En los medios

Clarín
28/09/16

Reforma política: mejor sin colectoras

"Dado el sistema de elecciones primarias obligatorias vigente, la estrategia de las colectoras distorsiona sus resultados. En las primarias los ciudadanos son convocados a decidir la conformación de la oferta electoral para las elecciones generales", opinó la directora del Departamento de Ciencia Política y Estudios Internacionales (UTDT). Miembro de Argentina Elige.

Por Ana María Mustapic
¿Qué son las colectoras y por qué deberían prohibirse? La “colectora” o “lista de adhesión” es una estrategia para el armado de las boletas con las que se encontrarán los ciudadanos el día de la votación. Su formato más usual es el siguiente: un mismo candidato, generalmente para un cargo ejecutivo como, por ejemplo, presidente, figura en más de una boleta de votación.

La diferencia entre estas boletas es que llevan candidatos distintos para alguna de las otras categorías en disputa; por ejemplo, diputados.

Quienes recurren a esta estrategia entienden que se beneficiarán con ella. Siguiendo con nuestro ejemplo, el candidato presidencial lo hace porque apuesta a sumar votos de los distintos candidatos a diputados que están en las listas que encabeza.

Por su parte, los candidatos a diputados incluidos en las colectoras esperan sumar apoyos gracias al “efecto arrastre” que suele ejercer ese candidato a presidente.

¿Por qué debería prohibirse esta estrategia? Dado el sistema de elecciones primarias obligatorias vigente, la estrategia de las colectoras distorsiona sus resultados. En las primarias los ciudadanos son convocados a decidir la conformación de la oferta electoral para las elecciones generales.

Sin embargo, al autorizar a posteriori las colectoras -solo pueden armarse una vez terminadas las primarias- comienzan a gravitar los arreglos menos visibles entre los dirigentes partidarios, a espaldas de las decisiones hechas por los ciudadanos.

¿Por qué se insiste con las colectoras? Respetar las decisiones de los ciudadanos no es una preocupación de quienes recurren a las colectoras. Estas tienen por función resolver problemas de la política partidaria electoral.

En efecto, frente a un escenario de fragmentación de los partidos tradicionales, en particular, en el nivel local, la colectora es una modalidad impulsada por las dirigencias para neutralizar el riesgo del éxodo y mantener los apoyos, en forma similar a como lo hace el mecanismo de ley de lemas.

Se ofrece así el paraguas de contención que implica competir junto a candidatos más populares -no en vano florecen cuando son elegidos los ejecutivos- sin perder la autonomía de la propia organización.

El impacto de esta estrategia es, cuando menos, doble. Por un lado, alienta la fragmentación de los partidos antes que su fortalecimiento. Por otro, posee un costado perverso: para sacar ventajas con ella, descansa en buena medida en la confusión de los votantes.

Como es sabido, los votantes suelen prestar atención a la candidatura de los ejecutivos antes que a las otras categorías y, en consecuencia, puede ocurrir que crean estar votando a un mismo partido o alianza cuando en los hechos esto no sea necesariamente así.

Las reglas electorales democráticas deben fomentar una oferta transparente, alejada de maniobras que la enturbien.
Deben fomentar, también, la presencia de opciones claras para los ciudadanos para fortalecer el vínculo representativo. Para avanzar en esa dirección es preciso que la reforma política incluya la prohibición de las colectoras.