El Centro de Investigación en Finanzas de la Escuela de Negocios de la Universidad Torcuato Di Tella presentó los resultados de la Copa América Bursátil, su índice de desempeño bursátil relativo.

La misma compara los rendimientos propios de los índices bursátiles nacionales de los principales países de América Latina. El rendimiento propio se define como la diferencia entre el rendimiento total del índice nacional y el rendimiento de un índice mundial de referencia (o benchmark) específico para cada país. Gana el torneo aquel país que tuvo el máximo rendimiento propio, le sigue el segundo y así sucesivamente.

Más en detalle, en el primer semestre de 2016, Perú se ubica primero, con un rendimiento propio de 30%, seguido de Brasil con 13% y Colombia con 11%. En estos tres países, se observa la mayor mejora en la valorización propia de sus empresas durante 2016, comparado con el resto de la región.

"El índice argentino rindió 2,1% por debajo de su índice de referencia mundial, a diferencia de lo ocurrido en 2015, cuando fue 8,7% superior a este. En este primer semestre, se contrapone la tendencia en los últimos dos años, en los cuales ha habido una mejora del rendimiento propio de las empresas en Argentina y un empeoramiento en Brasil. Si en lugar de la inflación de CABA se usase la de San Luis, el rendimiento propio de Argentina sería 2,7% superior al de su índice mundial de referencia", explica Juan José Cruces, Director del CIF.

Cruces agregó que "a nivel regional, el retorno real promedio de los países analizados (Argentina, Brasil, Chile, Colombia, México y Perú) fue de 11%, en comparación con el 0,3% para el promedio de sus índices mundiales de referencia".

Esto quiere decir que la región ha tenido un desempeño considerablemente superior al del resto del mundo. De hecho, 2016 viene siendo un año con gran viento de cola regional, si se considera que las empresas latinoamericanas subieron 11% más que sus similares del resto del mundo.

La Copa América Bursátil de un año en particular es una medida del cambio en el valor propio de las empresas ocurrido desde el final del año anterior. Su principal componente es el cambio en las expectativas de los inversores ocurrido dentro del año.

Valores positivos indican una mejora, mientras que valores negativos muestran un empeoramiento de las expectativas en ese lapso. No obstante, desde el CIF aclaran que sus resultados no deben interpretarse como el valor absoluto de las expectativas ni como un estimador del desempeño económico presente de los países analizados.