En los medios

La Nación
26/08/15

Advierten sobre la "crisis terminal" de las economías regionales

En un encuentro de la industria alimenticia, los empresarios evitaron hablar de "devaluación", pero el tipo de cambio fue un tema central; las exportaciones del sector se desplomaron 19% en el año

A veces la casualidad se satura de intención. Eso pasó ayer, cuando el economista de la Universidad Di Tella, Bernardo Kosacoff, repasó los números rojos de la industria alimenticia frente a un centenar de empresarios del sector. "¿Cómo aportar valor?", se preguntó sobre el final de su presentación. La filmina siguiente dio un modelo por seguir: el de Arcor. En la mesa de sus ejecutivos, simbólicamente ubicada en el centro de la escena, faltaba -sin embargo- la estrella más festejada en la tribuna: la del futuro presidente de la Unión Industrial Argentina (UIA), Adrián Kaufmann Brea, que llegó sobre el final tras participar de la tradicional reunión de los martes de esa entidad.

La Segunda Jornada de Alimentos y Bebidas, organizada ayer por la Coordinadora de las Industrias de Productos Alimenticios (Copal), fue una muestra más de la victoria del kirchnerismo en la batalla cultural. Hubo por lo menos cinco maneras distintas de hablar de devaluación sin mencionar la palabra. Los empresarios conocen los motes del día después: "El club de los devaluadores", los llaman cerca de Axel Kicillof.

"Quieren un título para el diario y no se los voy a dar", respondió Kosacoff a la pregunta que hizo LA NACION sobre la necesidad o no de devaluar para devolverle competitividad al sector en un contexto de atraso cambiario impulsado por el Gobierno. "No hay un tiro de oro que solucione todo. La macroeconomía está desalineada y hay otras formas de devolver competitividad, por ejemplo, a través de mejoras fiscales", aclaró.

"Actualización", "adecuación", "corrección". Muchos sinónimos sonaron a la hora de hablar de devaluación, concepto que los directivos de Copal aclararon que no será suficiente para solucionar el estancamiento de la industria alimenticia y la "crisis terminal" de las economías regionales. Sí se encargaron de reclamar reglas de juego claras y previsibles, estabilidad macroeconómica, más diálogo, libre determinación de precios de alimentos y bebidas, y la derogación de la ley de abastecimiento. Pero además los panelistas invitados enlistaron otros problemas: competitividad, presión fiscal, costos logísticos y laborales.

"Parece un pecado hablar del tipo de cambio. No hablo de devaluar, sino de adecuarlo a la realidad económica y a la inflación del país", afirmó José Fernando Francisco Carbonell, presidente de Federcitrus. Atrás los números eran elocuentes: las exportaciones entre 2011 y 2015 de la mandarina (-58%), naranja(-82%) y limón (-28%) se desploman.

"Estamos en una crisis terminal", sentenció Fernando Nebbia, presidente del Centro Azucarero Argentino, que indicó que su sector pierde $ 2500 millones al año y que el 50% de los ingenios tiene dificultades para producir. "Los pequeños cañeros pierden $ 50 por cada bolsa de 50 kilos de azúcar vendida al mercado interno", ejemplificó el directivo.

Marcelo Loyarte, director ejecutivo de la Cámara Argentina de Fruticultores Integrados (CAFI), contó que los productores de manzanas y peras perderán US$ 200 millones este año y, si no hay correcciones, alrededor de US$ 700 millones en 2016. A modo de anécdota, contó que en un almuerzo con un embajador no pudo explicar cómo los productores chilenos venden peras y manzanas un 40% más baratas que las argentinas y con ganancias. "No podemos competir", se resignó el ejecutivo.

"La actualización del tipo de cambio es fundamental, pero con un control de la inflación", explicó Walter Bressia, actual presidente de Bodegas de Argentina. "Ante esta situación crítica es importante restablecer el diálogo", pidió Pablo Querol, representante de los cerveceros. "Hay que sentarse ya, la temporada empieza en enero", agregó con urgencia Loyarte.

Kosacoff lo explicó técnicamente. "Hoy esta industria muestra un estancamiento, pero en una meseta elevada", describió, y completó: "Además las empresas no están endeudadas". ¿Las causas del freno? Falta de divisas, reducción de la inversión, menor poder adquisitivo e inversión, regulaciones que golpean la competitividad y presión impositiva, entre otros. Daniel Funes de Rioja, presidente de Copal, lo puso en números: las exportaciones del sector se desplomaron 19% entre enero y mayo. La Argentina pasó del puesto 9 al 14 en el ranking de exportadores de alimentos. "Se necesita un cóctel de medidas", dijo, y reclamó: "Los políticos tienen que escuchar a los empresarios. Esta etapa puede ser superada".

Por Francisco Jueguen