En los medios

La Voz del Interior
8/08/16

Tabaquismo: evalúan más medidas económicas para combatirlo

Especialistas y miembros del Poder Ejecutivo y del Congreso de la Nación debatieron sobre las claves de instalar una política sustentable que genere un aumento en su precio.

El consumo de tabaco y la adicción que genera es un problema mundial muy difícil de abordar a pesar de que son conocidas sus consecuencias negativas. Enfermedades respiratorias, cardiovasculares y distintos tipos de cáncer afectan a la población que fuma activa o pasivamente. Sin embargo, no parece ser suficiente evidencia para la concienciación. 

En Argentina fuma el 25 por ciento de la población adulta, según reveló la Encuentra Nacional de Factores de Riesgo que realizó el Ministerio de Salud de la Nación en 2013. Además, el tabaco es el responsable de más de 40 mil muertes al año que podrían ser evitadas. Y, por si fuera poco, se destinan unos $ 33 mil millones anualmente sólo para atender las enfermedades que genera, lo que equivale al 12 por ciento del gasto total en salud, de acuerdo a lo que indicó la Organización Mundial de la Salud (OMS) en 2011.

En consecuencia, es fundamental que se tomen distintas medidas y estrategias eficientes para desalentar su consumo. Por eso, la Fundación Interamericana del Corazón Argentina (FIC) apoyó el decreto 626/2016 que emitió en mayo el gobierno nacional para incrementar impuestos internos a los cigarrillos del 60% al 75 por ciento. Ese aumento produjo, a su vez, una suba de precios de alrededor del 50 por ciento que se mantendrá hasta fin de año y que deberá ser aprobado por el Congreso de la Nación a través de una ley que está en desarrollo. Este aumento sumaría $ 17.400 millones a la recaudación anual del Estado.

En ese contexto, la FIC organizó en julio un debate sobre la política sustentable de impuestos al tabaco en el país, sus oportunidades y desafíos. La médica y especialista en tabaquismo Verónica Schoj, directora ejecutiva de FIC, subrayó que es un tema que requiere abordaje intersectorial para lograr más progresos. “En los últimos años aumentó la accesibilidad al cigarrillo porque su precio no aumentó al ritmo del costo de vida lo que, a su vez, provocó que otras medidas contra el tabaco vieran disminuido su efecto”, afirmó. 

Hay evidencias de que aumentar el precio real de los cigarrillos genera que muchos fumadores abandonen o reduzcan su consumo y que menos niños y jóvenes se inicien en ese hábito. Además, disminuye las enfermedades cardiovasculares, respiratorias y algunos tipos de cáncer, y reduce los costos en salud pública. Además, la recaudación de los gobiernos se incrementa de modo tal que el dinero podría reinvertirse en otras medidas para luchar contra el tabaco y para la protección de la salud con campañas de prevención, tratamientos de cesación tabáquica o acceso a los servicios sanitarios.

Más caros, mejor

La FIC señala que un aumento del 70 por ciento en el precio de los cigarrillos podría prevenir hasta un cuarto de las muertes relacionadas con el tabaco en todo el mundo. Y advierte que en Argentina, si bien los impuestos que lo gravan representan alrededor del 69 por ciento del precio de venta al público, el precio de los cigarrillos está entre los más baratos del mundo. De hecho, en los últimos años, casi se duplicó la cantidad de paquetes que se pueden comprar con un sueldo promedio; y se calcula que, si las medidas de la ley de control del tabaco estuvieran acompañadas de una duplicación en el precio real de los cigarrillos, se evitarían 15.500 muertes por enfermedades cardíacas, 34.600 infartos y 11.900 ACV.

Martin González Rozada, director de la Maestría en Econometría (MEC) y de la Maestría en Economía Aplicada (Mecap) de la Universidad Torcuato Di Tella, señaló durante el debate que se considera que cada 10 por ciento de aumento en el precio real de los cigarrillos, disminuye su consumo un 3 por ciento; por lo que con el incremento actual del 50 por ciento en su valor de venta, la merma alcanzaría el 15 por ciento. “Pero como la inflación también sube, se cree que sólo caerá entre 10 por ciento y 13 por ciento”. El especialista añadió que la política impositiva “retrasa el inicio del fumador que comienza entre los 12 y los 15 años”.

El economista estadounidense Frank Chaloupka, director del Centro de Políticas Saludables de la Universidad de Illinois, señaló que para que la medida sea efectiva las tasas deben aplicarse en forma específica: que el incremento impositivo esté relacionado con el número de cigarrillos. 

Chaloupka también señaló que es fundamental que las tasas aumenten cada seis meses o al menos una vez al año. Argumentó que así sucede en Australia desde hace 35 años, incluso por encima de la inflación, esquema que se replica en Nueva Zelanda, Sudáfrica y Gran Bretaña. “Para que el producto no sea asequible”, dijo. 

Los especialistas también destacaron que lo óptimo es que no haya diferencias de precios entre las marcas. González Rozada indicó que en Argentina la industria aumentó, en promedio, un 50 por ciento sus precios a partir del decreto. Pero si se analiza cada marca, se observa que las más caras superaron ese porcentaje, pero en las más baratas el incremento fue menor, por lo que se continúa incentivando el consumo: el fumador migra de una marca a la otra pero no deja de fumar. De allí la importancia de las tasas específicas. 

“Todas las marcas deben aumentar lo mismo por paquete a la vez que actualizar sus precios de manera constante. De otro modo, en países inflacionarios como el nuestro, el efecto se esfuma en pocos meses”. Además, se podría estudiar un precio mínimo.

Información libre de humo

“Una política aislada de aumento de impuestos no sirve como política de salud. Debe ser alentada en el tiempo para que no se diluya”, subrayó González Rozada. Coincidió el uruguayo Alejandro Ramos, director de la Framework Convention Alliance (FAC) para las Américas y el Caribe y asesor de la OMS, quien opinó que “se necesitan políticas de largo plazo. Además, se debe cerrar la brecha fiscal entre el cigarrillo industrial y el tabaco para armar” para que los consumidores no se vuelquen a este último si sólo aumenta el precio del primero. Advirtió también que en su país el tabaco de armar creció a principio del nuevo milenio entre los jóvenes. Es que el impuesto que esta modalidad debe pagar es seis veces menor que el cigarrillo industrial. En Argentina –aseguró– la diferencia entre uno y otro es de dos o tres veces.

Beatriz Champagne, directora ejecutiva de la Interamerican Heart Foundation de Dallas, aseguró que la industria tabacalera realiza campañas de desinformación. “Intenta bajar las tasas impositivas; para que el cigarrillo sea asequible para jóvenes”, dijo.

Políticas complementarias

Diseñar acciones policiales y aduaneras para combatir el mercado ilegal del tabaco en el país.

Aplicar políticas de control efectivo por parte del Estado y sus organismos para medir la cantidad de producción real de las tabacaleras que, en la actualidad, son quienes aportan ese dato sin estar auditadas por órganos independientes con fines de regulación.

Utilizar parte de lo recaudado con los impuestos al tabaco en acciones que refuercen la lucha contra su consumo: campañas mediáticas, otras medidas administrativas, uso de tecnología para control e incremento de la inversión en salud. Es lo que hacen países como Estados Unidos, Panamá y Costa Rica, entre otros.

Sumar al país a la tendencia de obligar a las tabacaleras a adoptar un empaquetado genérico.

Desafíos en el mundo que se replican en el país

“En Argentina, los cigarrillos son muy económicos. Chile, Brasil y Perú tienen precios más altos. Y los costos de salud son muy superiores a la recaudación impositiva”, reconoce Santiago Afonso, asesor del Ministro de Hacienda y Finanzas Públicas de la Nación, Alfonso Prat Gay. 
 
En consecuencia, aseguró, trabajan en el proyecto de ley de impuestos al tabaco para presentarlo en el Congreso de la Nación. La idea es implementar medidas de trazabilidad y de control de AFIP para fiscalizar la producción de cigarrillos y controlar el mercado ilegal; además de determinar la carga legal sobre sustitutos del tabaco y considerar que haya un único precio de comercialización. 
 
Nicolás Galvagni Pardo, asesor de Paula Bertol -funcionaria de la Jefatura de Gabinete- sugirió la necesidad de sumar al Ministerio de Agroindustria para tener en cuenta a los pequeños productores de tabaco. Y, en este sentido, el senador y presidente de la Comisión de Presupuesto y Hacienda de la Cámara de Senadores de la Nación, Juan Manuel Abal Medina, señaló la importancia de “incentivar nuevos tipos de cultivo como se hizo en países como Brasil e India”.
 
Pero entre las medidas pendientes principales está la de ratificar el Convenio Macro para el Control del Tabaco (CMCT) de la OMS al que adhieren 180 países y en el que se exige la adopción de una amplia gama de medida en relación con la cadena del suministro de tabaco; convenio que por diferentes motivos injustificados la Argentina aún no ha suscripto. 
 
Además, habría que ejercer un mayor control para que todos los restaurantes cumplan con las medidas de tener espacios separados entre fumadores y no fumadores; y establecer el empaquetado genérico de modo que los envases de los cigarrillos no tengan logotipos.