Di Tella en los medios
Página/12
28/05/14

“El acuerdo tiene impacto geopolítico”

El miércoles pasado, el presidente chino, Xi Jinping, y su par ruso, Vladimir Putin, firmaron en Shanghai un acuerdo de 400.000 millones de dólares por el cual Moscú proveerá de gas a la segunda economía mundial.

El acuerdo firmado por China y Rusia tendrá consecuencias geoestratégicas que sobrepasarán el mercado energético de gas. Así definió el histórico pacto que sellaron recientemente ambas potencias emergentes el sinólogo Mariano Turzi, profesor de Ciencia Política y Estudios Internacionales de la Universidad Torcuato Di Tella y doctor por la Universidad Johns Hopkins. “Se trata de un acuerdo con un impacto más geopolítico y económico que una cuestión puramente energética. El contrato estipula que la CNPC –Corporación Nacional de Petróleo de China, la mayor empresa de petróleo y gas del gigante asiático– invierta en exploración y desarrollo, con lo cual se podría llegar a tener gas para China y para Europa. Este acuerdo llega en momentos en que Rusia tiene muchas fricciones con Europa”, explicó a Página/12.

El miércoles pasado, el presidente chino, Xi Jinping, y su par ruso, Vladimir Putin, firmaron en Shanghai un acuerdo de 400.000 millones de dólares, por el cual Moscú proveerá de gas a la segunda economía mundial. A partir de 2015, la empresa energética rusa Gazprom iniciará la construcción del gasoducto Fuerza de Siberia para abastecer de gas a su vecino, con unos 38.000 millones de metros cúbicos al año por 30 años. “Esto significa un cambio de tendencia en la búsqueda de energía global. Es un punto muy importante, que va a marcar un antes y un después en la provisión y producción energética a nivel mundial. Del lado de Rusia se viene negociando hace bastante: desde 2004 hasta 2013 hubo más de ocho reuniones entre las partes. La diplomacia del gasoducto y del oleoducto transforma las relaciones de poder en todo el arco que va desde de Europa del Este hasta Asia central y más allá”, señaló Turzi, quien reconoció que el contrato puede ser leído en clave geopolítica.

La foto entre Xi y Putin, en la que también participó el presidente iraní Hasan Rohani, se tomó dos días después de que Estados Unidos acusara a China de ciberespionaje a empresas norteamericanas. Por su parte, el Kremlin viene intentando conformar una alianza fuera de Occidente tras la crisis política ucraniana. Pero Turzi desestimó la idea de un pacto contra Washington. “Este acuerdo no afecta directamente sus intereses energéticos. Claramente esto viene en un momento en que Estados Unidos denuncia a cinco militares chinos por espionaje. Venimos además con los desacuerdos entre Estados Unidos y Rusia por Ucrania y por Siria y un plan de recuperación del perfil internacional por parte de Putin que es muy fuerte. Por eso el acuerdo entre China y Rusia suena muy a Guerra Fría, pero ésta es una lectura un poco paranoica. Claro, cualquier cosa que uno haga con una gran estrella energética tiene reverberaciones geopolíticas muy fuertes”, consideró el experto.

Jane Perlez, periodista de The New York Times, escribió que Putin estaba “desesperado” por cerrar el trato con Xi, ya que la economía rusa está cerca de la recesión y el Fondo Monetario Internacional proyectó un crecimiento del 0,2 por ciento para este año. Turzi coincidió en que el acuerdo resulta más beneficioso para Beijing que para su contraparte. “El gran problema de Rusia es que este acuerdo implica que China tiene que invertir directamente en los proyectos rusos y esto es percibido como negativo para sus intereses políticos y nacionales a largo plazo. Hay toda una zona del noreste ruso donde se teme mucho el aumento de la influencia geoeconómica y demográfica de los chinos”, aseguró.

Según el profesor argentino, las relaciones sino-rusas viven un momento “anti Nixon”. “En los ‘70 Nixon viaja a China y la atrae al campo de influencia de los Estados Unidos, para aislar a la Unión Soviética. Y ahora está la respuesta: una movida de Rusia con China, tratando de encontrar intereses convergentes entre ellos”, remarcó. Además, destacó que Beijing busca contener la expansión de Washington en el Pacífico. “China ha tenido disputas territoriales con Japón, con Filipinas y con Vietnam. Estados Unidos está en plena negociación por el acuerdo transpacífico, que es su vuelta a Asia, una situación que a China la pone muy nerviosa. Pero no está perdiendo influencia en la zona, sino todo lo contrario. China se está portando cada vez con mayor vehemencia. Toda potencia ascendente estabiliza su influencia internacional, como Estados Unidos lo hizo con América latina en el siglo XX”, dijo.

Por otra parte, la consolidación del llamado “pivote asiático” –prioridad del gobierno de Barack Obama– representa un desafío para los planes de hegemonía de China y la seguridad de sus vecinos. “Japón está viendo estos desarrollos con prudencia, pero con preocupación. El riesgo de los países asiáticos oscila entre la dominación y la protección. Entonces se balancea el miedo a la dominación china con el apoyo norteamericano. Se teme el abandono norteamericano porque los llevaría a caer en el escenario de la dominación china. Esto le pasa a Indonesia, a Filipinas, a Malasia, a Japón e incluso a Corea del Sur”, aseguró Turzi. Sin embargo, subrayó que en cada país estas circunstancias se procesan de forma diferente, de acuerdo con sus propios intereses y con su historia particular. “La historia que tienen Japón, Corea del Sur y China es muy distinta de la que tienen todos los otros países, porque Japón ha sido una potencia imperialista en Asia y ha ocupado territorialmente China y Corea del Sur”, concluyó.


Entrevista: Patricio Porta.