En los medios

La Nación
12/04/17

El lado B del negocio: la peligrosa y costosa fantasía del emprendedor

Según los profesores de la Escuela de Negocios, "el tradicional optimismo que envuelve a un nuevo proyecto no debe hacer olvidar que la mayoría de los negocios desaparecen sin pena ni gloria"

Por Eugenio Marchiori y Andrés Hatum
Joaquín, soltero, 29 años. Es licenciado en Administración de Empresas y trabajaba en una empresa multinacional. Sin embargo, anhelaba dejar la vida corporativa, ser independiente, no tener jefes y manejar su propio tiempo. También deseaba volverse lo bastante rico como para retirarse antes de los 35 años. Después de todo, ¿por qué no iba a conseguir algo que tantos otros habían logrado antes que él?

Decidido, preparó su business plan. Tuvo en cuenta cada detalle: variables macro y micro, análisis del mercado, cash flow, VAN, TIR, Ebitda... Volcó todo en un prolijo documento que llevó a su padre y a un grupo de sus amigos del club de golf. Aunque no entendían muy bien el negocio, le dieron los fondos para lanzarse a la aventura, su aventura. No dudaba que su start-up estaba destinado a convertirse en el próximo Unicornio. En poco tiempo la empresa líder del mercado lo compraría por una cifra varias veces millonarias y él se iría a navegar alrededor del mundo durante dos años, tal vez tres.

Pero las cosas no resultaron como Joaquín había planeado. Menos de tres años después de haber lanzado su emprendimiento, un cambio inesperado de las condiciones políticas y económicas convirtieron a las hojas de su plan en papel para reciclado. Antes había necesitado varios rescates de sus angel investors para tapar baches financieros que no figuraban en las planillas de cálculo de su fantástico plan. ¿Qué había pasado?

Las encuestas optimistas sostienen que el 70% de las nuevas empresas desaparecen en menos de 10 años. Las pesimistas amplían al 90% ese porcentaje. Todas coinciden en que el 50% ya no existen a los cinco. Entonces, ¿qué es lo que lleva a jóvenes brillantes a desafiar las estadísticas y a comprometer su futuro y -en muchos casos- el de familiares y amigos? Hay varios patrones que se repiten. Veamos:

1 - Exuberancia irracional

Es difícil que alguien pesimista asuma los riesgos implícitos en un nuevo emprendimiento. El optimismo es una gran virtud. Es el impulso inicial de innovaciones y de empresas grandiosas. A pesar de eso, si no se balancea con una cuota de racionalidad, se corre el riesgo de caer en la exuberancia irracional popularizada por el ex presidente de la Reserva Federal de EE.UU., Alan Greenspan. El exceso de optimismo es una característica humana. Es por eso que cuando se le pregunta a una pareja que está a punto de casarse qué probabilidades tiene de divorciarse, la respuesta es "ninguna", a pesar de que la tasa de divorcios en el mundo ronda el 40%. Ningún emprendedor cree puede llegar a fracasar. La prudencia no suele ser un rasgo típico de la juventud.

2 - El carro y los caballos

Entre muchos jóvenes existe la impresión de que con solo tener la voluntad de ser emprendedor es suficiente, sin importar demasiado en qué. Ni Steve Jobs, ni Bill Gates, ni tantos otros casos exitosos, tenían en su cabeza ser emprendedores. Todos ellos tenían pasión por una idea y se enfocaron en concretarla. El adjetivo de "emprendedor" se lo dieron luego los medios, interesados en crear un nuevo modelo de héroe moderno. El éxito siempre vende.

3 - De mendigo a millonario

Toda buena leyenda de emprendedor debe incluir la venta de un viejo auto (si es un "escarabajo", mejor) y un paso por el garaje de la casa de los padres. Algunas historias le agregan otras notas de color, como el abandono temprano de la universidad o -a la manera de Mark Zuckerberg- el aprovechamiento de ésta como plataforma de lanzamiento. Sin embargo, la mayoría de los entrepreneurs provienen de hogares de clase media y alta. Esto facilita la obtención de los fondos iniciales y el respaldo familiar si algo no sale como lo previsto. Es mejor emprender si se tiene un plan B.

4 - Las industrias sexy

¿Hay algo más sexy que un joven millonario que hizo su fortuna en un start-up de Internet? Quién triunfa en la web debe ser creativo, innovador, amante del cambio? Según el Statistic Brain Research Institute, el 37% de los emprendimientos informáticos sobreviven al cuarto año, contra el 56% o más de industrias más tradicionales como la inmobiliaria, el agro o la educación. No siempre lo más atractivo es lo más seguro.

5 - Escapar de la oficina

La mayoría de las encuestas muestra que pocas personas son realmente felices en sus trabajos. Algunos se quedan por costumbre, otros por temor a lanzarse al vacío y otros con la ilusión de que los echen para cobrar una jugosa indemnización. Asimismo, cuando el jefe es insoportable, nada puede evitar que el empleado escape de la oficina y cumpla la romántica fantasía de "ser yo mi propio jefe". Pero la satisfacción es directamente proporcional a la realidad e inversamente proporcional a las expectativas. Si éstas últimas son muy altas y la realidad no es la esperada (como suele ocurrir), hasta el más optimista puede caer en el pozo de la depresión.

Es propio del alma juvenil buscar nuevas experiencias. Esta cualidad se convierte en un nicho de mercado codiciado por muchos. Medios de prensa y sitios de Internet, dueños de franquicias, instituciones financieras y toda una larga serie de servicios destinados a "ayudar" a aquellos con "espíritu emprendedor" disparan una batería de mensajes fascinantes capaces de seducir hasta al más racional de los ingenieros. La sociedad actual admira a los ex emprendedores que terminan dando charlas de cualquier cosa en cuanta conferencia haya. ¿Su único éxito haber vendido su emprendimiento.

Para evitar el fantástico hechizo de tanto canto sirenas, nada mejor que emular a Odiseo -el más grande de los emprendedores- y correr a atarse al mástil de realismo más cercano. Caso contrario las naves emprendedoras terminan siendo submarinas.