En los medios
Apuestas por el cambio en Argentina
Los fondos de inversión de riesgo se lanzan a comprar acciones y bonos del país sudamericano ante la expectativas de un giro político en las elecciones de octubre
Ante ese panorama, los títulos públicos argentinos comenzaron en enero a revalorizarse ante la evidencia de que el Gobierno de Fernández estaba sorteando sin una devaluación de la moneda el verano austral, periodo del año en que suele profundizarse la escasez de divisas extranjeras por el turismo y por tratarse de los meses previos a la cosecha de soja, principal cultivo argentino.
Pero no solo factores internos han influido en el alza de los activos financieros de la tercera economía latinoamericana. El fenómeno también responde a un mundo con exceso de liquidez y bajos tipos de interés en el que determinados inversores buscan opciones de alto rendimiento. Y entre ellas, aparecen los activos de Argentina aún baratos. El analista Vladimir Werning, de JP Morgan, observa que los inversores que compraron títulos de deuda exterior argentina desde 2013 no los venden porque tienen horizontes de inversión largos. "Para estos inversores, la perspectiva electoral pesa más que las complicaciones legales inmediatas. Y el incremento de riesgo en otros países emergentes como Rusia, Brasil o Venezuela mantiene el atractivo de los bonos argentinos a ojos de esos inversores, a pesar de la gran apreciación que ya han experimentado".
Entre los 19 países emergentes evaluados por el índice de primas de riesgo del banco JP Morgan, que es un termómetro del apetito por los bonos públicos, solo seis han logrado bajarla en lo que va de 2015 y el resto ha sufrido el impacto del fortalecimiento del dólar, la caída del precio de las materias primas y conflictos políticos y económicos particulares. El país en el que más ha bajado la prima de riesgo es Argentina, un 19,1%, hasta 581 puntos básicos. Este es un nivel aún alto, solo superado por Ucrania, Venezuela y Ecuador, aunque está lejos de reflejar una crisis de deuda y se acerca más al de Brasil (333). Algunos bonos cuyos pagos han sido bloqueados por la justicia de EE UU cotizan sin descuento, como si estuviesen abonándose con normalidad.
Las acciones de empresas argentinas también están entre las que más se aprecian. En los últimos 12 meses, el índice Merval de la Bolsa de Buenos Aires subió un 77,3%, aunque hay que descontar un 34,2% de inflación. El profesor de la Universidad Torcuato Di Tella, Juan José Cruces, elabora cada año una Copa América Bursátil comparando los índices de las bolsas de seis de las siete principales economías latinoamericanas, los ajusta para quitar el efecto de la inflación y de factores externos, y en 2014 concluyó que Argentina fue uno de los dos únicos países en los que las acciones se revalorizaron, un 7%, seguida de Perú con un 0,3%.
Los inversores no solo actúan por sus expectativas en el próximo presidente argentino, sino que también porque la recta final del Gobierno de Fernández está siendo menos dramática de lo que cabía esperar. El país evitó una devaluación como la de enero de 2014, que hubiese contraído la economía y hubiese encendido más la rampante inflación. Se logró gracias al acceso a préstamos de China y a la restricción de las importaciones, pero a costa de mantener estancada la actividad económica. Los analistas advierten de que las maniobras del Gobierno de Fernández dejan al gobierno sucesor ante un grave riesgo de tener que acometer una devaluación en un mundo en el que el euro y el resto de las monedas latinoamericanas se deprecian. No obstante, los mismos expertos admiten que, de confirmarse la veracidad de las estadísticas, el gobierno dejará una deuda pública neta del 18,1% del PIB frente al 102,7% de 2004.
El próximo gobierno argentino se encontrará con un panorama de "recesión, inflación, déficit fiscal, conflictividad judicial por la deuda pública y falta de inversión de largo plazo", advierte el analista Alberto Ramos, de Goldman Sachs. El economista Aldo Ferrer, por su parte, opina que "el próximo gobierno deberá corregir algunos desvíos macroeconómicos, como la escasez de dólares, la alta inflación, problemas del gasto público como los subsidios a la energía, y muchas dificultades para reactivar el crecimiento". Sin embargo, cree que, pese a todo, no recibirá una economía tan descontrolada como en otros tiempos.
Por Alejandro Rebossio