En el fútbol, goles son amores. Y cuando se acercan las elecciones, resultados económicos positivos de corto plazo también son amores. Luego vendrán los debates sobre si se juega lindo o sobre eventuales consecuencias dañinas a futuro.

Para desesperación de la oposición, el Gobierno parece tener en claro esa lógica. Porque en lo que va del año ha conseguido no sólo estabilizar los sensores de incertidumbre de la población, desde el dólar a los precios: ahora intenta transmitir algo del “veranito financiero” a la economía real. Y así, aún antes de que se cierren las grandes paritarias que pueden generar una mejora al menos temporaria del poder adquisitivo, la Casa Rosada consigue que la economía empiece a jugarle a favor en la campaña.

Confianza verde. Por un lado, en los últimos quince días el Banco Central exacerbó la paz financiera. Tras devaluar 1,1% en marzo, sólo movió el dólar 0,09% en abril (quedó en $ 8,90), un ritmo que se prevé mantendrá para bajar la brecha con el paralelo (42%), capitalizar la desaceleración de los precios y estirar el atraso cambiario que estimula el consumo. Al mismo tiempo potenció las reservas con crédito en dólares vía el título público Bonar 24 y el financiamiento de la petrolera estatal YPF. Así, los activos del Banco Central subieron sólo en abril US$ 2.392 millones (7,5%), hasta los US$ 33.901 millones, su mayor nivel desde octubre de 2013. Y todo mientras libera un volumen récord de dólares para ahorro: en abril se vendieron con autorización de la AFIP unos US$ 495,5 millones en divisas (271% más que hace un año) que van a parar al colchón de la clase media, o que terminan siendo vendidos luego en el mercado ilegal.

Según un informe de la consultora Economía y Regiones, con los últimos US$ 3 mil millones que ingresaron vía deuda, se pueden financiar cinco meses más de compras de ahorristas minoristas.

Viento a favor. El veranito financiero se traslada al ánimo del consumidor, suele decir el experto Guillermo Oliveto, de la consultora W, que resalta que, aunque pase desapercibido, los indicadores “pegaron la vuelta” desde marzo: crece la venta de motos, subió 50% en un año la confianza del consumidor que mide la Universidad Torcuato Di Tella y también mejora la construcción.

En este sentido, es clave interpretar la recuperación de reservas como un intento por revertir la caída de la industria, que suma hasta ahora veinte meses en picada. Además del swap con China y la llegada de fondos para obras desde Rusia, se colocará deuda al menos una vez por mes hasta las elecciones (ver aparte).

El objetivo es “conseguir los dólares para tonificar las reservas internacionales y aflojar parcialmente el cepo a las importaciones para ponerle un piso a la caída en la actividad”, dice Gastón Rossi, de LCG Consultores. Un indicador interesante en este sentido es el crecimiento del sector de los minerales no metálicos, que refleja tres meses seguidos en alza como producto de más movimiento en la construcción, gatillado en especial por los planes oficiales como el ProCreAr.

Las PASO. Un reporte de la consultora Empiria arriesga que en el momento de las elecciones primarias la actividad habrá pasado “el mejor trimestre del año”, con una recuperación de 0,7% trimestral, con una inflación estabilizada en torno al 28% anual, “que si bien es un nivel muy elevado será menor al 40% que alcanzó en 2014” y con una recuperación de hasta un 2,7% interanual del salario real una vez cerradas alguna de las paritarias aún en danza. No es el fervor del 2011, pero tampoco el hielo de 2009. Por eso el entusiasmo de Daniel Scioli, el precandidato oficialista mejor posicionado, que sonrió esta semana cuando Cristina Kirchner volvió a mostrarse junto a él, mientras las encuestas aún lo muestran por arriba de los competidores.

Por Jairo Straccia / Paola Quain