En los medios

La Nación
18/04/16

Tecnología versus trabajadores

Los avances impactan sobre la demanda de empleo no calificado y los salarios; por el contrario, favorecen el desarrollo de la mano de obra capacitada.

Por Andrés Hatum

"Demasiado cambio en un período de tiempo demasiado corto." La expresión que hoy podríamos usar ante los cambios tecnológicos fue acuñada por Alvin Toffler en 1970. En su best sellerEl shock del futuro, Toffler argüía que la sociedad llevaba a cabo un cambio estructural gigantesco en el paso de una sociedad industrial a superindustrial y posindustrial. Este cambio, para Toffler, sobrepasaba y agobiaba a muchas personas.

Ramas enteras de la industria desaparecen y aparecen otras, decía. Esto impacta sobre trabajadores que se ven obligados a un aprendizaje totalmente diferente así como a cambiar su residencia para encontrar empleo. Las personas de la sociedad posindustrial cambian de profesión y lugar de trabajo frecuentemente, con lo que hacen varios recorridos laborales durante sus vidas. El conocimiento de un ingeniero quedaría obsoleto en diez años, por lo que mucha gente buscará trabajos más temporales.

En 1970, Toffler advertía que muchos bienes se convertirían en desechables, ya que el costo de la reparación ería mayor que el costo de uno nuevo producido en masa. Para Toffler iba a ser posible alquilar casi cualquier cosa, lo que eliminaría la necesidad de posesión.

Toffler debe estar orgulloso de sus predicciones. Pero hay temas que no abordó. Es allí donde entra otro autor futurista, Bruce Nussbaum, ex codirector de la revista económica Business Week. En su libro El mundo tras la era del petróleo revelaba la lucha implacable que se libraba para recoger y aprovechar los frutos de los avances tecnológicos de los años '80. El cambio tecnológico se manifestaría, para Nussbaum, en los campos de la robótica, la bioingeniería y la telecomunicación. Tres tecnologías muy avanzadas que harían, según Nussbaum, de los Estados Unidos y de Japón los ejes del poderío económico mundial, relegando a un papel secundario a Europa, la Unión Soviética y Alemania. La transformación provocada por el avance tecnológico sería remuneradora, pero también dolorosa.

El aspecto positivo sería la confirmación del poder y la fuerza de la mente del hombre para analizar y crear. El factor negativo sería la inevitable consecuencia de los robots y la automatización: la aparición de un nuevo proletariado de imposible colocación al que se unirán muchos empleados de cuello blanco, administrativos afectados por la ciberfobia, el temor a los ordenadores.

En La segunda era de las máquinas, de Brynjolfsson y McAffe, analizan el impacto de la nueva ola tecnológica: el salario medio de los trabajadores no calificados cayó 10% en promedio, entre 1999 y 2011. En 2012, más de la mitad del ingreso total en EE.UU. fue al 10% superior de los norteamericanos. Los autores distinguen ganadores y perdedores que se solapan. Los ganadores son aquellos que han acumulado cantidades significativas de activos de capital o capital humano; los perdedores, los que van siendo sustituidos por la tecnología. El efecto neto fue una disminución de la demanda de mano de obra menos capacitada y un aumento de la demanda de los trabajadores capacitados. Tal vez la predicción de Linda Gratton sea cierta: el empleo futuro estará marcado por la fragmentación del trabajo, la exclusión de muchos trabajadores y el aislamiento.