Di Tella en los medios
Apertura revista
12/08/14

Cómo mejorar la relación con tu jefe

Estanislao Bachrach, el autor del best-seller "Ágilmente", da consejos para tener una mejor convivencia con los superiores. Además, cómo no autoboicotearse.

Hace cinco años dejó de trabajar con "pacientes en hospitales", define, para hacerlo con "impacientes en las empresas". Estanislao Barchrach, autor del best-seller "Ágilmente", libro que vendió más de 150.000 ejemplares, sabe lo que es salir del status quo. Hace un par de años, dejó la vida de científico, en la que se desempeñaba investigando virus en un hospital de Boston, para dedicarse a "conectar ideas" en la Argentina. Aprovechó el conocimiento aprendido, con el back que adquirió en el MBA que cursó en la Universidad Torcuato Di Tella y empezó a moldear su nuevo perfil. Bachrach es doctor en Biología Molecular, con una mirada diferente sobre la vida y mucha pasión por enseñar a "pensar distinto".

"No me gusta venderme porque no tengo soluciones mágicas. Sólo, conocimientos que comparto", afirma el hombre que predica el anti-marketing: no tiene mail personal, tarjeta, página web, cuenta de Facebook ni de Twitter. Además, asegura jamás haber realizado una movida comercial en busca de clientes. Pero, por efecto del boca a boca, ya trabajó para el Banco Interamericano de Desarrollo (BID), LAN, Walmart y el Banco Galicia, por nombrar algunos. 

¿Qué podemos hacer para cambiar las actitudes que nos boicotean?
El problema de mucha gente es que pasa por la vida preocupada por el qué y el cómo pero sin preguntarse por qué lo hace. Cuando comienza a pensar distinto, surgen preguntas como: "¿Me sirve de algo lo que estoy haciendo". "¿Por quién lo hago?". "¿Quiero estar en este lugar?". Uno no puede innovar si no cambia. El trabajo es con uno mismo. Hace dos décadas, se descubrió que todo lo que uno piensa afecta a la arquitectura del cerebro y que uno tiene más poder sobre quién es y quién quiere ser de lo que se creía. Sin embargo, el 95 por ciento del día hacemos actividades rutinarias, en forma automática. Para innovar, hay que animarse a pensar diferente. Requiere de técnica y disciplina porque el cerebro se resiste a los cambios. Siempre, funciona de la misma forma. No le gusta tomar riesgo. Por ejemplo, cuando una persona se plantea que no se peleará más con su jefe, su cerebro lo condiciona con el mensaje de que no tiene nada por hacer, que el problema es del otro. Un gran error porque, en realidad, siempre es uno el que debe cambiar para modificar la situación. Es decir, el jefe no cambiará si uno no lo hace primero. Otro caso: uno queda varado en un congestionamiento de tránsito. ¿Qué hace? Se enoja por algo que no puede manejar o aprovecha ese tiempo para pensar 40 ideas para evitar pelearse con tu jefe. La creatividad no es romántica e implica un esfuerzo extra en la vida porque, mientras uno se entrena, tiene que trabajar, pagar el alquiler, ocuparse de los hijos...

Entonces…
Nadie va al jefe y le dice algo que cree que no es inteligente porque, justamente, el cerebro funciona al revés: primero, piensa en calidad. Es un trabajo que requiere la misma lógica del deporte: cuanto más se entrena, más rápido se ven resultados. El trabajo consiste en quitar el polvo de un área del cerebro que, hasta hace unos años, se creía muerta y que fue tapada por el colegio, la universidad y el trabajo. Es algo que aprende la persona para sí misma y que puede aplicarlo a todos los aspectos de su vida. Es un trabajo que lleva tiempo. Además, hay que estar emocionalmente estable. Una mente perturbada no puede crear.

¿Qué pasa cuando uno se topa con un jefe no innovador?
Si tuviese la solución para gente que se encuentra con jefes chatos, sería multimillonario. En esos casos, mi consejo es: "Andate de la empresa o del área". Cambiar al jefe es más complicado que cambiar de mujer o marido. ¿Para qué va a cambiar, si cobra el bono haciendo, siempre, lo mismo? ¿Por qué tomaría ese riesgo? Cuando un jefe dice "no", lo hace porque actúa por la voz de su experiencia. Ese tipo de líderes son personas que no miran el futuro. Piensan en sí mismos y no en la empresa. Uno no debería elegir el empleo por el trabajo, sino por el jefe que le toca. Es paradójico que, en los procesos de selección, te entreviste gente de la empresa a la que, cuando ingresás, no ves nunca más.

Extracto de la nota publicada en la edición aniversario (junio) de la revista Apertura.