Di Tella en los medios
Clarín
23/06/14

La paz en Colombia es clave para la gobernabilidad regional

Tribuna. La reelección del presidente colombiano Juan Manuel Santos expresa a una sociedad fatigada por la guerra, que demanda y espera reformas.

La reelección del presidente de Colombia, Juan Manuel Santos, ocurre en un momento crítico para el futuro de su país, con implicaciones regionales importantes.

El mandato otorgado a Juan Manuel Santos es acotado. El total de votos recibidos—7.8 millones—representa apenas el 23.6% del potencial de sufragantes nacionales que es de 32.9 millones de votantes. Además, entre la segunda vuelta de 2010, que Santos ganó cómodamente con 9.2 millones votos, y la segunda vuelta de 2014, en la que recibió 7.8 millones de votos, el presidente perdió 1.4 millones de votos.

De otra parte, si bien las elecciones legislativas también le dieron la victoria a Santos, su coalición mayoritaria en el Congreso, a partir de 2014, será más estrecha y se enfrentará a una oposición visceral e irreductible en torno al partido Centro Democrático que lidera el ex Presidente Álvaro Uribe.

Finalmente, la contienda por la presidencia se desarrolló, entre aquellos que votaron, en un clima de polarización inquietante y llamativo entre dos versiones de centro-derecha. De algún modo hay un impasse socio-político sin resolver entre las elites emergentes y las tradicionales, entre sectores modernizantes y restauradores y entre el centralismo y la regionalización del poder en la matriz de un país eminentemente conservador que desde hace más de medio siglo padece un conflicto armado degradado. Este conjunto de tensiones no se saldó con la última elección: su resolución incruenta es esencial para Colombia y para reducir fenómenos como la violencia y el narcotráfico.

Si bien el triunfo de Santos fue relevante, está marcado por enormes desafíos. Tanto por el aporte de votos de fuerzas de centro-izquierda en el ballotage, como por la necesidad de incrementar la mayoría legislativa del oficialismo, será indispensable que configure un gabinete más plura l. Si culmina exitosamente el proceso de paz en marcha con las Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia (FARC) y la eventual mesa de negociación con el Ejército de Liberación Nacional (ELN), muchos compromisos alcanzados deberán convertirse en leyes que finalmente se aprueben en el Congreso.

Será también esencial que se acelere la concreción de la agenda con las FARC. Se han logrado avances en tres temas y restan aún dos (reinserción y dejación de armas de la guerrilla y la cuestión de las víctimas), pero la sociedad colombiana tiene mucha fatiga de guerra y no parece dispuesta a esperar mucho más para que se selle un acuerdo sólido y verificable.

Será asimismo fundamental que Santos se aboque a reformas sociales y económicas imprescindibles y postergadas que le otorguen legitimidad a un sistema político muy maltrecho. Y finalmente será importante que Colombia continúe en la senda de distensión con dos países limítrofes clave como son Venezuela y Ecuador.

De hecho un descalabro mayúsculo en Venezuela podría generar consecuencias políticas y económicas muy difíciles para la propia estabilidad colombiana.

Para la Argentina, superar el último conflicto armado en Sudamérica, el desmantelamiento efectivo del negocio de las drogas y la reducción de las fricciones diplomáticas entre vecinos son claves en momentos de fuertes reacomodamientos políticos internos en el área, de fisuras en los procesos de integración y del avance regional del crimen organizado.


(*) Director del Departamento de Ciencia Política y Estudios Internacionales de la Universidad Torcuato Di Tella