En los medios

El País
4/12/16

Un banco con vistas a la Casa Rosada

Para Guido Sandleris, profesor de la Escuela de Negocios, el negocio de los bancos pasa por capturar depósitos que pagan tipos de interés muy bajos y otorgar créditos a corto plazo con altas tasas de interés.

En rincones del interior profundo de Argentina, como el pueblo turístico de Tilcara, en la norteña Quebrada de Humahuaca (Jujuy), el único banco que tiene allí una sucursal es el Macro. La entidad financiera privada de capital nacional más grande del país sudamericano comenzó a despegar a mediados de los años noventa gracias a su apuesta por “el interior” (o las provincias) y los segmentos medios y bajos de la población, hasta entonces desatendidos por la mayoría de las compañías privadas. Esa presencia a lo largo y a lo ancho del país parece haber inspirado su eslogan: “Tu banco cerca, siempre”. Pero en Argentina muchos creen que la frase está también dirigida al poder político de turno.

Según filtraciones de WikiLeaks publicadas por el diario argentino La Nación en 2011, los diplomáticos estadounidenses en Buenos Aires mencionaban que el presidente del banco Macro y uno de sus principales accionistas (20%), Jorge Brito, era considerado “el banquero de Kirchner” y uno de los asesores importantes del exinquilino de la Casa Rosada en temas financieros. Para ello, clave fue su papel durante 13 años como presidente de la asociación de bancos de capital argentino (Adeba). Bajo su mandato, la entidad gremial, y mayoritariamente el Macro, facilitaron el primer crédito al que accedió el Gobierno de Néstor Kirchner tras la suspensión de pagos y el colapso económico de Argentina de 2001, de 167 millones de dólares.

El despegue del Macro comenzó algunos años antes con las privatizaciones de los bancos provinciales durante los noventa. El banco fundado por Brito y su cuñado Ezequiel Carballo, que suman casi el 40% de las acciones y tienen así el control, no era en 1995 más que una entidad mayorista de una única casa en Buenos Aires. Dos décadas después se ha convertido en el banco privado argentino con la red de sucursales más grande del país.

En su despacho, ubicado en un sencillo edificio del centro de Buenos Aires, Brito cuenta que con su cuñado comenzaron en 1978 como agentes de Bolsa. “En 1985 compramos Macro Compañía Financiera y en 1988 el Banco Central nos confiere autorización para funcionar como banco”, explica. En sus inicios, los clientes eran solo las empresas. “El capital más cobarde es el de los grandes inversores, por eso con la crisis mexicana [1995] perdimos el 82% de los depósitos y nos dimos cuenta de que, para rearmar el negocio y que no volviera a sucedernos lo mismo, la única alternativa era asociarnos con un gran banco internacional”. El camino que eligieron fue otro. “Nos convertimos en una entidad minorista y con una estrategia diferente de la que tenían los bancos de Argentina hasta ese momento. Pusimos todo el interés en el interior del país y en la atención a clientes de sectores medios y bajos, y a las pymes”, cuenta Brito.

Tiempo de expansión

El presidente del Macro explica que alrededor de 1995 las bancas provinciales estaban casi quebradas y ello facilitó la compra de muchas entidades. En 1996 adquirieron el Banco de Salta, el de Misiones y el del Noroeste. Dos años más tarde se quedaron con el Banco de Jujuy, y en 1999, con sucursales de otros cuatro: Mayo, Almafuerte, Mendoza e Israelita. Después de la crisis financiera de 2001, entre 2002 y 2010 sumaron Bansud, el 35% de Scotiabank Argentina, Nuevo Banco Suquía, Banco Empresario de Tucumán, Nuevo Banco Bisel, el de Tucumán y el Banco Privado de Inversiones. Hoy la entidad cuenta con 438 sucursales, el 79% de ellas en el interior, y más de 8.700 empleados.

En Argentina está muy extendida la visión de que la última década ha sido muy redituable para la banca. El presidente del Macro, sin embargo, asegura que el sector financiero ha sido “el más perjudicado por la inflación” que caracterizó a esos años. Brito afirma que los analistas “no saben diferenciar” que los activos de las empresas no financieras se revalúan aunque haya inflación, mientras que el dinero, que es lo que tienen los bancos, no se revalúa. “Si la rentabilidad proyectada del Macro ronda el 40% y la inflación es también del 40%, ¿cuánto ganó el banco? Cero”, afirma. El propio banco, a la vez, informa que es la única entidad argentina que puede presentar 58 trimestres consecutivos (más de 14 años) de ganancias. El Grupo Macro terminó 2015 con un resultado de unos 589 millones de dólares al tipo de cambio de entonces, un 44% superior al del ejercicio anterior.

Guido Sandleris, profesor de la Universidad Torcuato Di Tella de Buenos Aires y ex de la London School of Economics, explica que, con tasas de inflación elevadas, el negocio de los bancos pasa más por capturar la mayor cantidad de depósitos que pagan tipos de interés muy bajos (como cuentas corrientes y cajas de ahorro) y otorgar créditos a corto plazo con altas tasas de interés.

Ser el ente financiero del Estado en las provincias de Salta, Misiones, Jujuy y Tucumán es un buen negocio para el Macro. El banco recibe los miles de millones de pesos de los presupuestos provinciales y capta las masivas cuentas bancarias en las que los empleados estatales cobran sus sueldos. A ello se suman las comisiones que cobra por las colocaciones de bonos de los Estados provinciales.

Al mismo tiempo, el banco que preside Brito ha sido uno de los mayores receptores de fondos del Estado Nacional. Cuando el Gobierno de Cristina Kirchner nacionalizó los fondos privados de jubilaciones y pensiones (AFJP), el ente estatal que gestiona las prestaciones de la Seguridad Social (Anses) no solo pasó a ser uno de los principales accionistas del Macro (más del 30%). Además, en los años que siguieron, la Anses se convirtió en un cliente cada vez más importante, ya que depositaba en el Macro más fondos incluso que en el estatal Banco Nación.

En 2014, el Macro lideró un intento de los bancos argentinos de resolver el litigio del Gobierno con los tenedores de deuda que no habían aceptado las reestructuraciones de 2005 y 2010. Pero la relación con el Gobierno ya no era tan buena. Brito afirma que al Gobierno de Cristina Kirchner “le hubiera ido mejor” si hubiese apoyado su intento de solucionar el problema. “Se podría haber arreglado en ese momento. Pero dentro de una política en la que el país iba rumbo a ser Venezuela, el no arreglar era una bandera política. Pero mi negocio no es la política”, afirma.