Dios tiene futuro. Hacia un mundo más religioso
Distintos estudios globales retratan un planeta en el que crece la afiliación religiosa y proyectan un crecimiento notable del islam, que podría ser mayoritario a fin de siglo. Demografía, sociología y política de un fenómeno a menudo subestimado, que desafía la convivencia internacional.
Contra todos los pronósticos pesimistas que auguraban el fin de la religión, Dios no sólo no ha muerto, sino que goza de buena salud. Hace una semana, un informe de WIN International (red internacional de instituciones dedicadas a la investigación de mercado), junto con la consultora Voices! Argentina, reveló que, a nivel global, el 63 por ciento de los ciudadanos se considera religioso. El relevamiento -realizado entre octubre y noviembre de 2014 en 65 países- se suma a un informe difundido a principios de este mes por el Pew Center Research, un reconocido think tank norteamericano con sede en Washington, que aportó nuevas evidencias sobre la vitalidad de la fe religiosa a nivel mundial. En su trabajo titulado "El futuro de las religiones del mundo: proyecciones de crecimiento poblacional 2010-2050", estimó para mediados de siglo un escenario global más religioso que el actual, con un notable incremento de la población musulmana. Si esas proyecciones se cumplen, ¿qué desafíos traerá consigo un mundo más religioso? ¿Cambiará de alguna manera la actual configuración religiosa del planeta? Y lo más importante: ¿se profundizarán las actuales -y evidentes- dificultades para la coexistencia religiosa global? Iván Petrella, profesor de la Universidad Di Tella, especializado en relaciones internacionales y religión, sostiene que un mundo más religioso es un desafío en sí mismo. "No estamos educados para un mundo religioso. Nos permitimos la ignorancia en un tema fundamental. Cuando te formás, si no leíste al menos unas páginas de Shakespeare o Borges, te sentís insuficientemente preparado. Pero no parece igual de serio el desconocimiento de la Biblia o del Corán", puntualiza. Basta echarle un vistazo al mundo que nos rodea para percibir lo subestimado que está el entendimiento de lo religioso, pese a que la realidad nos demuestra a cada paso que los asuntos de la fe no se dirimen exclusivamente en la esfera íntima y privada de las personas. Ya sea para justificar trabas a legislaciones de tipo progresista o hasta para otorgarle razón de ser a algún conflicto bélico, el nombre de Dios se viene pronunciando con demasiada frecuencia. No se trata de un desafío nuevo. Hace casi diez años, la ex canciller norteamericana Madeleine Albright ya había sido clara en su libro The Mighty and the Almighty. Reflections on America, God and World Affairs: dado que lo religioso se ha convertido en un factor clave en los asuntos internacionales, es sumamente necesario que un canciller cuente con asesores religiosos como los tiene en el campo económico o político. En un mundo cada vez más globalizado, que expone cada vez con mayor nitidez los variados matices de quienes lo habitan, la falta de puentes de comprensión y entendimiento es no sólo irresponsable, sino hasta peligrosa. "Se ha creído que la diversidad es el principal desafío cuando analizamos la situación de las religiones en el mundo. Pero creo que también la gestión de esa diversidad se impone como tarea principal de la laicidad. Dos cuestiones se juegan en ese punto: la coexistencia de grupos y tradiciones religiosas diversas en una misma nación, así como el avance de las discusiones que garanticen los derechos de los ciudadanos, independientemente de sus vínculos religiosos", analiza Emerson Giumbelli, antropólogo brasileño y profesor de la Universidad Federal de Rio Grande do Sul, en Brasil. La fe global, en detalle El trabajo difundido la semana última por WIN y Voices! revela que las regiones que concentran la mayor cantidad de creyentes son África y los países que integran Medio Oriente. De entre todas las relevadas, la nación más religiosa es Tailandia, con el 94 por ciento de la población asumiéndose como tal y apenas un 1 por ciento de ateos; en tanto que China se ubica en el extremo opuesto, con un 7 por ciento de personas religiosas y un 61 por ciento de ateos convencidos. Promediando la lista, se encuentra la Argentina, con un 72 por ciento de habitantes religiosos y un 4 por ciento de personas que no creen en Dios. La investigación también traza un perfil que cruza la variable religiosa con otras de tipo demográfico. De ese cruce surge que, en el presente, son las personas menores de 34 años las que tienden a ser más religiosas (66 por ciento). Asimismo, al hacer un corte según el nivel educativo, si bien los creyentes son el grupo mayoritario en todos los niveles, son los que poseen el menor nivel educativo los más religiosos (80 por ciento). Por otra parte, cuando se relaciona el nivel de ingresos con la religiosidad, el resultado es inversamente proporcional: a menores ingresos, mayor nivel de religiosidad. Los investigadores del Pew Center Research se basan, justamente, en algunas características de las poblaciones relevadas para proyectar los mayores niveles de crecimiento religioso. Allí donde las poblaciones son más jóvenes es donde los responsables del estudio pronostican mayor crecimiento de fieles. De acuerdo con las principales conclusiones del trabajo, basado en proyecciones demográficas, hacia mediados de siglo la población mundial crecerá un 35 por ciento. En ese contexto, se estima que los musulmanes serán el grupo religioso de mayor crecimiento, ya que mientras hoy representan el 23% del total global, en 2050 alcanzarían el 30%, equiparando prácticamente a las religiones cristianas. El trabajo va un poco más allá y considera que, de cumplirse y mantenerse estas tendencias, la población musulmana podría superar, incluso, a la cristiana para 2050. También pronostica cambios en la distribución de los fieles. Así, por ejemplo, hacia mediados de este siglo el 38 por ciento de los cristianos provendría del África subsahariana, en tanto que la proporción cristiana europea perderá diez puntos porcentuales. La región europea, que supo albergar a la gran mayoría de católicos hace un siglo (el 66 por ciento en 1910), concentraba apenas el 26 por ciento en 2010, y se estima una caída de hasta el 16 por ciento para 2050. En el caso de la población musulmana, si bien hoy en día es Indonesia el país que registra la mayor proporción de fieles, para 2050 se prevé que sea la India la nación que encabece el ranking, con más de 310 millones de musulmanes, equivalentes al 18 por ciento de la población local. También cuenta con un apartado para los desafiliados religiosos, que concentraría tanto a los ateos como a los agnósticos, así como a los creyentes sin religión, y totalizan 1100 millones de personas, especialmente concentradas en Europa, América del Norte, China y Japón. Si bien se proyecta un crecimiento neto de aquí a 2050 de 61 millones de personas, la relación porcentual con respecto al total de la población mundial decrecerá si la comparamos con el presente: si bien en 2010 representaba un 16 por ciento del total, cuatro décadas más tarde se prevé que pierda tres puntos porcentuales. ¿Una postal incompleta? Entre los especialistas en temas religiosos, sin embargo, los estudios basados en proyecciones matemáticas son recibidos con cautela. "En cuestiones de fe la dinámica a veces es más compleja -relativiza el investigador del Conicet especializado en este tipo de temáticas, Juan Cruz Esquivel-. Por ejemplo, los fenómenos de conversión en el campo religioso no siempre responden a lógicas de fertilidad. No hay identidades religiosas estancas." Con él coincide Emerson Giumbelli: "Me parece que un punto muy importante tiene que ver con nuestra capacidad de ver la diversidad que se da en varios planos en forma simultánea: entre las regiones del mundo, hacia el interior de cada religión y hasta en el modo en que los no afiliados se relacionan con las religiones, sin olvidar que «no afiliado» no es lo mismo que ateo o agnóstico". Según la opinión de Silvia Montenegro, investigadora del Conicet con reconocida trayectoria en el campo de la religión musulmana, un estudio basado en proyecciones demográficas brinda una postal valiosa, pero incompleta para el caso de los devotos del islam. "Entre las poblaciones musulmanas, es preciso distinguir entre nacidos y convertidos, porque las dinámicas de crecimiento tienen diferencias. En escenarios plurales y diversificados, en los que la convivencia religiosa es muy armónica, el islam se torna una opción religiosa legítima, a tal punto que no sería descabellado imaginar un futuro con mayor cantidad de conversos que musulmanes de origen", explica. Tratándose de un proceso tan dinámico como esquivo a los marcos institucionales -sobre todo en Occidente-, la religiosidad encarna enormes desafíos, incluso, dentro de las ciencias que deben estudiarlo: cómo captar de la manera más fidedigna posible su enorme riqueza cuando ésta no se limita a las propuestas de las religiones tradicionales. "De cara al futuro, se impone la construcción de categorías capaces de dar cuenta de formas menos institucionales de religión y creencia. Tal vez el ingreso en el campo religioso ya no deba ser exclusivamente a través de lo institucional, porque hay otras maneras de vivencia y expresión religiosa inherentes al individuo", analiza Esquivel. En ese contexto, ¿qué es lo que aportan las proyecciones demográficas? Algunos de los especialistas consultados rescatan su potencial para trazar posibles trayectorias futuras, que vale la pena seguir de cerca. Pero no hay que perder de vista que los números globales pueden acabar eclipsando particularidades regionales. Por otra parte, no es, claro está, la herramienta adecuada si lo que uno busca son detalles más de tipo cualitativo. Las proyecciones demográficas basadas en tasa de fertilidad poco dicen de aspectos centrales en este campo: como el cambio de fe religiosa, la desafiliación o la ya mencionada vivencia desinstitucionalizada. Y, por último, hay quienes temen que esta clase de instrumentos se vuelvan -tal vez sin haberlo buscado intencionalmente- funcionales a un discurso que intente agitar fantasmas y diseminar la paranoia, especialmente en núcleos que identifican a los musulmanes con los fundamentalistas. Por eso es que, independientemente de los escenarios futuros, Iván Petrella destaca la importancia de que se promueva un mayor conocimiento religioso. "No es catequesis. La religión puede enseñarse como otras disciplinas. En muchos planes de estudio se justifica la presencia de la asignatura «Introducción a la filosofía» al considerarla fundamental para la comprensión del ser humano y su historia. Sin embargo, en nuestra actividad diaria no nos cruzamos con un hegeliano o un platónico, pero sí con cristianos, judíos, musulmanes, budistas o miembros de otras religiones", compara. Si las proyecciones del estudio del Centro Pew no sufren notables alteraciones, sus responsables estiman que para fines de este siglo cristianos y musulmanes representarían algo más de dos tercios de la población mundial: 69 por ciento, contra el 55 por ciento que representaban en 2010. ¿Y qué factores podrían alterar las proyecciones de manera significativa? Uno de ellos podría ser el comportamiento futuro de la población china, hoy mayoritariamente atea. Y en este punto, ya se ha comenzado a hablar de su posible viraje hacia el cristianismo. Otro factor podría ser la posibilidad de que el lento, pero sostenido proceso de desafiliación religiosa que hoy se viene dando entre poblaciones principalmente cristianas comience a registrarse también entre las musulmanas. En cualquier caso, todo parece indicar que el mundo se encamina hacia un escenario más religioso que el actual. Resta saber si la humanidad logrará ir hacia allí por la senda del diálogo y la tolerancia Marita Carballo: "Vemos la necesidad de un mayor conocimiento, comprensión y diálogo interreligioso" En función de la encuesta más reciente sobre religiosidad mundial de WIN International y Voices!, ¿le parecen razonables las proyecciones del Centro Pew en cuanto a que nos dirigimos hacia un mundo más religioso, en el que el islam va a crecer considerablemente? Las proyecciones de Pew se basan en factores demográficos como la fertilidad, la composición etaria de la población y la esperanza de vida. Si estas tendencias se mantienen, es cierto que disminuirán los no religiosos y, en cuanto a las distintas religiones, los musulmanes serían los que más aumentarían. Pero nuestra encuesta global nos muestra además otros aspectos interesantes. Por un lado, que en la actualidad el mundo es mayormente religioso con casi dos tercios de la población que se define como tal y donde sólo 1 de cada 10 son ateos. También el hecho de que generaciones más jóvenes en varias sociedades son hoy más religiosas que los grupos etarios de más edad. Esto es indicativo de una tendencia hacia una renovación de valores religiosos más que una reducción de esta dimensión. Por lo tanto, el posible aumento de la religiosidad no sólo se explica por factores demográficos, sino también valorativos y culturales. El estudio del Centro Pew se basa en proyecciones demográficas. Tratándose de un fenómeno tan dinámico e íntimo como el de la religiosidad, ¿cuáles son las ventajas y las desventajas de usar este método? Los análisis demográficos permiten proyecciones consistentes, pero no absolutas en el largo plazo. Por ejemplo, la tasa de fecundidad puede cambiar y de hecho ha variado mucho en las últimas décadas. Predecir el futuro es algo sumamente complejo y lo que Pew está haciendo en ese informe es un ejercicio de estimación que presenta un escenario probable en función de esas variables. Creo que es un aporte útil que nos muestra hacia donde podría encaminarse el mundo en términos religiosos. Pero debemos seguir investigando e incorporando otros factores y variables, como tipo de religiosidad, nivel de creencias, práctica religiosa, etcétera, para una comprensión más profunda de las distintas religiones y del futuro. En función de que venís relevando el tema religioso desde hace mucho tiempo, ¿cuáles te parecen los desafíos más salientes que debe atravesar la escena religiosa actual a nivel mundial? Vemos la necesidad de un mayor conocimiento, comprensión y diálogo interreligioso. Éste es uno de los grandes desafíos que tenemos por delante en estos años para alcanzar un mundo en paz y sin violencia. Observamos en Europa occidental procesos de secularización con un decrecimiento de la religiosidad, situación que en los últimos años también se está dando, aunque en menor medida, en un país tradicionalmente muy religioso como los Estados Unidos. Pero en el resto del mundo en la mayoría de los países esto no ocurre. Analizando las respuestas por afiliación religiosa encontramos que los musulmanes (87%) son más religiosos y quienes dan más importancia a la religión en sus vidas, ocupa para ellos un lugar central. Entre los católicos y cristianos la religiosidad es del 77% y la importancia en sus vidas es significativamente menor. Nos encontramos frente a mundos muy diferentes que deben comprenderse, aceptarse y dialogar. Hay que trabajar en esto..