En los medios

Dang Dai
13/09/16

La agenda bilateral puesta en debate en la Di Tella

Con más preguntas que respuestas, como es habitual en el mundo académico, y con un alto nivel de participación y debate, se hizo ayer en el campus de la Universidad Torcuato Di Tella el seminario internacionalLa conexión china en la política exterior argentina en el siglo XXI, que organizó esa casa de Estudios junto con la CAF Banco de Desarrollo de América Latina y LSE Global South de Londres. ¿No es algo absurdo que Argentina, con su potencial agroalimentario, tenga déficit comercial con China? ¿Cómo se vislumbra la sustentabilidad china tras la crisis global de 2008, que la obligó a cambios profundos y desde la cual perdió productividad laboral en casi 50%? ¿Por qué el gobierno de Mauricio Macri debió refrendar todos y cada unos los acuerdos del gobierno anterior con China tras amagues iniciales de repudiarlos?

El seminario fue presentado por rector de la UTDT Ernesto SchargrodskyÁlvaro Méndez del LSE y Rubén Ramírez de la CAF. Y fue gestado en especial por Mariano Turzi, a cargo del programa sobre Asia Pacífico del Departamento de Ciencias Políticas y Relaciones Internacionales de la UTDT.

Schargrodsky criticó que Argentina a lo largo de su historia suela ver al mundo exterior como “una amenaza más que como una oportunidad” y que por tanto presenta, en su opinión, una economía cerrada. Méndez, que también fue expositor luego, planteó el contexto global muy complejo a partir de 2007/8 y en especial en 2015 con hechos como el Brexit o, en el caso argentino, el cambio de gobierno. También fue el que se sorprendió por el déficit comercial argentino con China pese a la capacidad de producción agroalimentaria, que es tan demandada por China. Y Ramírez señaló que el país asiático es un jugador estratégico en América Latina (y socio en proyectos de la CAF, aunque no socio externo como lo es por ejemplo con el BID) porque necesita sus materias primas, en función de ello mejorar la infraestructura y logística regionales, invertir en energía para desarrollar estos países y financiar obras como lo viene haciendo con sus bancos.

Chistopher Hughes, de la London School of Economics and Political Science, describió los cambios en China a partir de la crisis global en curso. Y los desafíos que debe enfrentar, como el giro de una economía basada en exportaciones e inversiones a otra basada en consumo interno, la “manipulación” cambiaria y financiera, la “sobreinversión” (pasó de 41%, ya alta, a 46% de su PBI desde 2008; en dinero son hoy casi 600 mil millones de dólares), el “bajo consumo interno”, “inequidad social (índice Gini 0.49 en 2008/9, último disponible)”, el “auge de grupos de interés” y de cierto “nacionalismo”, el “boom inmobiliario” y la “baja productividad del trabajo”, que en cifras de la OIT pasó de algo más de 12% en 2007 (tras un ciclo de constante alza desde 1999) a casi 6% en el último registro, entre otros ítems. Los proyectos Nueva Ruta de la Seda y el Sueño Chino son iniciativas del gobierno chino para enfrentar esos desafíos, de cara al 19 Congreso del Partido Comunista chino que ocurrirá en 2017 y seguramente discutirá estrategias al respecto.

En otro panel coordinado por Eduardo Oviedo (de la Universidad Nacional de Rosario, quien también tuvo a cargo el cierre el encuentro, con una conferencia sobre “Alternancia política, política de Estado y relaciones con China") Turzi hizo eje en la soja (clave en la relación con Argentina) pero desde una perspectiva de economía política y mundial, en un esquema que llamó de las “cuatro F” (foodfeedfuel y finance). Ello supone analizar la oleaginosa en su importancia global como alimento humano, para ganado, como energía (creciente su uso en ese sector) y financiero por el volumen gigantesco de divisas que mueve ese mercado, también influido por la especulación.

“Así como en otra etapa discutíamos con Gran Bretaña sobre lana sucia o lana lavada, o cheeled beef o frozen beef, hoy debatimos sobre exportar sólo poroto o procesar acá aceites y harinas. China ya compró Syngenta y Nidera (multinacionales con presencia en Argentina) y nuestro país es un rule taker más que rule maker. Pero su dirigencia debe discutir las cadenas de valor, que no es algo sólo económico sino político. Ahí vemos estos días muy activa a la Unión Industrial Argentina (contra los acuerdos con China), y en cambio no sabemos la posición del sector agropecuario. ¿No tiene nada para decir? Y el gobierno, que como todo gobierno juega en cada acción su propia supervivencia, ¿tiene claro como seguir la relación con China”, dijo Turzi.

En el mismo panel hablaron Méndez y Juan Uriburu Quintana, de Electroingeniería y antes de Ferrocarril Belgrano, las dos obras chinas emblemática en nuestro país con inversiones negociadas por el anterior gobierno y retomadas –tras una postura contraria- por el actual, proceso que el abogado detalló.

Según Uriburu, el proyecto hidroeléctrico en Santa Cruz, por más de 4.000 millones de dólares es más de interés argentino y el ferroviario, por 2.500 millones, de interés principal chino. Explicó cómo la administración de Macri en tratativas con China modifició algunos puntos de los acuerdos y reparó en especial en las represas. Contó que en febrero vino a la Patagonia el presidente del mayor inversor en la obra, el Banco Chino de Desarrollo, en persona, en una visita que no trascendió en Argentina, con una postura clara, que los bancos enviaron por escrito al ministro de Hacienda Alfonso Prat Gay (cartas que sí se conocieron y en su momento reprodujo Dang Dai). En ambos casos “el mensaje fue claro, estas son inversiones cross default, es decir que si se cae una, se caen todas, incluido el swap de monedas entre bancos centrales de Argentina y China (que el gobierno de Macri usó y ejecutó tras desmerecerlo en 2015); esa fue la postura china que hizo que Argentina siguiera adelante con las obras”. En el mismo panel, Méndez comentó que la primera ministra británica Theresa May, asumida tras el Brexit, también quiso frenar una central atómica china y ahora debió revisar todo y renegociar su continuidad.

El seminario tuvo también un video del embajador argentino en Beijing, Diego Guelar, fijando su postura sobre la importancia del vínculo con China; y exposiciones de Luciano Bolinaga, del Grupo de Estudios del Asia y el Pacífico de la Universidad Abierta Interamericana; Federico Merke, de la UTDT, Ignacio Bartesaghi, del Observatorio sobre Pacífico ALADI-CAF-CEPAL; y Pablo Sanguinetti, de la CAF. 

Bartesaghi habló de las inquietudes chinas por los cambios en América Latina, en especial por la situación de Venezuela, donde China tiene invertido 65.000 mil millones de dólares. Y sostuvo que una de las debilidades de nuestros países ha sido no poder negociar acuerdos con China con una estrategia común. Fue también escéptico sobre desarrollo industrial regional y sugirió seguir con productos primarios, pero aumentando cantidades.

Y al cierre, Oviedo afirmó que el Mercosur se debilitó a medida que creció la relación con China y criticó la debilidad democrática argentina, para él acentuada durante el kirchnerismo, así como la falta de una política cultural en el intercambio bilateral.