autoayuda, el biólogo llena auditorios de gente ávida de encontrarle una explicación racional a eso que les pasa. Cuando la encuentran, dice Bachrach, además de sentir alivio consiguen el envión que les permite la transformación.

La Capital habló con el científico sobre los sobreestímulos con los que se convive hoy y cómo afectan el rendimiento y el placer, el impacto del multitasking (hacer varias tareas a la vez y no querer perderse nada), la importancia de la organización y el verdadero valor del principal aliado del cambio: la actitud.

— ¿La ciencia se puso de moda? ¿Por qué un biólogo escribe libros y da charlas que parecen de autoayuda?

— Creo que hay cierta necesidad de encontrarle una vuelta científica a esto de conocerse, de entenderse ... una tendencia a pensar que si la explicación viene del lado de la ciencia es posta; pero para mí no es así, y eso que soy científico. En mi charla no te voy a dar una fórmula mágica que te ayude a ser feliz, te voy a contar cómo funciona el cerebro; te voy a acercar los nuevos paradigmas, a mostrarte que algunos mitos no van más y que este nuevo conocimiento que tenemos de las cosas te puede ayudar. ¿A qué? A cansarte menos, a ser más productivo, a llevarte mejor con tu pareja, a gastar mejor la energía sabiendo qué hacer primero y qué después. En definitiva, cómo sacarle el jugo a tu cerebro.

— ¿Te considerás un divulgador científico?

— Sin dudas es lo que soy. Es el rol que me encanta. Leo muchos artículos científicos pero rescato y traduzco lo que puede ser aplicado en la oficina, en la escuela, en las universidades. Busco llevar ese lenguaje de algunos pocos a la vida cotidiana. Hace cinco años empecé a asociar a la ciencia con el mundo de las organizaciones, y me di cuenta de que funciona.

— ¿Y en las empresas, por ejemplo, se atreven al cambio?

— Mucha gente lo hace, muchas organizaciones, hay países que cambian, aunque Argentina siempre está un pasito más atrás. Obviamente también hay que ver por qué es tan difícil cambiar y de eso se va a tratar mi próximo libro que justamente se llama "En cambio". Lo cierto es que la gente en general prefiere la queja y no animarse a desafiar lo nuevo. Si el país es un quilombo se responsabiliza a los otros, si mi marido es de un determinado modo me enojo, si mi jefe es tal cosa me pongo mal. El punto es qué puedo hacer yo frente a eso. Hago una invitación a la introspección, a conocernos más, a entender que puedo cambiar mi cerebro para vivir mejor. Es un mundo fascinante ...

— ¿Cuál es el eje de la charla en El Círculo?

— Me voy a detener especialmente en una parte del cerebro: el córtex, que es el pedacito que usamos para pensar, estudiar, trabajar, eso que nos hace más humanos. No voy a hablar de intuición, ni de creatividad sino de lo que nos hace racionales. También de la energía, las distracciones, los estados de alerta. Dado que funciona de un determinado modo te voy a contar cómo y qué puedo hacer con eso.

—¿Las distracciones, el estado de alerta, no atentan contra nuestra cabeza?

— Es que no hay forma de no distraerse. Las distracciones son una herramienta que encuentra el cerebro para descansar. Cuando te dispersás no sos vos sino el cerebro el que te pide que aflojes, que bajes esa tensión. Y a la inversa, cuanto más te interesa algo menos te distraés. Ahora ¿se puede ser productivo con tantos estímulos como hay ahora? La respuesta es no. Pero por ejemplo, podés cerrar la puerta de la oficina de 10 a 11 y decir no interrumpan que tengo que terminar con esto. Lo cierto es que a pesar de las múltiples distracciones (las redes sociales, el celular, la información) somos igualmente productivos, pero podemos serlo mucho más. Ahora, no se trata sólo de ser más eficiente sino de pasarla mejor, llegar menos cansado a tu casa. La única razón por la que se llega agotado a las seis de la tarde es la vida de multitasking. Hay que ordenarse, organizarse, tomar decisiones, poder decir que no. Animarse a dejar el celular 24 horas adentro del placard. Ahí te das cuenta de que no sólo no se termina el mundo sino que te sentís mejor. Priorizar es la clave.