De pie
Trabajar sentado ¿no va más?. La idea es estar cada vez más tiempo de pie. La tendencia se enmarca dentro de la Lucha contra el sedentarismo, crece a nivel mundial, y genera polémicas y una revolución en las oficinas que replantean su fisonomía.
Hay algo fuera de lo común en la oficina que el profesor de economía Lucas Llach (41) tiene en la Universidad Torcuato Di Tella. Hay cosas que faltan y otras que son -al menos- diferentes. Empezando por el escritorio donde tiene la computadora, que está más elevado para que la pantalla esté a la altura de los ojos, y siguiendo porque no tiene ese objeto de deseo que el común de los mortales queremos: ¡una silla o un mueble similar que sirva para sentarse! No lo tiene porque no lo usa. Llach trabaja parado, en lo que hoy se llama un standing desk. "Estar sentado no es natural y, además, hace mal", asegura. En algún momento de su vida él supo ser de esos que se sentaban. Pero de a poco fue eligiendo trabajar parado, una tendencia que se enmarca dentro de la lucha contra el sedentarismo y que crece a nivel mundial, aunque no sin polémicas. Porque así como hay quienes la ponen en duda, hay otros que aseguran que estaría planteando una revolución en las oficinas tal como las conocemos. Compañías como Google, Facebook o Twitter son algunas que ya están implementando los cambios en sus ámbitos de trabajo. "Silla y trabajo me parecían una combinación difícil. Estar sentado te lleva a una mala postura: estás doblado hacia delante y eso no me gustaba. El ser humano nunca estuvo sentado tanto tiempo como ahora", dice Llach. Desde que adoptó estos cambios, él asegura que ya no siente más molestias de espalda, que tiene más fuerza en sus piernas, que mejoró su estado de atención y que logró imprimir una dinámica diferente en su ámbito laboral. Trabajar parado no es un fenómeno nuevo. En la lista de quienes han adoptado esta práctica figuran Leonardo Da Vinci, Benjamín Franklin, Charles Dickens, Lewis Carroll, Virginia Woolf, John Dos Passos, Donald Rumsfeld, Vladimir Nabokov y Thomas Jefferson. Y también Ernest Hemingway y Winston Churchill. Exponentes icónicos de esta movida si los hay, los cuadros del escritor y periodista norteamericano y del estadista británico cuelgan en las paredes de la oficina de Llach. "Los que trabajan conmigo ya se acostumbraron. A los que vienen y me preguntan, les explico que yo trabajo como ellos", dice él, divertido.
LA TERCERA REVOLUCIÓN INDUSTRIAL
Fue una nota publicada recientemente en The Economist la que bautizó a la tendencia que está poniendo a las oficinas de pie. Con Silicon Valley a la cabeza, ya son varias las compañías que están replanteando su forma de trabajo e incluyendo stan-ding desks en sus oficinas. Hay escritorios de todo tipo: están aquellos elevados y con tablas fijas y están los que, como la Adler Table -un diseño que hace furor por estos días- tiene un engranaje con una manivela que permite modificar la altura de la tabla. Hay modelos más audaces, como el que propuso James Levine, un investigador de la Clínica Mayo de los Estados Unidos, que incluye en el escritorio una cinta de correr. Fernando Oneto, diseñador industrial de la Unidad Técnica de Investigación del Instituto Nacional de Tecnología Industrial (INTI) explica que "hay otros que permiten regular las patas o poner soportes de manera manual. Se han lanzado diseños cuya altura se modifica eléctricamente y que desde ya son carísimos". Se calcula que en algunas empresas de los países del primer mundo la venta de este mobiliario versátil aumentó un 50%, crecimiento que corre parejo con el boom de la ergo-nomía, una disciplina multidisciplinaria que busca congeniar las condiciones de trabajo con la calidad de vida de las personas. Y todo esto desde que la American Cancer Society dio a conocer un estudio que indica que las personas que trabajan sentadas muchas horas frente a la computadora son más propensas a tener obesidad y diabetes y, por lo tanto, aumentan el riesgo de morir. Según los Institutos de Nacionales de Salud de los Estados Unidos (NIH), un adulto norteamericano pasa un promedio de 7,7 horas por día en actitudes sedentarias y un 70% de los oficinistas pasan cinco horas por día sentados ante su escritorio. Sobre los riesgos de la postura sedentaria, Roxana del Rosso, titular de la cátedra de Ergonomía de la Universidad Nacional de Cuyo y vicepresidenta de la Asociación de Ergonomía Argentina (ADEA), agrega que "tiene el inconveniente de modificar, según el asiento, la curvatura natural de la columna. Reduce, además, la entrada de oxigeno y ejerce presión en la zona abdominal". Un estudio publicado por la BBC asegura que los ángulos de inclinación del torso con respecto al respaldo de entre 70° y 90° pueden derivar a largo plazo en dolores en la espalda y en el desplazamiento de las vértebras. Si al hecho de estar sentado se le suma la mala alimentación se infiere que la postura sedentaria tiene un rol clave en el aumento de peso y la diabetes. Se sabe que cuando uno está sentado el cuerpo quema un tercio de las calorías que consume cuando está en movimiento. La conclusión parecería ser clara: la silla es un cuco y estar sentado es una actividad extrema y de riesgo, que atenta contra la herencia genética del humano. "En la evolución humana hay una visión tradicional que considera que la formación de la cultura comienza cuando el hombre adquiere la posición erguida (bipedismo)", explica Rodolfo Puglisi, del equipo de Antropología del Cuerpo, de la UBA. El ejemplo aquí es el del Homo Sapiens, de cien mil años de antigüedad, para quien cazar y recolectar suponía un trabajo que se hacía parado. Sin embargo, explica Puglisi, hay muchas controversias al respecto. "Es cierto que somos bípedos, pero no hay una posición natural del hombre. La corporalidad está moldeada por patrones culturales", asegura Puglisi. El sedentarismo y sus consecuencias -obesidad, cardiopatías y demás-tienen que ver con el surgimiento del capitalismo de los últimos siglos.
EN BUSCA DEL EQUILIBRIO
Pero así como es bienvenida y considerada saludable, la tendencia a trabajar de pie también es puesta en duda. "No hay ningún estudio que pruebe la eficacia de los escritorios con cintas para caminar. Además de ser carísimos, hay quienes dicen que podrían, incluso, reducir la concentración", sugiere del Rosso, de ADEA. "Las innovaciones pueden tener sus pros y sus contras. En su medida justa puede estar bien, pero el exceso puede ser prejudicial", agrega Oneto, del INTI. Ni muy parado ni muy sentado parece ser entonces la conclusión. "Es cierto que el cuerpo no está diseñado para estar sentado y quieto. Pero su opuesto tampoco es recomendable todo el tiempo", del Rosso, vicepresidente de (ADEA). Jorge Navarro, presidente de la Sociedad Argentina de Lucha contra el Sedentarismo (SALCES) explica que "si bien estar parado pone un poco más de tensión en los músculos, esto no significa que sea bueno estar toda una jornada laboral en esta postura". En un país como la Argentina, donde más del 50% de las personas tienen sobrepeso u obesidad, donde un tercio de la población es hipertenso y el 12% tiene glucemia elevada, y en donde cada cuatro minutos alguien sufre un ACV, estar parado estaría lejos de ser saludable. Sería, más bien, contraproducente. "A los integrantes de este grupo no podemos someterlos a que estén parados todo el día", afirma Navarro y sugiere, en cambio, la implementación de políticas para promover la actividad física del Homo Sedentarius: desde caminar todos los días media hora hasta elegir las escaleras a los ascensores. La clave, dicen los expertos, es alternar entre la postura bípeda y la sedente durante la jornada laboral. Y estar conscientes y alertas de la posición en la que estamos. Llach, por ejemplo, pasa 45 minutos parado frente a su computadora y luego se recuesta en el caso de tener que leer. Para algunos, la opción puede ser una pausa activa (caminar un rato) o recostarse en un ángulo cercano a los 135° para -después- volver a las queridas sillas otra vez.
Walk the talk
"Concibo una verdadera cantidad de pensamientos cuando estoy caminando", escribió Friedrich Nietzsche en El crepúsculo de los ídolos. El pensador alemán no fue el único en considerar las ventajas de producir de pie y, más aún, caminando. La lista, a lo largo de la historia, es larga. Yendo hacia atrás en el tiempo, incluye al escritor y poeta Henry D. Thoreau; y, más acá, a la norteamericana Arianna Huffington, dueña del Huffington Post. "Gran parte de mis ¡deas son concebidas mientras camino. De hecho, hago reuniones laborales caminando en vez de reuniones que suponen estar sentados frente a un escritorio. Caminando estás más consciente de lo que te rodea, tus sentidos están más alerta y, además, genera una gran sensación de felicidad", reconoció Huffington. Según los expertos, "Walk the talk" -el nombre con el que un CEO de Silicon Valley bautizó a este método que ya varias compañías top están adoptando- tendría fundamento a nivel científico: la actividad física genera endorf inas naturales y eso determina mejor ánimo y mejor disposición para el trabajo, claves para el rendimiento laboral. Roxana del Rosso, especialista en Ergonomía y vicepresidenta de ADEA, enmarca esta tendencia dentro de un nuevo paradigma en las organizaciones: "Espacios que antes eran recreativos y tiempos que antes eran considerados muertos -como charlar en los pasillos, ir a tomar aire a la vereda o un café en el buffet- están hoy siendo considerados productivos. Está probado que allí se resuelven cosas importantes a nivel laboral", concluye.
Por M.F. Sanguinetti