En los medios

La Nación
5/04/17

Una estrategia realista con Irán

El profesor plenario de la Di Tella afirma que "para la inserción global del país", es crucial que el gobierno argentino "diseñe un mapa de ruta realista y razonable que pondere el contexto en el que el tema Irán se sitúa"

Por Juan Gabriel Tokatlian

Por varios motivos, la relación con Irán será uno de los temas sensibles de la política exterior argentina en 2017. La evolución del programa nuclear de Irán y su ascenso como poder regional constituyen asuntos claves de la agenda mundial: lo que está en juego es un incipiente balance de poder alternativo y una eventual nueva estructura de seguridad en Medio Oriente. A su vez, los vínculos argentino-iraníes han estado atravesados por un delicado equilibrio de acciones y reacciones en el que Estados Unidos e Israel han sido contrapartes gravitantes. Lo que sucede entre Buenos Aires, Teherán, Washington y Tel Aviv es complejo, ya que en cada vértice hay varios actores con objetivos e intereses distintos. Finalmente, el lugar de Irán en la política nacional ha cambiado en los últimos años.

Dos asuntos sitúan a Teherán en el centro de la política mundial. Por una parte, el tema nuclear: tras nueve años de negociaciones, en 2015 el P5 (Estados Unidos, Gran Bretaña, Francia, China y Rusia) + 1 (Alemania) selló un acuerdo con Irán para que no pueda acceder a una bomba atómica, a cambio del levantamiento de sanciones internacionales. En ese contexto, el dato novedoso es que en Estados Unidos triunfó un candidato que descree de Irán y del cumplimiento de lo pactado; los otros cinco países siguen sosteniendo que el compromiso alcanzado no era óptimo, pero sí el mejor posible. Por otra parte, está el tema del terrorismo. Durante lustros Washington ha considerado que Irán patrocina el terrorismo. Ni Rusia ni China comparten esa postura. La Unión Europea considera que Teherán no es una contraparte indispensable, pero es un interlocutor ineludible. Irán afirma que lucha contra el terrorismo; en especial contra el sunnita Estado Islámico. Israel concibe a Irán como una amenaza existencial. La elección de Donald Trump refuerza a los sectores que en EE.UU. e Israel quieren "hacer algo" contra Irán.

Esto último conduce a un argumento adicional. Es imprescindible desagregar los actores estatales y no gubernamentales, sus preferencias, estrategias y metas. Sin duda, las voces que más se escuchan e impactan, por ejemplo, en Washington y Tel Aviv son las de los "halcones". Pero también existen, tanto en el mundo militar como civil, en ambos países, aproximaciones menos vehementes que entienden que el acuerdo nuclear debe preservarse por su valor estratégico y por el hecho de que las amenazas unilaterales mostrarían un Estados Unidos arbitrario y agresor. También en Irán mismo es pertinente entender la dinámica de los distintos protagonistas y la correlación de fuerzas interna. A su turno, los actores domésticos en los tres países operan frente a otro entramado de intereses, posiciones y movimientos de un importante conjunto de naciones del mundo árabe, la Unión Europea, Rusia, China y Turquía, por ejemplo.

Respecto de la Argentina es necesario subrayar que el abanico de actores, consideraciones y tácticas se ha alterado. En los años noventa y 2000 la relación entre Buenos Aires y Teherán estuvo centrada en el atentado a la AMIA de 1994 y su manejo internacional. En los años recientes, el memorándum de 2013 y la muerte de Alberto Nisman en 2015 se suman a la agenda. El acuerdo nunca entró en vigor y hay un fallo de inconstitucionalidad firme; sin evidencia sólida, Elisa Carrió, un sitio de inteligencia israelí -Debkafile- y Joseph Humire, del estadounidense Center for a Secure Free Society, entre otros, acusaron a un presunto agente iraní de asesinar al fiscal. A eso se suma el manejo de los datos comerciales. Se suele decir que con la firma del memorándum las exportaciones argentinas se dispararon. En 2013, la Argentina le vendió a Irán por valor de US$ 1100 millones; en 2104, la cifra bajó a US$ 928 millones, y en 2015 descendió a US$ 721 millones. Sea como fuere, la relación bilateral es hoy más intrincada debido a que hay actores que pugnan para denunciar o defender al gobierno de Cristina Fernández de Kirchner. Así, el tipo de vínculo con Irán ya no es sólo un asunto de política exterior, sino también de política interna.

Para la inserción global del país, en general, y frente al futuro de las relaciones argentino-iraníes, en particular, es crucial que el gobierno diseñe un mapa de ruta realista y razonable que pondere el contexto en el que el tema Irán se sitúa para promover, en consecuencia, los intereses nacionales por sobre los sectoriales y personales.

Profesor plenario de UTDT