En los medios
Las emociones afectan la calidad de juego de la selección
El profesor de la Escuela de Negocios de la Di Tella analiza aquí la relación entre manejo de emociones y calidad de juego.
El fútbol se juega 90% con cabeza y el 10% restante con el cerebro. Como gran fan de fútbol y de mi país no tengo dudas que la selección va a clasificar para Rusia 2018. Ahora, ¿tienen que pasar jugadores, cuerpo técnico y porque no, nosotros también los hinchas, por tremenda montaña rusa -nunca mejor dicho- de emociones? La respuesta es no.
Un jugador de fútbol puede patear una pelota y desenvolverse en el campo de juego gracias a diferentes áreas de su cerebro. Por ejemplo, el córtex prefrontal para la toma de decisiones, comunicación dentro del campo, liderazgo, táctica, inteligencia, motivación; córtex premotor para planear y guiar el movimiento antes de hacer la acción, además de poder entender el movimiento de los otros jugadores, compañeros y rivales; córtex motor para dirigir a los músculos y ejecutar el movimiento; el cingulado anterior para cambiar una decisión por otra (flexibilidad cognitiva); los ganglios basales para los automatismos, rutinas y hábitos; el proceso asociativo parietal y temporal izquierdo para las sensaciones de tacto, frío, presión, dolor y coordinar el equilibrio, etcétera.
Hoy, gracias a los avances de la tecnología, los científicos podemos sostener con plena confianza que es mediante conceptos que aprendemos de chicos que diseñamos nuestras emociones. Me refiero a las palabras que, dado un determinado contexto y lo que el cerebro recuerda de tus experiencias pasadas -tiene excelente memoria- les ponés nombres a eso que sentís: enojado, con miedo, feliz, etcétera.
Además de la importancia del contexto y las experiencias pasadas, tu cerebro recibe feedback del cuerpo. Señales que se mueven en dos ejes y varían en intensidad: en un eje tu cerebro puede hacerte sentir desde la más profunda calma a las más exacerbada activación o nervios y en el otro del desagrado total al éxtasis de placer. La combinación de esas dos intensidades es lo que conocemos como emociones. Por ejemplo alta activación y alto placer podría ser felicidad o euforia. Baja activación y bajo placer, tristeza. Alta activación pero mucho desagrado podría ser enojo. Y digo podría porque depende de cómo hallamos aprendido de chicos a nombrar esas sensaciones. Todas esas señales internas que recibe el cerebro en un determinado contexto, basándose en sus experiencias pasadas para categorizarlas, lo hace a través de una red neuronal específica, conocida como interoceptiva, utilizando datos de los órganos y vísceras, propioceptivos (de ligamentos, tendones y músculos), neuroquímicos y kinestésicos (del movimiento). Esto sucede sin que te des cuenta que está sucediendo.
En la última semana del Nacional B del 2012 Matías Almeyda y su cuerpo técnico me citaron para ayudar a los jugadores de River a que aprendieran a regular sus emociones para llegar lo mejor posible a la última fecha del torneo. Dijo Almeyda en el vestuario luego de ganarle a Almirante Brown 2-0: - "He traído un especialista por el tema de mantener la tranquilidad, de confiar, bajar la ansiedad y yo considero ser abierto y le doy lo que le corresponde a cada uno para el bien de este River".
Estanislao Bachrach es doctor en Biología Molecular y MBA, Master en Coaching Deportivo de la Unisport School of Management de Barcelona. Profesor e investigador del Laboratorio de Neurociencia de la Di Tella.
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