En los medios

La Nación
3/08/15

¿Adiós a los alfas? Economistas detrás de la quimera de la "singularidad financiera"

Al igual que en el deporte, cuando un campo competitivo mejora, todos los que lo juegan también lo hacen y se vuelve difícil conseguir resultados extraordinarios; Warren Buffett no podría tener hoy las ganancias que tuvo y Bobby Fischer perdería con muchos ajedrecistas

Anatoly Karpov, el ex campeón mundial de ajedrez, es economista egresado de la Universidad de Moscú, multimillonario y ama visitar la Argentina. Aterriza en Buenos Aires cada tres o cuatro años, la mayor parte de las veces invitado por la Fundación Najdorf. A mediados de 2010, lo entrevisté para una nota y le pregunté quién ganaría un torneo que hipotéticamente reuniera a los mejores de todos los tiempos, cada uno en su mejor momento: él, Garry Kasparov, Bobby Fischer, José Raúl Capablanca, etc. Respondió sin dudar que el ganador sería el último campeón, el más actual, a pesar de que los grandes récords en ajedrez (cantidad de partidas ganadas seguidas, distancia con el segundo mejor) datan de décadas anteriores (en las eliminatorias del Match del Siglo, que se disputó en 1973 en Reikiavik, Islandia, entre Fischer y Boris Spassky, el norteamericano se impuso por un puntaje de 6-0 a sus retadores Mark Taimanov y Bent Larsen, una hazaña considerada casi imposible en el ajedrez contemporáneo).

Karpov mencionó "la paradoja de la habilidad": cuando un determinado deporte o campo competitivo mejora, todos los que juegan lo hacen y se vuelve más difícil conseguir resultados extraordinarios, de mucha ventaja sobre el resto, o sobre la media. Sucede en el póquer, el ajedrez, el baseball, el básquet, en infinidad de deportes.

En 1959, el basquetbolista Wilt Chamberlain promedió 50 puntos por partido en todo el torneo, en las décadas posteriores quien más se le acercó fue Michael Jordan, con 37,2 puntos en 1986.

Para Larry Swedroe y Andrew Berkin, autores del recientemente publicado en inglés The Incredible Shrinking Alpha (El increíblemente reducido alfa), algo similar está sucediendo en el mundo de las finanzas. Distintos estudios citados en el libro muestran que resultados extraordinarios ("alfa" en la jerga de la estadística financiera) logrados consistentemente por inversores legendarios como Warren Buffett son hoy casi imposibles de conseguir.

Buffett vendría a ser el equivalente al Chamberlain de los mercados. Durante 40 años logró retornos de un 10% por encima de la media, "cuando en comparación hoy se ve que los managers de portafolios exitosos festejan si derrotan al mercado por unos pocos puntos", sostiene Swedroe. "En las últimas décadas, entraron al mercado financiero miles de jóvenes muy talentosos, con mejores herramientas analíticas y mejores bases de información que sus predecesores, y eso hace que la probabilidad de obtener resultados extraordinarios sea mucho más baja que antaño", agrega.

La "paradoja de la habilidad" se combina con toda la nueva literatura de "singularidad", que destaca el avance exponencial de la tecnología y la ciencia. La "singularidad financiera" alude a mercados perfectos y eficientes desde el punto de vista de la información, donde el alfa tiende a cero y la inteligencia artificial reemplaza a los managers de inversiones humanos en el manejo de carteras. En su trabajo sobre "el futuro del empleo", los economistas de Oxford Carl Frey y Michael Orbourne colocan a los asesores financieros personales en el puesto 350 de profesiones "reemplazables" (de una lista de 702) por algoritmos en los próximos 20 años.

Para el profesor de la Universidad Di Tella Juan José Cruces, hay varias metáforas para explicar la imposibilidad de los mercados eficientes y perfectos a nivel de información. "En una compulsa publicitaria entre Pepsi y Coca-Cola que el efecto marginal de hacer publicidad sobre market share sea cero no implica que si se deja de hacer toda la publicidad la porción del mercado de cada marca quede igual. O supongamos dos equipos jugando a tirar de la soga: hacen muchísima fuerza, pero la soga no se mueve. Ello no implica que si uno de ellos deja de hacer fuerza, la soga no se moverá -explica Cruces-. Lo mismo pasa en el mercado financiero. Que sea muy difícil encontrar activos que tengan el precio mal puesto no implica que si todos dejamos de hacer research los precios sigan bien puestos. De suceder eso, surgirían inmediatamente infinitas posibilidades de hacerse millonario [ganar mucho alfa] con un poquitito de investigación nomás."

"La singularidad financiera no está cerca y estamos bastante lejos de estar frente a mercados financieros perfectos", dice ahora Ezequiel Baum, director de Trainer Financiero, una consultora que difunde herramientas de finanzas personales en un público no especializado.

"Especular con la desaparición de rendimientos extraordinarios por encima del promedio del mercado por la llegada [y la eventual socialización entre la comunidad de inversores] de tecnologías que difundan y procesen en tiempo real toda la información posible que defina cuánto tiene que valer cada activo que cotiza es absurdo. Todavía queda mucho librado al azar. Azar que incluso al convivir con sistemas que buscan traducir la realidad económica a regularidades estadísticas, probablemente, lo único que logren sea una máquina de cisnes negros", agrega.

Según Baum, "existen tantos nodos de asimetría y margen de error que difícilmente puedan pasar por el filtro de una inteligencia basada en el procesamiento de la realidad de forma racional".

El profesor de Yale y Nobel de Economía Robert Shiller escribió un artículo al respecto, "El espejismo de la singularidad financiera", en el que sostuvo que el problema con esta visión de la singularidad financiera es el hecho de que los mercados mundiales no se acercan en absoluto a ésta. "Los entusiastas de la informática se ilusionan por cosas como la cadena de bloques que usa Bitcoin. Pero el mundo financiero de los futuristas no tiene ninguna semejanza con el mundo financiero de hoy", dice.

Según el Nobel, es difícil no pensar -como contraejemplo- en el reciente desplome del mercado de valores de China. "Los noticieros muestran hordas de personas que actúan de manera emocional, realizando transacciones sobre la base de presentimientos y supersticiones. Ese escenario se asemeja mucho más a la realidad que todos los debates sobre una inminente singularidad financiera", dijo Shilley. Como diría un economista del comportamiento: el problema de los modelos matemáticos es que están llenos de seres humanos.

Por Sebastián Campanario