En los medios

La Nación
7/02/16

La ultraderecha xenófoba crece y sacude los fantasmas de Alemania

Las crisis de Grecia y de los refugiados alimentaron la aparición y el ascenso de fuerzas populistas; uno de ellos está tercero en los sondeos; ayer hubo marchas contra el islam en toda Europa

Por Pablo Sanguinetti

BERLÍN.- La horca se balancea en el cielo de Dresden. Un cartel aclara el sentido: "Reservada para Angela Merkel". Miles de personas caminan alrededor agitando banderas alemanas y gritando lemas contra el islam, los refugiados y los "traidores a la patria" que tienen el poder en Berlín.

La imagen, registrada en una marcha islamófoba, refleja el tono áspero de la nueva derecha populista alemana, una tendencia que entró en ebullición al calor de la crisis de refugiados y que está poniendo al rojo vivo la vida social y política del país.

La encarnan el movimiento islamófobo y xenófobo Pegida, que ayer intentó expandirse a toda Europa convocando marchas en varias ciudades del continente, y el partido Alternativa para Alemania (AfD), al que las encuestas sitúan ya tercero en intención de voto.

Otros países europeos, como Francia, Gran Bretaña o Italia, cuentan con fuerzas similares bien establecidas, pero su irrupción en Alemania es una novedad que sacude fantasmas del pasado. "Plantea la pregunta de qué aprendió y qué entendió Alemania de la dictadura", alertó este fin de semana el semanario Der Spiegel en alusión al régimen nazi.

Pegida (sigla en alemán de Patriotas Europeos contra la Islamización de Occidente) nació en octubre de 2014 fundada por Lutz Bachmann, un ex convicto actualmente acusado de incitación al odio racial por tildar a los extranjeros de "ganado", "escoria" y "montón de basura".

La plataforma llegó a reunir 25.000 personas el año pasado en Dresden gracias a su poder para aglutinar resentimientos de diverso signo: el enemigo es el musulmán y el extranjero, pero también la "prensa mentirosa" o el gobierno. Su seguidor promedio, un varón de entre 40 y 65 años y con estudios, comparte la calle con hooligans y neonazis.

En esa mezcla reside uno de sus peligros, explica a LA NACION el politólogo Hans Vorländer, coautor de un libro exhaustivo sobre el fenómeno Pegida.

"En las marchas hay radicales de derecha, pero gran parte de los participantes provienen del centro burgués. Y siempre es peligroso cuando los populistas de derecha logran instrumentalizar el miedo y la ira de la burguesía de centro. Con eso pierde estabilidad la democracia", apunta. Lo que Der Spiegel definió como "extremismo de salón".

Cuando parecía caer en el olvido, Pegida recobró fuerza en septiembre con la escalada de la crisis de refugiados y la política de puertas abiertas impulsada por Merkel. También se benefició de la ola de agresiones sexuales atribuidas a refugiados y árabes en Año Nuevo, un escándalo que la líder Tatjana Festerling calificó de "Jihad sexual".

Aprovechando las aguas revueltas, el movimiento convocó ayer marchas en todo el continente con la consigna de crear una "fortaleza europea" para frenar la "islamización de Occidente".

La iniciativa reunió menos seguidores de lo anunciado, como preveían los expertos: Pegida es visto como un fenómeno limitado a la antigua Alemania comunista, donde aún existe un sustrato social disconforme con el rumbo que tomó la reunificación del país en 1990.

El mismo perfil y la misma evolución caracterizan a AfD. El partido nació en 2013 como plataforma euroescéptica en plena crisis de Grecia. Cuando el año pasado parecía desvanecerse, cambió de enemigo: el euro por los inmigrantes. La crisis de los refugiados fue "un regalo" para la formación, admitió su vicepresidente, Alexander Gauland.

Así se explica que la jefa del partido, Frauke Petry, justificara la semana pasada que la policía dispare a los refugiados en la frontera "en caso de necesidad" para impedir ingresos ilegales. Incluidas madres con chicos, completó la eurodiputada de AfD Beatrix von Storch.

Fue la última salida de tono en un discurso calculadamente extremo que busca explotar la preocupación de muchos alemanes ante la ola de 1,1 millones de refugiados que el país recibió en 2015. Y la estrategia, según los sondeos, funciona: con un 12% en intención de voto, AfD es ya la tercera fuerza de Alemania por detrás de la Unión Cristianodemócrata (CDU) de Angela Merkel y los socialdemócratas del SPD.

El dato es relevante a semanas del "superdomingo electoral" del 13 de marzo, cuando se vota en tres estados federados. AfD podría sumarlos a los cinco en los que ya tiene representación parlamentaria y reposicionarse para llegar al Parlamento nacional en las elecciones generales del año que viene.

"Existe la posibilidad real de que se establezca un partido populista de derecha en Alemania con un discurso antiinmigración y antirrefugiados", concluye Vorländer.

Sería una novedad en una democracia que lleva 70 años cultivando el centro y reduciendo a expresiones marginales otros intentos de populismo extremista.

Dos fuerzas emergentes

  • Fundado en Dresden en octubre de 2014 por el polémico activista Lutz Bachmann, el movimiento Pegida (Patriotas Europeos contra la Islamización de Occidente) atrae a elementos de extrema derecha y antiinmigrantes
  • El partido Alternativa para Alemania (AfD) surgió en 2013 como una plataforma euroescéptica y ultranacionalista. Según los últimos sondeos, es ya la tercera fuerza política del país, detrás de la CDU de Merkel y de los socialdemócratas del SPD

(*) Profesor del Departamento de Economía de la UTDT