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Apertura revista
19/02/16

Interrumpir y empezar de nuevo

Desde la facultad, Diego González Carvajal ya quería fundar una firma con un objetivo social que saliera de lo establecido. Hoy. vende alimentos orgánicos bajo la pauta del comercio justo.

Aún en la facultad -estudió Economía en la Universidad Di Tella-, Diego González Carvajal tenía la idea de crear una empresa que no sólo generara valor económico sino también que tuviera un objetivo social. No quería fundar simplemente una compañía y tampoco una organización sin fines de lucro, porque a estas -según sus palabras- le faltan herramientas para ser autosustentables.
Empezaba una nueva década, los 2000, y el mundo estaba más preocupado por los bugs que podían dejar al hombre sin computadoras que por idear nuevas formas de economía: más sustentables, más inclusivas.
Pero no así González Carvajal y un grupo de amigos, quienes estaban inte Aún en la facultad -estudió Economía en la Universidad Di Telia-, Diego González Carvajal tenía la idea de crear una empresa que no sólo generara valor económico sino también que tuviera un objetivo social. No quería fundar simplemente una compañía y tampoco una organización sin fines de lucro, porque a estas -según sus palabras- le faltan herramientas para ser autosustentables.
Empezaba una nueva década, los 2000, y el mundo estaba más preocupado por los bugs que podían dejar al hombre sin computadoras que por idear nuevas formas de economía: más sustentables, más inclusivas.
Pero no así González Carvajal y un grupo de amigos, quienes estaban interesados en trabajar lo público pero no desde una ONG o desde el Estado.
En mente tenían otra cosa. Un mecanismo de mercado que tuviera en cuenta lo social y ambiental, además de ser rentable.
Una empresa social Un año después, en plena crisis económica y social, y luego de un centenar de reuniones en bares nace Interrupción*, una empresa que oficitiene el fin de comercializar alimentos orgánicos y biodinámicos -una nueva/ técnica-, principalmente, frutas, verd»/- ras y granos de pequeños productores con el compromiso de comprarles la PKjéucción a un preciojusto.
Justamente, el nombre de la empresa nació del objetivo del proyecto: interrumnas pir para empezar algo nuevo, de cero.
Si bien González Carvajal no tenía know how en el sector del agro o de los alimentos, eligió esa rama por la posición que la Argentina tiene en el mundo en ese rubro. Tampoco tenía experiencia en comercio justo, pero sí lo reconocía como un estándar social a aplicar. Del mismo modo, los fundadores decidieron que la certificación de orgánico sea el estándar ambiental.
Aunque, recién en 2007 definieron su plan de negocios. "Antes no estaba claro y dejamos de hacer muchas cosas que en ese entonces hacíamos. Pusimos foco", cuenta González Carvajal.
"Trabajamos con ingenieros agrónomos y creamos herramientas de capacitación para ayudar a los trabajadores, que se organizan en asambleas que identifican los problemas sociales, en la transición de la agricultura tradicional o transgénica a la orgánica. Y también nos encargamos de la comercialización de sus productos", detalla.
La empresa comenzó con un productor en Chubut a hacer dulces. Al tiempo que González Carvajal estuvo un año de intercambio en Nueva York, donde conoció a un grupo inversor que se interesó en lo que hacía. Fue así como lo convencieron de que abriera oficinas en esa ciudad, donde el mercado de lo orgánico era mucho mayor que en la Argentina.
"De a poco, empezamos a vender a pequeños supermerde cados de Nueva York", cuenta el joven emprendedor, quien, tras abrir ofici interrumnas en Chile (2009) y en Perú (2013), señala que la Argentina es el mercado que más les cuesta financiar.
La propuesta para atraer a los productores es presentarles una empresa distinta, en la que se alinean los objetivos sociales y ambientales a los del negocio.
En este sentido, si bien la agricultura orgánica requiere más trabajo también es más rentable, según afirma el fun- dador de Interrupción*. La firma se financia con una comisión del 10 por ciento de las ventas.
"La rentabilidad depende de cada cultivo.
Hay cultivos donde ya se logró tener los mismos rindes o superiores que con la agricultura tradicional, por ejemplo, fruta (manzanas, peras). Son productos que no cuesta mucho más hacerlos orgánicos por kilo y rinden lo mismo por hectárea y los precios son el doble", ejemplifica el emprendedor. Los cítricos, en cambio, son más difíciles, agrega. "La soja orgánica vale un 200 por ciento más", compara.
Sin embargo, el proceso de certificar para transformarse en orgánico implica dos años de transición, en los cuales el productor tiene que vivir sin poder usar su tierra con la técnica tradicional. De ahí que un componente importante en los dueños de los campos es su vocación de ser orgánicos. "En algunos casos, ante este riesgo, nosotros arrendamos y gestionamos la tierra. Hoy tenemos un 10 por ciento de campos arrendados donde también aprovechamos para desarrollar campos modelos, con un estándar aún más arriba y para hacer investigación y desarrollo de nuevos cultivos", señala el emprendedor.
Hoy, 3600 de los 9000 trabajadores rurales que venden la mayor parte de sus productos a través de Interrupción* son argentinos. Otros 2400 son chilenos y unos 2000, peruanos. El resto vive en los Estados Unidos. "Todos los productores que trabajan con nosotros lo hacen bajo el concepto de comercio justo, un 90 por ciento ya tiene la certificación de orgánico y el otro 10 está en transición.
Y sólo un 10 por ciento es biodinámico -una tecnología agrícola muy establecida en Alemania que, con distintas hierbas y compost, logra mayor calidad nutritiva en los alimentos-, porque empezamos a trabajar hace poco con esa técnica junto a un experto", detalla González Carvajal. En 2004, el fundador de Interrupción* fue elegido emprendedor social de Ashoka.
La venta de los productos orgánicos se realiza en un 90 por ciento en los Estados Unidos y Canadá, y sólo un 2 por ciento se concreta en América del Sur.
Todo, con la marca que la firma creó: Taste me, do good. "El modelo es que el consumidor pague los costos sociales y ambientales aunque nosotros, a diferencia de otros players, somos los únicos intermediarios en la cadena", explica.
En cuanto a los retailers, Interrupción* hoy tiene 200 clientes, la mayoría, cadenas de supermercados. Algunas están especializadas en productos orgánicos, como Whole Foods (firma originaria de Austin, Texas, que lidera el segmento en los Estados Unidos), pero también vende a gigantes como Wal-Mart, Carrefour o Rewe en Alemania.
Para 2016, González Carvajal espera que el crecimiento se mantenga como en los últimos años, a un ritmo de entre el 80 y 90 por ciento anual en volumen de ventas. Hoy, la firma factura USS 50 millones. • Juliana Morrferrán

EL COMERCIO JUSTO EN INTERRUPCIÓN* A Precio justo para tos productores. Siempre cubre el costo de la producción y asegura un margen de ganancia saludable, provee tanto una vida digna para los productores como recursos adecuados para invertir en calidad, capacidad y sustentabilidad de la producción.
2Condiciones de pago justas para productores. Los programas de aprovisionamiento, precios, plazos de pagos y demás condiciones comerciales quedan plasmados en contratos firmados por ambas partes.
3Condiciones de trabajo seguras. Tanto tos trabajadores permanentes como los contratados para la cosecha trabajan horas razonables, reciben beneficios y ganan un salario que les permite vivir dignamente. Trabajar para un campo asociado a Interrupción* Comercio Justo implica que las condiciones laborales se estén cumpliendo, por lo menos, con los requisitos establecidos por la ley.
A Representación organizada del trabajador. Los trabajadores se organizan a través de asambleas, donde deciden como utilizar las primas sociales para beneficio de sus comunidades. Es así que se convierten en agentes de cambio poderosos en el desarrollo socioeconómico de sus comunidades.
Las decisiones de inversión de estos fondos se toman democráticamente.
Los productores y trabajadores reciben apoyo de Interrupción* en propuestas de inversiones que aplican a las necesidades específicas.
5Transparencia del producto desde el origen de la semilla hasta la góndola.
Se respeta la transparencia de todo el proceso: desde la cosecha al envasado y exportación y finalmente en la venta. Es así que el consumidor puede conocer la historia y el impacto tanto social como ambiental del producto que compró.