En los medios

Clarín
15/10/17

Paros, tomas e intimidaciones marcan un 2017 a puro exceso

Para Mariano Narodowski, profesor del Área de Educación de la Universidad Di Tella, el principal problema es que “no hay una real conciencia de la importancia que tiene un día de clase”

Por Ricardo Braginski


Un conflicto docente infinito, tomas de escuelas interminables y amenazas de bomba que caen de a miles. La educación argentina está viviendo un 2017 a puro exceso. Si bien las protestas y las intimidaciones ya no sorprenden, lo realmente distinto este año es la escala que adquirieron. Clarín habló con especialistas que arriesgan algunas hipótesis para explicar el fenómeno, que van desde la crisis de autoridad de los adultos, hasta la pérdida de poder del Estado, la desorientación del sistema educativo, la falta de conciencia sobre la importancia de un día de clase perdido y el factor político: la “grieta” que ahora también se metió en la escuela.

El año comenzó con el conflicto docente más virulento de los últimos años. Diez días antes de comenzar las clases, los gremios docentes nacionales –con Ctera a la cabeza- ya habían anunciado que no iban a comenzar el ciclo lectivo si el gobierno no llamaba a paritaria nacional. El gobierno no lo hizo –argumentando que los salarios los negocia cada provincia- y la huelga dejó a los chicos de la Provincia con 17 días menos de clase y a los porteños con 12 días menos. Por falta de pago y de aumento salarial, los alumnos de Santa Cruz perdieron la primera mitad del año.

Cuando se acercaba la primavera, llegó la “temporada de tomas” en las secundarias porteñas, algo que es habitual entre agosto y septiembre de cada año. Pero este 2017 se coló el tema de la reforma educativa en medio de la campaña electoral y lo que normalmente son un par de días con algunas escuelas tomadas se transformó en más de un mes con al menos 30 tomas. El año de los excesos siguió en octubre, ni bien se terminaron las tomas en Capital. Las noticias llegaron del conurbano bonaerense, donde se produjeron al menos 2.800 amenazas de bombas desde principios de septiembre, según fuentes oficiales.

“No hay una sola explicación para todo esto. Lo que sí hay es un clima propicio para que suceda. Los chicos hacen cosas que les mostramos los adultos. Aprenden lo bueno y lo malo. Y acá hay un clima para situaciones de desorden”, explica a Clarín Alejandro Castro Santander, director del Observatorio de la Convivencia Escolar de la Universidad Católica de Cuyo, que apunta a la crisis en la autoridad de los adultos.

“El concepto general de autoridad es aquella persona que defiende valores con competencia. Decimos que un médico cirujano, por ejemplo, tiene autoridad sobre lo que va a hacer. Ahora, en la escuela ¿los docentes tienen autoridad? ¿Y los padres? ¿En qué somos hoy autoridad los adultos para los chicos? Hay un estudio de 2014 que mostró que el 82% de los argentinos se definen como desobedientes y transgresores y afirman que no respetan las normas”, agrega Castro Santander.

Gustavo Iaies, director del ESEADE, pone el foco en “el poco cuidado de la escolaridad” que hay detrás de estas interrupciones de las clases. “Lo que se ve es una pérdida de poder del Estado. El sistema educativo está perdido en un sistema de decisión que se toma desde arriba y a los de abajo les cuesta poner el pecho. Hay un problema con el mundo adulto: directores y padres que no se ponen duros, no aprietan. Los pibes sienten que pueden amenazar para zafar de un examen, o tomar una escuela, que no les pasa nada”, afirma.

Para Mariano Narodowski, profesor de la Universidad Di Tella y autor del libro “Un mundo sin adultos”, el principal problema es que “no hay una real conciencia de la importancia que tiene un día de clase”. Y lo explica así: “Que no haya clases debiera ser la excepción y no la regla. Hay un clima de ausencia de responsabilidad de los adultos. No se tiene conciencia de que un día de clase perdido es irrecuperable. Y agrega: “Aunque no hubiera huelga docente los chicos igualmente estarían perdiendo muchos días de clases. Está mal armado el calendario, con muchos días de jornada docente se pierden días por problemas de infraestructura; en la secundaria la escuela puede estar abierta pero los chicos igual no tener clases porque no hay profesores”.

Para Castro Santander una posible solución a estos problemas es que el gobierno cree un Programa Nacional de Convivencia Escolar, como tienen Chile y México. “Esto haría que el tema sea prioridad del Estado, que haya más plata y una mirada más atenta de todas las autoridades para ver qué está pasando dentro de las escuelas”.

“En las pruebas internacionales, como Pisa u otras, se llegó a la conclusión de que el factor que más influye en la calidad educativa es la convivencia, lo que se conoce como ‘factores asociados al aprendizaje’. Y acá ni en la Declaración de Purmamarca de todos los ministros en 2016 ni en el Plan Maestro, que se presentó este año, se menciona una sola línea el tema de la convivencia escolar. No está en ningún documento oficial”, afirma Castro Santander.

Los especialistas coinciden en que el clima político influye. “Algo nuevo que se vio este año es la ‘grieta entre los padres’. Algunos que bancaban las tomas y otros que fueron a la Justicia. Podemos decir que la grieta comenzó a ir a la escuela”, dice Iaies. “Hay un clima en el país que crea las condiciones. No solo la campaña electoral, también los juicios por corrupción. Los chicos picotean las noticias, escuchan comentarios en la casa, en la tele. Hay mensajes contradictorios de la sociedad y eso después se refleja en lo que los chicos hacen”, agrega Castro Santander.