El Gobierno se convirtió en un especialista en exportar sus contradicciones al mundo. Las últimas candidaturas que elevó la Argentina para ocupar cargos clave en dos cortes de justicia internacional se contraponen con un país en el que la dependencia del Poder Judicial del Ejecutivo, la persecusión de fiscales o magistrados y la reiterada costumbre del poder político por controlar los tribunales se transformó en un verdadero sello del kirchnerismo gobernante.
La Casa Rosada compite en estos días por colocar a la diplomática Susana Ruiz Cerutti en la Corte Internacional de Justicia de la Haya y bregará en lo inmediato por la postulación del juez Eugenio Zaffaroni en la Corte Interamericana de Derechos Humanos (CIDH).
Las votaciones por estos puestos no son sencillas. En las últimas horas la candidatura de Ruiz Cerutti puja voto a voto en la ONU. La ex canciller de Raúl Alfonsín , devenida en una kirchnerista a ultranza que defendió todos los entuertos legales del Palacio San Martín de los últimos tiempos, disputa su postulación con el jamaiquino Patrick Lipton Robinson. Para lograr ese puesto se necesita la mayoría absoluta en el Consejo de Seguridad (ocho votos de 15) y, a su vez, 97 votos de 193 en la Asamblea General de la ONU. Ruiz Cerutti tendría el apoyo en el Consejo de Seguridad, pero no asi en la Asamblea General.
Ayer, el presidente de Uruguay José Mujica reconoció que dio su voto en Naciones Unidas a Ruiz Cerutti pese a que esta diplomática fue una de las más activas impulsoras de los juicios contra Uruguay en el conflicto de las papeleras. Mujica dijo que votó de esa manera por una razón de conveniencia y para que la Argentina sienta que le debe un favor a Uruguay.
La pelea contra las papeleras no fue el único embate que dio la diplomática argentina de la mano del canciller Héctor Timerman : también sustentó el polémico memorándum sellado con Irán y logró la liberación de la Fragata Libertad varada en Ghana por la amenaza de embargo de los fondos buitre.
Pero no todos los países piensan igual que Uruguay a la hora de apoyar la candidatura de Ruiz Cerutti. Algunos evalúan precisamente lo contrario y creen que la Argentina no se merece ese cargo porque las muestras de dependencia judicial son contrarias con las aspiraciones de una justicia independiente como la que se pregona en la Corte Internacional de La Haya.
Algo similar ocurre con la postulación de Zaffaroni para la Corte Interamericana de Derechos Humanos (CIDH). Esta votación que se debe dar con el amplio acuerdo de la OEA y la votación se prevé muy peleada. Costa Rica pujará allí por Elizabeth Odio Benito que fue jueza en la Corte Penal de la ONU en la antigua Yugoslavia, segunda vicepresidenta y ministra de gobierno de Costa Rica en varias ocasiones.
"No podemos apoyar a un hombre como Zaffaroni que dio claras muestras de avalar un Poder Judicial dependiente del gobierno y se aleja de los principios de libertad de expresión de una democracia", expresó a LA NACION un destacado embajador latinoamericano que recibió mensajes de la Casa Rosada para que su país apoye en la OEA la postulación del actual juez de la Corte Suprema.
La semana pasada la embajadora argentina en la OEA Nilda Garré dijo: "Sólo hemos confirmado que la Argentina tiene un candidato para la Corte Interamericana y que ese candidato es el doctor Zaffaroni". En rigor, la diplomacia argentina ya avanzó en varios frentes para sumar votos por Zaffaroni. No obtuvo hasta ahora suficientes apoyos. La Argentina acaba de dar su respaldo a la candidatura del canciller uruguayo Luis Almagro como sucesor del chileno José Miguel Insulza al frente de la OEA. La Cancillería cree que con esta jugada podría promover la candidatura de Zaffaroni en la CIDH.
El politólogo de la Universidad Di Tella Juan Gabriel Tokatlian cree que más allá de los cuestionamientos en el plano doméstico que tiene la justicia argentina, en el exterior hay otra imagen del país. "Muchos países ven a la Argentina como un claro ejemplo de lucha por su legislación entre iguales, la política de derechos humanos contra la dictadura y el alto grado de reconocimiento por el respeto a los derechos humanos en el país", dijo Tokatlian para quien estos factores podrían pesar al momento de definirse los votos en la ONU o la OEA por los cargos en danza. En esta misma línea de análisis, los últimos informes de Amnistía Internacional o de Human Right Watch sobre la Argentina no resultan ser tan lapidarios como los de otros países de América latina en cuanto derechos humanos y libertades.
Además, hay países europeos de larga trayectoria en la lucha por los derechos humanos como Noruega, Dinamarca o Suecia que sienten una gran admiración por la nueva legislación argentina en materia de derechos de homosexuales y lucha contra la discriminación de las personas.
Estas políticas se contraponen con un Gobierno que busca controlar a los fiscales, entorpece a la Justicia a la hora de investigar casos de corrupción de funcionarios y elabora un andamiaje legal que no hace más que establecer mecanismos de dependencia del Poder Judicial con la Casa Rosada.
En la balanza final de las votaciones por Zaffaroni y Ruiz Cerutti habrá que ver cuánto pesa para el mundo diplomático la exportación de contradicciones de un gobierno que zigzagea permanentemente en su estrategia política frente a los tribunales.
Por Martín Dinatale