Asoció el gradualismo de Macri con el hecho de que el kirchnerismo no se despidió con esas típicas crisis económicas o hecatombes que pueblan nuestra historia contemporánea. Sobre la deuda, dijo que por ahora no hay ningún exceso.
“Estamos explorando qué es Macri, y todavía es algo en
tránsito. Es algo que está cambiando y todo el tiempo”. Así analiza Pablo
Gerchunoff, reconocido historiador económico y autor de “El eslabón perdido. La
economía política de los gobiernos radicales (1916-1930)” (Edhasa, 2016). Algo
similar, sugiere, ocurrió con Raúl Alfonsín o Carlos Menem.
En diálogo con La Nación, y en una de sus primeras
apariciones antes los medios desde el 10-D, señaló algunos errores “de cálculo
político” del Gobierno (tarifas, obviamente), que desnudaron la creencia
presidencial de que las cosas se tienen que hacer de tal manera a pesar de los
avatares políticos.
“Soy menos optimista que el Gobierno con la baja de la
inflación”, dijo. “Es decir, no creo en el 17% de Federico Sturzenegger y no
creo que la sociedad pueda tolerar una reducción de la inflación tan brusca de
un año para el otro. Me parecería muy bien que la inflación de 2017 sea 24%. Y
ese 24% tiene rentabilidad electoral”, dijo.
Asoció el gradualismo de Macri con el hecho de que el
kirchnerismo no se despidió con esas típicas crisis económicas o hecatombes que
pueblan nuestra historia contemporánea. Sobre la deuda, dijo que por ahora no
hay ningún exceso. “Es lo que tiene que hacer. Quizás sea un riesgo, pero bien
venido. En política hay que tomar riesgos”, dijo, y añadió que “la política
fiscal no debe ser contractiva”.
Es clave que la economía ande bien el año entrante porque,
si Macri pierde en 2017, “no existe más el experimento macrista”. Si eso
ocurre, “las cosas le van a ir muy mal y le van a resultar mucho más
difíciles”. Si gana, en cambio, va a poder avanzar en reformas más audaces y,
como dice, ser cada día un poco menos populista. Muchos inversores, dijo, están
esperando hasta entonces.