En los medios

El Economista
21/09/16

Bernardo Kosacoff: “Ya no hay despidos y empieza a crecer lentamente el empleo”

En diálogo con El Economista, sostiene que “la ola inversora que se esperaba en 2016 no tuvo la magnitud que se suponía”, pero que el proceso está en marcha y se irá consolidando con el paso de los meses. Además, ofrece su visión sobre el plan productivo del Gobierno (es un miembro del Consejo de la Producción que lidera Francisco Cabrera), el tipo de cambio y la situación del mercado laboral, que lentamente empieza a reactivarse luego de varios años de estancamiento.

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En diálogo con El Economista, Bernardo Kosacoff sostiene que “la ola inversora que se esperaba en 2016 no tuvo la magnitud que se suponía”, pero que el proceso está en marcha y se irá consolidando con el paso de los meses. Además, ofrece su visión sobre el plan productivo del Gobierno (es un miembro del Consejo de la Producción que lidera Francisco Cabrera), el tipo de cambio y la situación del mercado laboral, que lentamente empieza a reactivarse luego de varios años de estancamiento.

El Gobierno arrancó con varios desafíos en el terreno económico y uno de ellos era, y sigue siendo, aumentar la tasa de inversión sobre el PIB. El ministro de Producción, Francisco Cabrera, ya anticipó que el 2016 no va a dar buenas noticias y que la tasa terminará en 16% del PIB y eso apenas alcanzará para amortizar el capital. ¿Esto se debe al rezago temporal que hay entre planificar una inversión y concretarla, o faltan incentivos económicos? 

Me inclino más por el primer aspecto. Definir una inversión hoy es tomar una decisión para la próxima década. Invertir capital en activos físicos, desarrollar proveedores, tomar gente y ampliar la capacidad productiva requiere visión para largo plazo. En Argentina hay, y se ve más claro en algunos sectores, una enorme cantidad de gente que está a punto de tomar una decisión de inversión. Pero obviamente la ola inversora que se esperaba en 2016 no tuvo la magnitud que se suponía. Uno ve algunos sectores que están como los más interesantes. Energías renovables, fragmentos de la cadena agroindustrial, algunos proyectos mineros que se están viendo nuevamente, áreas de turismo y los proyectos automotrices que ya estaban planteados desde antes se están poniendo en marcha. En fin, existe una cantidad de inversiones que se están por concretar. Y también existe una cantidad enorme de gente que está esperando a ver si se reactiva la economía y si es sustentable para tomar sus decisiones.

Entonces, ¿lo ve como un proceso que se va a ir a consolidando gradualmente? 

Hubo un rezago muy fuerte de la inversión pública, que fue desde el segundo semestre del año pasado hasta mayo de este año. Una postergación muy fuerte. En este caso la inversión pública ya se está concretando. El ritmo de licitaciones y el ritmo de gasto están muy fuertes. Hay algunos indicios en el sector de la construcción que empiezan a aumentar los permisos. Hay una pequeña recuperación en la demanda de acero y de cemento. Y también está este clima de inversión extranjera, en donde las mayores empresas que están operando en la Argentina están discutiendo dentro de sus casas matrices si se le va a asignar en las licitaciones internas alguna plataforma global. Esto es asignación de tecnología o de generación de valor a partir del próximo año.

¿El capital nacional está un poco más retraído que el extranjero, que estuvo muy optimista en el mini- Davos? 

La gran diferencia es que el capital extranjero durante una década no pudo participar de esta competencia en la asignación de inversiones. Hoy, cambió totalmente el clima. Y eso sí es muy evidente y quizá desde las casas matrices se les está pidiendo identificar dónde puede haber algún área de negocio que sea posible desarrollar. En genera,l ha cambiado la actitud hacia la Argentina. Hay una muy buena predisposición para tomar decisiones pero hay que identificar bien los negocios porque ahí llega la hora de la verdad y hay que ver si se van a tener los retornos esperados, si las condiciones sistémicas están dadas para generar las inversiones. Pero el clima ha tenido un cambio muy significativo.

Mencionaba que algunos todavía están viendo cómo se configura la macroeconomía. ¿Qué es lo que más preocupa? 

El problema es que el Gobierno tiene que resolver varios temas simultáneos y que, si opera sobre alguno de esos aspectos, termina complicando los otros. El primero es la corrección en la política cambiaria. Obviamente, cuando uno opera en el tipo de cambio se sabe que va a tener impacto negativo en la inflación y el nivel de actividad y empleo. El segundo aspecto es el gasto público. Y es muy claro que si uno quiere un ajuste fiscal muy fuerte va a tener un impacto notablemente negativo en la actividad y el empleo e incluso el malhumor social va a ser muy difícil de administrar. Creo que el Gobierno se siente más cómodo manteniendo de alguna forma el mismo déficit que tenía antes y presentando tres argumentos que dan un panorama en el cual se mejoró. Por un lado, consiguió financiamiento internacional, y está garantizado el financiamiento de ese déficit. El segundo planteo es que está mejorando la calidad de ese gasto y presenta los resultados de las nuevas licitaciones públicas con valores que están 30% o 40% por debajo de los valores que antes se licitaban. Y el tercer punto es el que dice que parte del problema fiscal es que está eliminando impuestos distorsivos y que de esta forma también se están corrigiendo los números fiscales. El otro aspecto tiene que ver con el nivel de actividad. Y tiene que ver también con la creación de empleo y con la variable política de llegar en las mejores condiciones a algo que el Gobierno ve como muy importante, que son las elecciones del año que viene. En ese sentido, la recuperación del nivel de actividad no se puede dar con un ajuste fiscal ni con una corrección cambiaria muy fuerte. Y por último está este famoso tema de la inflación, en el cual el cambio de precios relativos de la devaluación, el impacto de las tarifas y demás, naturalmente da una aceleración. El Gobierno va a estar mucho más cómodo viendo que hay un retroceso en el proceso de formación de precios, pero al mismo tiempo no ve claramente que el proceso inflacionario esté totalmente domado. Entonces, en este clima, el manejo de la política económica tiene tiranteces y frazadas cortas en varios planos. El malhumor social en muchos sectores ha sido creciente y justificado y la cuestión es que el Gobierno confía en que tiene la capacidad como para recuperar las fuentes de crecimiento, pero al mismo tiempo con esa tensión de cómo disminuye el malhumor social.

Hubo una ganancia competitiva tras la devaluación, pero fue parcialmente comida por la aceleración de precios del primer semestre. Algunos colegas suyos dicen que esta paridad llegó para quedarse. ¿Eso le pone un techo al crecimiento de los transables menos competitivos? 

Es un punto cierto. Sobre todo porque el sistema productivo argentino opera con productividades muy distintas. Y la nueva paridad cambiaria quizá es suficiente para los sectores más competitivos pero si se quiere poner un poco de valor agregado y exportar productos regionales o productos industriales más diferenciados, ahí aparece que Argentina no va a ser competitiva vía precios, tipo de cambio y salarios. Y esto requiere un esfuerzo notable de mejoras de las condiciones competitivas en las variables no precio. Entonces, la gente está preocupada por cuestiones logísticas, cuestiones impositivas, las asociadas al mercado de trabajo como el fenómeno de ausentismo, las cuestiones de litigio. Y esos son temas que apuntan a mejorar la posición competitiva de muchos sectores.

¿Qué plan productivo tiene el Gobierno en la cabeza y qué sectores se van a beneficiar más en esta nueva era? Los críticos dicen que hay un sesgo excesivo hacia lo primario.

Lo que pasa es que, en los hechos y en las primeras medidas del Gobierno, las actividades primarias fueron las más favorecidas. Esto se ve con claridad en el sector agropecuario, donde la baja de las retenciones y la devaluación, hizo que algunos elementos como el trigo, el maíz y demás ganaran competitividad. Pero cuando se trata de insumos de otros sectores, esas cadenas pierden. Entonces aparecen las dificultades en la gente que quiere fabricar productos lácteos, criar pollos, cerdos o productos de mayor valor agregado. Y esto ha tendido a una primarización de las actividades. Pero creo que el Gobierno está haciendo esfuerzos para tratar de corregir esta situación. Y el planteo es ver cómo ir a un esquema en donde mejore la competitividad, vengan las inversiones que ayuden a esta mejora de la competitividad y tengas un modelo que además de estar basado en el consumo tenga un componente dinámico en inversiones y en exportaciones. Pero esta transición está en sus inicios y ojalá se ponga en marcha.

Este Gobierno, a diferencia del anterior, no habla mucho de industria

En los hechos se cometió el error, en un primer momento, de autorizar toda la acumulación de DJAI existentes y ahí había pedidos de importación por arriba de las necesidades. Pero creo que hay una idea clara de que se está controlando y regulando el comercio exterior y que no se está regalando el mercado doméstico.

Ahí hubo un gran temor de los industriales...

Los números te están diciendo que esa primera avalancha importadora hoy está notablemente más contenida, sobre todo en los sectores más sensibles.

La creación de empleo es una rueda que dejó de girar hace años. ¿Qué podemos esperar en materia de creación de empleo? Varios colegas suyos dicen que va a costar bajar el desempleo? 

Efectivamente, pero ya está frenada la primera ola de despidos y en los últimos dos meses se ve una lenta creación de empleo. Esta es una buena noticia. En el mercado de trabajo hay una gran heterogeneidad. El problema que va a tener Argentina a mediano plazo es la disponibilidad de mano de obra en los sectores de mayor calificación. Existe 40% de la población que actualmente tiene una seria dificultad porque no tiene las competencias y capacidades que se requieren para tener un trabajo formal. Esto se da porque entre la gente más joven y humilde hay mucha que tuvo una educación formal de muy baja calidad y simultáneamente nunca tuvo la oportunidad de tener un trabajo, por lo cual no tuvo el “aprender haciendo” y la formación de oficio que se da en el proceso productivo. Entonces aparece un núcleo de gente calificada en el que creo que va a haber una fuerte demanda de trabajo, pero en el núcleo básico de desempleo estructural va a llevar tiempo recuperar la capacidad de generar empleo.